Granma arremete contra el capitalismo desalmado en un artículo de infarto

El "automóvil. Una máquina concebida para el transporte pero que el capitalismo transformó en un ícono: por los sistemas fabriles que los ensamblan, por la adjudicada elegancia o hasta por el sonido de los motores"

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Este artículo es de hace 7 años

El suplemento humorístico Granma ha publicado hoy un artículo incomparable, titulado Objetos y fundamentalismo. Su tesis es intrincada. No se puede saber muy bien qué quiso decir el diario comunista, pero su enrevesada lógica sugiere que la comunidad internacional condena los recientes ataques terroristas en Londres no solo porque Khalid Masood, el fundamentalista en cuestión, haya asesinado a mansalva, eso es lo de menos, sino porque pervierte “los símbolos del confort y el éxito en las sociedades de consumo contemporáneas”.

Si usted no ha entendido ese galimatías, yo tampoco, pero me temo que se refiere a que el capitalismo está molesto porque los terroristas se apropiaron de sus autos para matar, esos “objetos cotidianos y aparentemente inocuos”.


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¿Aparentemente inocuos? ¿Alguien que viva en este mundo, con más accidentes automovilísticos que una película de Cronenberg, puede realmente creer eso? ¿A qué medio de transporte se refiere Granma? ¿A una carriola? ¿A un bicitaxi? ¿A los carretones de La Habana? Esos sí son símbolos de la debacle de un país, y sí son inocuos.

Veamos este fragmento, que es una joya: “Masood (…) no solo cruzó la línea sin retorno del crimen. El británico de 52 años la emprendió contra un ídolo (¡¡¡el ídolo es el auto!!!) y eso a los ojos de ese sistema de valores implica una doble condena”.

Esto ilustra perfectamente la forma de pensar de los gobiernos estalinistas y la prensa panfletaria, donde los conceptos adquieren más importancia y prioridad que los individuos. Es también, por supuesto, una hipótesis muy cínica, a menos que sea verdad lo que muchos sospechan: que en Granma se escribe bajo el influjo del Cannabis.

Pero el momento sublime de la nota de Granma no ha sido presentado aún. Tomemos un respiro. Veamos esta astracanada de párrafo: “En Londres esta vez fue un automóvil. Una máquina concebida para el transporte pero que el capitalismo transformó en un ícono: por los sistemas fabriles que los ensamblan, por la adjudicada elegancia o hasta por el sonido de los motores.”

Dediquémosle un minuto, que hay tela por donde cortar. La conjunción “pero” es adversativa, lo que implica que ya en el capitalismo los autos no se usan para lo que fueron concebidos, la gente ha decidido convertirlos en íconos y no transportarse en ellos. Lo que no entendemos todavía es qué cree Granma que es un ícono. ¿Son los autos el Ho Chi Minh, el Fidel Castro, el camarada Brezhnev de Occidente? ¿Un objeto decorativo de culto?

Luego arremeten contra el ensamblaje, la elegancia y el sonido de los motores. Clarísimo. Los Moskvitch y los Ladas 2107 son los tipos. Nada de industria alemana. Cero Mercedes Benz, BMW o Porsche. Un auto que se respete, un auto que todavía sea auto y no ícono, tiene que tener un motor adaptado, la carrocería desbaratada y su ensamblaje tiene que traquetear como si estuviera a punto de romperse en pedazos.

Un almendrón, por ejemplo, es un auto que aún no está alienado. Por tanto, según la nota de Granma, si el terrorista de Londres hubiera atropellado a los transeúntes en un Chevrolet del 59, a la Primera Ministra Theresa May le habría dolido menos. Vamos, casi no le hubiera importado. Esto equivale a decir que no es lo mismo balearte con un M-16 que con una Kalashnikov.

Prevención: no la crisis política y económica en Venezuela, no la ineficiencia de un Estado corrupto, sino prevenir. Esa debe haber sido la causa por la que el gobierno cubano topó el precio del transporte privado en el país, abriéndoles fuego a los boteros sin compasión alguna, y es también la razón que explica por qué el combustible escasea, o no hay en absoluto, desde fines de marzo en las gasolineras públicas, las mismas donde supuestamente los taxistas deberían abastecerse.

Están buscando reducir al mínimo la circulación de los automóviles, esas armas mortíferas que el capitalismo maligno inventó, en detrimento de los vehículos alternativos que el socialismo cubano propone. A saber: veinte guaguas para toda La Habana, la yagua loma abajo, el caballo famélico enganchado a un coche colonial, la bicicleta china sin parrilla.

Los Geely, los Hyundai, los Toyota, los Lada, esos “objetos cotidianos y aparentemente inocuos”, tienen que estar en manos solo de la gente indicada que no los va a convertir en íconos. O sea, los ministros, los gerentes de firmas, los secretarios del partido, los generales.

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Carlos Manuel Álvarez

Graduado de Periodismo en La Universidad de La Habana.


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