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Después de la medalla de bronce alcanzada por el seleccionado masculino cubano en los Juegos Olímpicos de Münich 72, esa rama del deporte de las cestas en Cuba, si bien no se codeaba con la élite mundial, sí poseía un nivel que llegó a convertirlo en el segundo espectáculo deportivo de la Isla.
Así, en 1993 surgió la brillante idea de celebrar la primera Liga Superior de Básquet, con cuatro equipos: Capitalinos, Occidentales, Centrales y Orientales. Era la etapa de enormes jugadores liderados por Lazarito Borrell, Andrés Gibert, Richard Matienzo que fueron dando paso a los hermanos Herrera, Roberto Carlos y el Junior; Ángel Oscar Caballero, “el Ninja”; Leopoldo “el Helicóptero” Vázquez, Roberto “el Flecha” Amaro, Yudí Abreu, Allen “la Máquina” Jemmont.
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¡Había espectacularidad en las canchas! El tema LSB (Liga Superior de Básquet) era tan recurrido en las peñas deportivas como los enfrentamientos beisboleros entre Industriales y Santiago de Cuba.
Así las cosas, y con triunfos iniciales de Orientales, en esa primera justa, y luego de cinco consecutivos del elenco representativo de la capital, sabiamente dirigido por Miguelito Calderón, llega a la LSB uno de los portentos más grandes que ha jugado en tabloncillos cubanos: el avileño Geoffrey “el Gato” Silvestre, quien debuta “jugando banco” en el 2000, integrando un Centrales poderoso que contaba, entre otros, con Sergio “el Tigre” Ferrer, Liván Rodríguez, Joan Luis Haití, el Papa; Michael Guerra, Joel Cartas, Juan Matos, que serían nombres seguidos por toda la afición del país.
“Sí, ese año no fui regular, pero ya en el 2001 me gané el puesto como pivot, lugar que nunca abandoné. Con el Centrales fui campeón tres años consecutivos, hasta que en el 2004, en la duodécima Liga Superior, se cambia la estructura: surge el Torneo de Ascenso, con participación nacional, por provincias; y que era clasificatorio para la Liga Superior a la que accedían los dos mejores de cada una de las tres zonas en las que se competía y los dos mejores terceros. En total, ocho elencos.”
Y ahí, verdaderamente, con sus Búfalos (nombre representativo del Ciego en la LSB) es que el muchacho del municipio Bolivia, nacido el 20 de octubre de 1979, alcanza planos estelarísimos en el deporte de las cestas, aunque en las temporadas 2002 y 2003, aún con los del Centro, fue seleccionado el jugador más valioso del torneo.
“Llego con Ciego a discutir el oro ante Santiago de Cuba en la Liga Superior número doce, la primera tras el cambio de estructura, y en un mal momento, discuto con un árbitro y eso me costó no poder jugar la final. Así y todo fuimos campeones y recuerdo cómo mis compañeros y los aficionados, fieles aficionados de la Sala Cardín, se me abalanzaron como si yo hubiera sido el eje de la victoria y no mi compañero Joan Luis Haití que fue elegido, con justeza, el MVP del torneo.”
En el 2005, vuelven los Búfalos a la final, esta vez ante el Matanzas de la Máquina Jemmont, y de nuevo vencen los avileños con Silvestre como el MVP, y un impresionante registro de marcar más de 40 puntos per cápita en dos de los juegos de ese play off.
Los duelos por la finalísima de la Liga Superior a partir de ahí se centrarían entre Búfalos y Giraldillos, y siempre el Gato estaría en el centro de los ataques, donqueando debajo del aro o con aquellos encestes endemoniados que tanto lo caracterizaban.
“Siempre en mi corazón guardo aquellas imágenes de los partidazos entre nosotros ¡Y cómo me gusta recordar el rostro de Miguelito Calderón (DT de Capitalinos) cuando les ganábamos! Capitalinos era muy buen equipo, con basquebolistas de la selección nacional (Alexis Lavastida que siempre nos hizo mucho daño, Orestes Torres, Eliécer Lima); pero nosotros no quedábamos a la zaga: Haití, Michael Guerra, El Chíchiri Pérez, Vanier Reyes, William Granda ¡Tremenda banda! Me encantaban esos juegos. Ponían de pie a Ciego y a la capital. Yo diría que al país.“
Al decir de especialistas como los colegas Youbri Santana, Randy Vasconcelos y Randolph Medina, el Gato Silvestre es “de los más grandes jugadores del básquet cubano de todos los tiempos. Muy completo, no era solo potencia al abrazar el cesto. Recordar que en edades tempranas Geoffrey era base y de ahí ese espectacular dribling que hacía a lo largo de la cancha sin que la defensa rival pudiera hacer nada por detenerlo. Su saltabilidad, que engrandecía sus dos metros de altura, su explosividad, su dinamismo caracterizaban al muchacho de Bolivia.”
De más está decir que el Gato era miembro del equipo Cuba y en una de las giras decidió buscar nuevos horizontes, a la altura del 2009.
“Sí, fue difícil dejar todo atrás, pero hay que luchar siempre y tratar de alcanzar los objetivos en la vida. Es difícil pero no imposible. Al final te adaptas al sistema de juego y lo haces más fácil. El idioma lo aprendes como lo hice con el francés y así te vas abriendo paso.
“Por supuesto que la Escuela Cubana me sirvió de mucho. Yo transité por la exitosa pirámide deportiva que existe en nuestro país. Primero estudié en la Escuela de Iniciación Deportiva, EIDE, “Marina Samuel” de Ciego de Ávila. Luego fui captado por el CEART “Córdova Cardín” de la capital y de ahí al “Cerro Pelado”, el centro nacional de alto rendimiento.
“¡Qué decir del Pombo (Rogelio del Sol) y Omar García, quienes me captaron en el pequeño pueblo de Bolivia, donde nací! Con ellos adquirí las armas para convertirme en lo que soy. Es bueno señalar también, que fuera de Cuba se juega otro baloncesto; ni mejor ni peor, diferente. Cuesta adaptarse pero llegas a coger el ritmo. Pero sin la base recibida de los técnicos avileños todo hubiera sido mucho más difícil.
“Tras abandonar el Cuba, jugué con el equipo Plasencia de España, además de con conjuntos de México, República Dominicana, Francia y nuevamente en España, donde me encuentro actualmente, ya con mis 38 años”.
“Mi futuro está aquí, en España. Jugaré hasta que el Gato siga metiendo pelotas al cesto. Después pienso convertirme en entrenador de niños, aunque todavía no lo tengo definido. Tengo tres hijas, de trece, nueve y dos años, respectivamente. Las mayores viven en Cuba y la pequeñita conmigo.”
Y cierro esta entrevista con la opinión de Geoffrey Silvestre de un equipo Cuba ideal, donde por supuesto él, por ética, no se apunta, pero que para mí, no puede faltar.
“Mira, no vi jugar ni a Pedro Chappé ni al Jabao Herrera, aquellos jugadores que hicieron historia, pero sí vi a Lázaro Borrell y el Ninja Caballero, por lo que ellos junto a Sergio Ferrer y Michael Guerra son algunos de los que siempre quisiera conmigo”.
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