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La carne brasileña se encuentra bajo sospecha desde el pasado viernes 17 de marzo, cuando se dio a conocer una trama según la cual varias empresas se dedicaban a “maquillar” y adulterar carne en mal estado ―vacuna y aviar― para su venta en el mercado local brasileño y en el extranjero.
Según han revelado diversos medios de prensa en las últimas horas, varios países de todo el mundo ―y en particular de América Latina― han comenzado a tomar medidas internas, que pasan por interrumpir la importación, retirar la venta y/o emitir notas de advertencia sobre el consumo.
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China, Corea del Sur, Hong Kong y los países de la Unión Europea (UE) son algunos de los países que han suspendido temporalmente las importaciones de la carne brasileña (en general) o al menos de las empresas implicadas en el fraude.
Varios países de América Latina y del Caribe han tomado medidas semejantes, entre ellos México, Chile, Jamaica y Trinidad y Tobago.
¿Qué ha hecho Cuba para proteger a sus consumidores? Pues nada. Ello pese a que Cuba figura en el quinto lugar de importación de carne vacuna brasileña y en el cuarto lugar de importación de carne aviar.
A pesar de que la Isla es uno de los destinos principales de las exportaciones cárnicas brasileñas, la BBC indica textualmente que en el caso de Cuba:
“Por el momento las autoridades no se han pronunciado sobre el escándalo y no han emitido ninguna advertencia sanitaria”.
Medios de prensa de la Isla han dado a conocer el “fraude” de la carne brasileña, pero haciendo hincapié sólo en las repercusiones negativas para la economía y la política brasileña, y en particular para el gobierno de Michel Temer.
Mientras medios noticiosos en el continente como el argentino Clarín, o el chileno Bibiochile se hacen eco de recomendaciones o medidas tomadas por los gobiernos de esos países, Cubadebate sólo se concentra en destacar los perjuicios para la política interna brasileña. Ello cuando una tabla del Ministerio de Industria y Comercio Exterior de Brasil da cuenta, claramente, de que Cuba ocupa un lugar destacado en la importación de carne brasileña.
Según destaca 14ymedio, en las tiendas y mercados de La Habana a comienzos de esta semana se seguía adquiriendo la carne brasileña como si no hubiera pasado nada; entre ellos el pollo congelado de las marcas Frangosul y Perdix, de dos de las compañías implicadas en el escándalo. De momento el Ministerio de Salud Pública (MINSAP) no ha emitido ninguna nota que dé a conocer, que advierta, que tranquilice a los cubanos. Una nota es necesaria.
Aunque en el caso en particular del pollo se ha dicho que la adulteración es sólo de peso (porque echaban agua al producto), los cubanos siguen pagando lo mismo, ajenos a la parte del escándalo que los puede afectar directamente.
La realidad indica que Brasil maquillaba la carne, pero Cuba sigue maquillando su realidad cotidiana.
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