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Como muchos otros cubanos, el cubanoamericano Rafael Conde, sargento mayor de la Guardia Nacional de los Estados Unidos, llegó a Estados Unidos en la década de 1960, en los inicios de la Revolución cubana.
Ahora, casi medio siglo después, Conde volvió el mes pasado a su Cuba natal con motivo de la visita oficial del gobernador de Wisconsis, Scott Walker, y el mayor general Donald P. Dunbar, a la Estación Naval de Guantánamo.
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A propósito de su regreso a la Isla Rafael Conde relató a Cubanet cómo fue la salida del país de sus padres y cómo el gobierno cubano le hizo la vida difícil a su familia.
“Mi padre fue expulsado de su trabajo cuando llenó el papeleo para emigrar a los Estados Unidos”, dijo Conde. “Su auto también fue confiscado. Hizo diferentes trabajos por los próximos dos años hasta que obtuvimos permiso para marcharnos”.
Pese a la crudeza de la situación, el sargento mayor se siente afortunado de que sus padres tomaran la decisión de emigrar: “Tuve la suerte de que mis padres vieron la luz y decidieron dejar la Cuba comunista y venir a Estados Unidos y darnos la oportunidad”, dijo Conde.
Aunque sus padres trabajaban y vivían de manera decente reunieron el valor de dejar todo lo que tenían y empezar una nueva vida, una decisión que aún hoy sigue asombrando a Rafael Conde.
“Me imagino que si me dijeras a los 47 o 48 años que ibas a tomar todo lo que tengo, todo ―joyas, vehículos, casa―, y tienes que ir a otro país, donde no hablas el idioma y tienes que empezar de nuevo… eso es difícil “, piensa Conde.
Regresar a Cuba ha servido al sargento mayor para recordar los sacrificios de sus padres y hacer más presente su historia de emigración. Sobre la vuelta al país natal declaró:“No estaba seguro de cómo reaccionaría”, agregó.
Aún así volver a Cuba siempre estuvo en sus planes: “Siempre quise regresar y reconectarme, porque es una parte de mi vida que ya no está. A pesar de que fue una pequeña parte, es todavía donde nací”.
No obstante, la llegada de su familia a Estados Unidos, como la del resto de emigrantes, no fue nada fácil.
Su padre trabajaba seis días a la semana, por el día en una fábrica y por la noche limpiaba en una laboratorio industrial. Además junto a su familia el sargento estadounidense compartió en sus comienzos casa con sus tíos, algo que de niño le pareció “genial”.
Estas experiencias décadas después son valoradas por Rafael Conde quien agradece a sus padres haber llegado donde hoy está: “Si no fuera por mis padres y por las lecciones que me enseñaron, no estaría donde estoy ahora”,
Aunque Wisconsin es hoy su casa, el estadounidense valora muy positivamente haber regresado a Cuba. “Ciertamente, ir al pasado fue significativo”, señaló.
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