Prensa oficial de Cuba denuncia "el engaño" de Coppelia

La re-inauguración de Coppelia, en mayo de 2016, hizo poner esperanzas en que muchos de sus males no se repitieran, sin embargo, no ha sido así.

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Este artículo es de hace 7 años

Las quejas sobre Coppelia vienen de antaño, son tan añejas como innato es el gusto de los habaneros por convertir la heladería más famosa del país en uno de sus orgullos y puntos de encuentro.

La re-inauguración de Coppelia, en el pasado mes de mayo de 2016, hizo poner esperanzas en que muchos de sus males no se repitieran; sin embargo, según el testimonio difundido por la Agencia Cubana de Noticias, en Coppelia las “bolas de helado” siguen reinventando la geometría espacial y ahuecando, definitivamente, la esperanza de que “escobita nueva barre bien”.


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Las bolas de helado ahuecadas han traído como consecuencia que algunos las llamen "casquitos de helado" (foto: cubahora)

Nuevos serán los platos, las luces y los vitrales de la cúpula, pero antiguos son la falta de motivación y compromiso de algunos de sus trabajadores, las mentes cuadradas, las pocas ganas de trabajar y el deseo de obtener un plus que permita llevarse “algo” de ganancia extra a casa.

De poco sirve una inversión material importante si luego ese cambio estético no va acompañado de un buen servicio.

Si lo que falla es el control y las ganas de trabajar, hay que indagar en las causas, esas que, desgraciadamente, pasan por el poco sentido de compromiso que genera el carácter estatal de esas instalaciones.

La falta de supervisión, de exigencia y de control, acaba generando una apatía creciente que hunde las esperanzas de que, realmente, las cosas puedan cambiar.

Lo otro es el pasotismo que parece inundar a la nación en todos sus márgenes, que lleva al propio periodista de ACN a preguntarse: “¿Cómo puede sentirse un cliente a gusto en una instalación si sabe de antemano que lo están timando? Alguien decía: el consumidor debe exigir por sus derechos, y eso es cierto, pero otro grupo de personas argumentaba que salir de paseo para enfrentarse a este tipo de situaciones era algo así como pasear por el infierno. Tampoco les falta razón”.

¿Cómo puede sentirse un cliente a gusto en una instalación si sabe de antemano que lo están timando?

Ese es el punto en esta y en muchas otras áreas de la vida en Cuba: mientras los cubanos no sepan exigir sus derechos; mientras los cubanos no sepan enfrentarse contra lo mal hecho; mientras no sepan protestar y articular su inconformidad, mal seguirán estando las cosas en la Isla en todos los órdenes.

Es hora de dejar de pensar que exigir un derecho puede arruinar un día de paseo. Es hora de abandonar la esperanza hueca.

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Judith Moris

Redactora en CiberCuba. Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de La Habana, y Máster por la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha sido profesora en la UH e investigadora en la UAB, y redactora/editora de la editorial Teide


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