Impensable, inconcebible, increíble y cuántos "in" quieran ustedes... pero lo de los Alazanes granmenses califica hoy, como una de las grandes sorpresas no de esta Serie Nacional, sino de al menos los últimos diez o veinte años dentro de la historia del beisbol cubano.
Tal como decíamos ayer: ¿acaso alguien imaginó que Ciego no ganaría si acaso un juego? ¿Quién predijo esta barrida?
A una "legendaria" como Julita Osendi Díaz, le llovieron los epítetos hace varios días cuando alabó a los muchachos de Carlos Martí.
¿Cómo ir en contra de un manager ganador como Roger Machado? ¿Cómo apostar en contra de los Tigres avileños?
Pero bien lo dice el refrán: "la pelota es redonda y viene en caja cuadrada".
Y no es por falta de méritos, no. Si algo le ha sobrado a estos muchachones del Oriente del país ha sido méritos ¿Acaso existe aval mayor que haber dejado en el camino al equipo más ganador de la 56 Serie?
Lo vivido en el Mártires de Barbados, y lo que actualmente se vive en Bayamo, Pilón, Manzanillo, Guisa, Buey Arriba y otros municipios de la provincia Granma, es indescriptible.
"¡Se desbordó el Cauto!", me gritaba desde España una amiga amante fiel de los alazanes desde que los hermanos Bejerano (Víctor y Pablo) eran los "caballos de batalla" de los granmenses.
Lo vivido hoy, es comparable -deportivamente- con el día en que sonaron las notas de nuestro himno nacional por primera vez en la Iglesia Mayor; o cuando Perucho, subido en el lomo de su caballo escribía esas gloriosas letras. Quizás tan enardecedor como el día en que Céspedes liberó a sus esclavos, o tan sublime como el día que él, y un grupo de amigos le cantaron a Luz Vázquez en su ventana "La Bayamesa."
En fin, que hoy los granmenses, le dieron otra vez candela a Bayamo.
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