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El básquet siempre fue una gran pasión para mí. Entre los deportes colectivos, con la excepción del béisbol, para mí el baloncesto era el más atractivo, el más movido, el de mayor contacto personal.
Me apasionaba y apasiona. Pues bien, para nadie es un secreto que Cuba tuvo una época de oro en uno y otro sexos a nivel mundial, pero en el caso de las muchachas muchas han sido las figuras del máximo nivel que pasaron por el seleccionado grande: doña Leonor Borrell, Yamilé “La Peca” Martínez, Dalia Henry, María Elena León, Lissette “La Ardilla” Castillo, María Elena “la Lupe” León, Margarita Skeet, entre otras.
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Pues bien, una de ellas, de las grandes grandes es la Locomotra de Majagua, Yaquelín Plutín, una jugadora fuerte, hábil, veloz, que variaba su accionar entre las posiciones cuatro y cinco, o sea alero pivot o pivot. No con la estatura requerida para ser la clásica pivot, pero sí con todo lo demás, la Plutín hizo historia dentro del elenco cubano, entre las décadas del 90 y el 2000.
“Nací en el central “Orlando González” en Majagua, Ciego de Ávila. Con once años fui escogida para la EIDE provincial; apenas sabía atacar con la derecha, pero en apenas seis meses, gracias a mis profesores de base, Moisés Pambo y Omar Mesa, aprendí a jugar baloncesto, y es que nací para ello.
“Por aquellos tiempos, mi hermana también estudiaba en la EIDE, pero en el atletismo, deporte en el que causó baja, algo que yo no podía tolerar pues estaba muy unida a ella. Empecé a llorar y dije que si mi hermana se iba yo también, y al fin, nos dejaron a las dos en el básquet. Con su tremenda velocidad ayudó por muchos años al equipo de Ciego aunque nunca llegó al nacional.”
Con sólo catorce años, Yaquelín Plutín ingresó en la ESPA nacional. Era la más jovencita del grupo, conjuntamente con otra estelar, la santiaguera Milaysis Duany, la Yoya.
“Hicimos una linda amistad, que mantenemos en la actualidad, conjuntamente con Taimarita Suero, por años la base organizadora del equipo Cuba. Estamos lejos unas de otra pero la amistad se mantiene incólume.”
La Locomotora de Majagua fue invitada a la preselección nacional en el 1996 y un año después ya fue matrícula oficial de la misma. Ahí comenzaría su trayectoria en el equipo grande.
“Nada fácil resultó, entre la calidad de las jugadoras establecidas que en esa época abundaba y, vamos a decirle, la incomprensión del DT Miguel del Río, viví muchos momentos amargos: lloraba mucho, sufría todos los días, pero nunca desistí: amaba el básquet y quería demostrarle a todos de lo que era capaz.
“Miguel del Río dio paso a Pepito Ramírez en la conducción del elenco. Recuerdo que llegó en el 98 cuando nos preparábamos para el Centroamericano, después del Mundial de Alemania. Él no conocía a las muchachas y a pesar de yo estar en forma óptima no fui seleccionada para el evento regional.
“Pepito se guió por otros preparadores que obviaron mi magnífica forma en esos momentos. Pensé que el mundo se me iba a caer encima, pero gracias a mi novio de entonces, mi familia, mis amigos; gracias a mi misma, pude salir a flote y esperar mi momento. ¡Y claro que llegó ese momento!
“Pepe pudo ver mi rendimiento, darse cuenta de quién yo era y lo que podía aportar, y jamás me dejó fuera del equipo otra vez.”
Yaquelín Plutín tomó parte en unos Juegos Olímpicos, tres Panamericanos, tres Centroamericanos así como torneos preolímpicos y Campeonatos Mundiales.
“Momentos difíciles, muchos. Una sola no puede con un equipo y a veces, fallábamos (me incluyo) en momentos en los que no se podía fallar. A veces faltó el fogueo internacional y otras, cuando hacíamos las giras y nos preparábamos bien, nos faltaba el extra, ese extra que hay que tener para ganar.
“Una de las mejores cosas que recuerdo fue el triunfo en los Juegos Panamericanos de República Dominicana en el año 2003 cuando le ganamos a las estadounidenses por el oro.”
Se sucedían los entrenadores en el seleccionado femenino, se sucedían las jugadoras por el normal relevo generacional, y las jóvenes figuras no encontraban la forma de adaptarse al engranaje de un equipo de primer nivel como se pensaba fuera el cubano.
La avileña acude al preolímpico de Madrid en el 2008 con la esperanza de conquistar el boleto a Beijing y asistir a sus segundos Juegos Olímpicos, pero en el juego final, prácticamente ganado a Brasil, la victoria se esfumó: con ello, la clasificación a la cita estival y con ello, también, quedó sellado el retiro de la Plutín del seleccionado cubano de baloncesto.
“Había contradicciones internas, varias de las jugadoras más jóvenes no se daban cuenta de su verdadero rol, no respetaban, como sí hicimos nosotras siempre aunque no estuviéramos de acuerdo con algo. Ni Armando Acosta ni Zabala como directores técnicos fueron capaces de redireccionar al equipo hacia la victoria y decidí acogerme al retiro y comenzar a jugar en Brasil en torneos de clubes. Esto fue en el 2010.
“En esos dos años di bastantes vueltas que harían muy extensa esta entrevista y voy a centrarme en que fui recibida en el Gigante Sudamericano por una ex jugadora del seleccionado cubano, Lisdeivis Víctores, quien me tendió la mano y a la que le estaré eternamente agradecida. En Brasil jugué mis últimos cinco años: tres temporadas en el Ourinhos Baskete, una en el Maranhao Baskete y otras tres en Sao Jose de los Basketes.
“Gracias a Dios y a la tremenda preparación que tuve en nuestro país, ayudé a mis clubes, fui una jugadora que preocupaba a los contrarios, hasta que en julio del 2015 visité los Estados Unidos y decidí vivir aquí. Es una nueva etapa en mi vida, de la cual ahora prefiero no hablar. Es muy pronto para ello.
“Hoy veo con muy buenos ojos a aquéllos que me hicieron llorar: gracias a ellos soy la mujer fuerte que soy. Doy gracias a los que me han apoyado, a los que han estado conmigo en mis avatares por la vida. Vivo orgullosa de ser cubana, agradezco al pueblo en que nací, a toda la Isla: ¡soy de Magajua, de Ciego, de Cuba! Y si volviera a nacer, con gusto volviera a darle al equipo nacional todo mi amor, toda mi clase, toda mi pasión.”
A estas alturas ya se habrán dado cuenta por qué hace muchos años bauticé a esta muchacha como la Locomotora de Majagua. Sencillamente, aplasta, ¿no es cierto?, igual que hacía en la cancha y ¡fuera de ella!
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