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Después de las primeras medidas gubernamentales para frenar los precios del transporte privado en Cuba, los choferes de los llamados almendrones, sobre todo en la noche y la madrugada, continúan duplicando el costo del pasaje hacia rutas que van, por ejemplo, desde el capitalino Vedado hasta la Víbora o desde el propio Vedado hacia Centro Habana, un alza que parece que llegó para quedarse y continuar perjudicando el deprimido bolsillo de los cubanos.
Uno de los precios más elevados en el costo de los almendrones constituye el viaje desde Centro Habana hacia cotizadas playas al este de La Habana como Santamaría o Guanabo. El pasaje hacia estos destinos hace unos meses se situaba en 20 pesos mientras que en estos momentos el viajero no puede llegar si no desembolsa 2 cuc o 50 pesos. Eso sucede a plena luz del día, ante la mirada molesta de los pasajeros y sin que haya ninguna intervención de las autoridades correspondientes, al contrario de lo que sucedió hace apenas dos meses.
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Los choferes de los llamados almendrones (carros antiguos que funcionan como taxis) subieron el precio durante julio y agosto ante la imposibilidad, entre otras cosas, de comprar el combustible en el mercado negro, lo que suscitó una ola de molestias e indignación entre los cubanos que se ven obligados con frecuencia a pagar lo que exijan ante la mantenida crisis del transporte público.
Las autoridades enfrentaron este contexto adverso con la aplicación de varias medidas como la retirada de licencias a las choferes privados que subieran el precio y la habilitación de varios números telefónicos para que los pasajeros denunciaran estos hechos.
En el verano pasado se disparó esta crisis y los medios televisivos y de prensa plana se hicieron eco sistemáticamente sobre esta situación e informaron que se habían retirado casi diez licencias a los choferes y había otras bajo investigación. Pero luego del momento de la “ofensiva” contra los choferes que comenzaron a lucrar con los precios, estos han vuelto a subir o se han mantenido al doble de su costo habitual, sin que al parecer suceda nada en concreto que proteja a los pasajeros.
Los cubanos apoyaron las medidas estatales para proteger sus bolsillos y la venta de gasolina o petróleo dentro de la legalidad aumentó considerablemente. Incluso los dependientes de la red de comercialización estatal de combustible declararon que tuvieron las ventas más grandes desde la creación de estos establecimientos, conocidos como Cupets.
Pero como sucede en ocasiones en el país, luego de las primeras arremetidas contra estas conductas ilegales, se cae en un impasse en el que se deja de lado el seguimiento a este tipo de conflictos (en este caso el alto precio del pasaje en los vehículos privados), y las cosas vuelven a “su nivel”.
Y entiéndase esto como el daño monetario que sufren los cubanos cuando deben pagar de su breve salario los altos precios de un almendrón para llegar a su destino, ya sea en plena mañana o en la noche. Todo ello sucede cuando la crítica situación del transporte público se incrementó con la apertura del nuevo curso escolar y miles de estudiantes salen a la calle en busca de un ómnibus que los lleve a las escuelas. De hecho a las horas “pico” uno puede ver las guaguas atestadas y las aceras llenas de personas al acecho de un almendrón que si tienen suerte no se ensañará ese día demasiado con el salario del mes.
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