Más detalles sobre caso de cubanos asesinados en Colombia

A diez días de su muerte, Dunieski Eliades Lastre es recordado por su hermano mayor como “el delirio” de su madre, la cual vendió su casa en Cuba para correr con los gastos de viaje del joven, asesinado en la selva de Colombia a medio camino de cumplir el sueño americano.

Edelvis cubana asesinada en Colombia © YouTube
Edelvis cubana asesinada en Colombia Foto © YouTube

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Este artículo es de hace 8 años

A diez días de su muerte, Dunieski Eliades Lastre es recordado por su hermano mayor como “el delirio” de su madre, la cual vendió su casa en Cuba para correr con los gastos de viaje del joven, asesinado en la selva de Colombia a medio camino de cumplir el sueño americano.

“Era mi hermano menor, el delirio de mi madre. Tanto lo quería que vendió su casa para poder pagarle el pasaje y que él pudiera tener una vida mejor”, comentó Nordelo que llegó a Estados Unidos el pasado febrero, proveniente de Ecuador, según recoge el diario Nuevo Herald.


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Dunieski (25) y Edelvis Martínez (23), la cubana que lo acompañaba, fueron apuñalados y atados a un tronco que luego fuese sumergido en la Ciénaga de Matuntugo. Hoy se conocen los nombres de los presuntos victimarios: los lancheros Johan Estiven Carreazo Asprilla, alias “Play Boy” de 20 años, y Carlos Emilio Ibargüen Palacio, de 26.

“No entiendo cuál fue el motivo del asesinato. El otro muchacho (....) me contó que mi hermano les decía: ‘no me maten, yo les doy el número de mi hermano que está en Estados Unidos para que él les mande más dinero’. Por dinero no fue. No entiendo por qué hicieron eso”, dijo el hermano de Dunieski.

Según la publicación, tras la detención de los lancheros se practicó un registro en los que se hallaron las mochilas de viaje de los asesinados, celulares, dinero en efectivo y ropa. Los sospechosos también poseían un arma de fuego rústica, así como una granada de humo, varias prendas de ropa al parecer relacionadas con la escena del crimen y un bote de madera en el interior del cual estaba uno de los zapatos de una de las víctimas.

De Edelvis se conoce hasta el momento que ejercía como contadora en una paladar de La Habana cuando decidió partir hacia los EE.UU junto a su novio Liover Santos Corría, de 35 años, mediante Guyana. Cuando la pareja cruzó Venezuela y Colombia se encontró con Dunieski, con quien viajarían a Capurganá para continuar hacia la selva del Darién, recoge el Herald.

Contrario al testimonio dado por el novio de la cubana asesinada, la fiscalía descartó que esta hubiera sido violada. “Al menos no hay evidencias macroscópicas de eso. Medicina Legal, que fue quien hizo las investigaciones, recogió muestras del cuerpo y se encuentran haciendo análisis concluyentes sobre el tema”, declaró al diario un funcionario de la Fiscalía quien pidió mantenerse en el anonimato.

“Hemos encontrado claros indicios de tortura a ambas víctimas antes del asesinato”, agregó.

Según relató Liover Santos, el trío pagó 1,500 dólares para ser trasladados hasta Panamá, pero una vez en el Golfo de Urabá los traficantes exigieron más dinero. Cuando explicaron que no tenían más efectivo, fueron asesinados. Santos, que pudo desatarse y escapar, aún sostiene que vio cómo degollaron a su novia después de violarla.

“El joven está bajo protección en un buque de la Armada, porque tememos por su integridad física”, explicó la fuente consultada perteneciente a la Fiscalía colombiana.

Por otro lado y en lo concerniente a la repatriación de los cuerpos, familiares de las víctimas expresaron su preocupación por el proceso, que hasta el momento no se ha llevado a cabo.

“Fuimos al Minrex (Ministerio de Relaciones Exteriores), pero allí nos dijeron que debíamos esperar por la autorización del gobierno colombiano para traer los cuerpos. No sabemos cómo hacer para traer a mi hija. Yo solo quiero que esté aquí conmigo”, dijo María Isabel Aguilar, madre de Edelvis.

Nordelo, por su parte, dijo al Herald que el costo para repatriar los cadáveres es de unos 3,300 dólares por persona, proceso que la familia tuvo que gestionar, puesto que el Minrex les explicó a través de una llamada telefónica que aunque autorizaban la entrada a Cuba de los cuerpos, no se hacían responsables de los costos del traslado.

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