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Una de las películas norteamericanas más esperadas del Festival Internacional de cine de Toronto fue El nacimiento de una nación, que se convirtió rápidamente en el vórtice de enorme polémica en esta edición cargada de filmes antirracistas. Este tipo de filmes se han reunido este año tal vez para compensar el escándalo de 2015 en el Oscar, cuando fueron excluidos de las nominaciones los actores y actrices afronorteamericanos.
La tensión y las preguntas incómodas han gobernado cada rueda de prensa en torno a El nacimiento de una nación, un filme conmovedor, elocuente y seguro candidato al Oscar, en tanto está distribuido por los estudios Fox Searchlight, los mismos que consiguieron empujar a 12 años de esclavitud hasta el podio de la Academia de cine norteamericano. La trama describe las causas que llevaron a un acontecimiento real: la revolución de esclavos que lideró Nat Turner en 1831.
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El éxito artístico de la película, y los aplausos del público por su hermoso mensaje antirracista, se han visto empañados por el reciclaje de las acusaciones al director Nate Parker de haber violado a una compañera de universidad hace casi veinte años. Parker tiene ahora 36 y fue absuelto de todos los cargos, aunque su compañero de piso en aquel entonces, y ahora coguionista, Jean Celestin fue condenado y la sentencia se revocó posteriormente.
El escándalo de hace veinte años volvió a reactivarse cuando la víctima de la violación se suicidó en 2012, y ahora el tema vuelve a resurgir, inmotivadamente, ante los aplausos a Parker por causa de su excelente película, muy relacionada también con el tema de la violación a las mujeres. El actor y director está casado en la actualidad y es padre de cinco hijas.
En fin, que la polémica solo está comenzando. Por un lado, está este actor secundario elegido para la gloria por haber dirigido una respuesta digna y vindicativa al racismo deplorable de El nacimiento de una nación, el clásico de David W. Griffith fechado en 1914. La consagración y la fama del filme están en peligro porque muchos alegan una manipulación oportunista del tema, de acuerdo con el pasado del director implicado en un caso de violencia contra una mujer. Además, Hollywood necesita ser políticamente correcto y alejarse de las acusaciones de racismo, aunque también valora la moralidad presente y pasada de las personas a quienes entrega sus máximos premios.
En Toronto, el público ha honrado el filme con estruendosos aplausos, que se redoblan cuando aparece el nombre de Parker en la pantalla. Y el equipo artístico defiende al director a brazo partido. La actriz Penelope Ann Miller llegó a declarar que “esta no es la historia de Nate Parker, sino la de Nat Turner”. Y son innegables los méritos de una producción emprendida por el actor, director y actor con el propósito de mostrar la historia de sus ancestros y tratar de paliar el daño que en su opinión han hecho filmes como el de Griffith, o Lo que el viento se llevó.
En Toronto, no solo fue El nacimiento de una nación el filme que conquistó el éxito desde sus presupuestos antirracistas y sus aspiraciones por conferirle al cine norteamericano la visibilidad a personajes afronorteamericanos. Loving, de Jeff Nichols, presenta una historia de amor interracial en la Virginia rural de los años cincuenta y sesenta, mientras que Hidden Figures, de Theodore Melfi, se acerca a la historia real de varias mujeres negras cuyo trabajo en la NASA ha sido completamente desconocido. Pharrell Williams escribió varias canciones para este útimo filme.
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