En un relato que va mucho más allá que hablar sobre la vida de las monjas en un convento habanero, y que trasciende a un verdadero retrato social, se ha convertido el documental “Un millón de hostias”, un filme que se presentará en el Festival Cine Español de Málaga.
A partir de un argumento sugerente, lleno de bellas imágenes de una Cuba ralentizada en el tiempo, que se ve reflejada en la propia vida y visión de la madre Teresa María de la Virgen de la Caridad, el documental a ratos nos evoca misterios, no solo propios de la vida dentro de un convento, sino de la vida de un país.
El interior del edificio, ese enclaustramiento per se, nos evoca un tanto a la Cuba que, por muchos años vivió detrás de una urna de cristal, y aferrada a sus idea más firme: permanecer impoluta en el tiempo. ¿Cómo generaciones enteras de cubanos han decidido permanecer en la isla? ¿Cómo generaciones enteras de cubanos han tenido que permanecer en la isla? Esas dos preguntas intentan responderse a través de ejemplos puntuales.
Ejemplos de fe, de absoluta fe, a algo y la gente en sí, como la historia de una señora que ha decidido llevar la iglesia misma a las casas de quienes ya no pueden acercarse a sus puertas. O de esas otrasn que año tras año dedican su fe y su obra a lo mismo: hacer hostias.
El documental, sin embargo no es de los que a partir de una historia común levanta polvaredas. Convence sí, evoca, construye, hace memoria, … la historia de las monjas del convento, quienes llevan ya muchos años dedicadas a la labor de fabricar las hostias que serán dadas en Misa, tiene un final feliz con la llegada del Papa Francisco a la isla y su encuentro con ellas, con sus hostias, repartidas en la plaza de la Revolución.
O lo que es lo mismo: delante de toda Cuba.
Un documental necesario,… conmovedor. Eso es “Un millón de hostias”
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