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El considerado “líder histórico de la Revolución” Fidel Castro y presidente de Cuba desde 1959 hasta el año 2008, cuando renunció a sus cargos en favor de su hermano Raúl, ha dedicado sus últimas 'reflexiones' en el medio oficial Granma al discurso que el pasado martes pronunció en el Gran Teatro Alicia Alonso el presidente norteamericano Barack Obama.
A poco más de un mes de sus anteriores reflexiones a propósito de la visita del patriarca Kirill a Cuba, y a unos pocos días de haber marchado Obama de la Isla, Fidel escribe sobre el “hermano Obama”.
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Contrastando con el tono fraternal y conciliador del propio Obama en pro del futuro de los cubanos, pero en la misma línea de los discursos de las hordas que ha desplegado el gobierno cubano para deslegitimar y desmontar el discurso del mandatario norteamericano, Fidel mantiene la retórica de enfrentamiento y vuelve la vista y las argumentaciones, una vez más, sobre la historia y el pasado, ese donde los Reyes de España “nos trajeron a los conquistadores y dueños".
Pero al comandante Fidel le interesa desmenuzar las faltas y omisiones del discurso del “ilustre visitante” quien se desentiende de la existencia previa de poblaciones nativas en los territorios conquistados y quien, según el mayor de los Castro “Tampoco dice que la discriminación racial fue barrida por la Revolución; que el retiro y el salario de todos los cubanos fueron decretados por esta antes de que el señor Barack Obama cumpliera 10 años”.
Tampoco dice que la discriminación racial fue barrida por la Revolución; que el retiro y el salario de todos los cubanos fueron decretados por esta antes de que el señor Barack Obama cumpliera 10 años
En el artículo saca a colación trazos de la historia de Cuba como la Invasión de Bahía de Cochinos o el 'episodio de Sudáfrica”, que motiva en Fidel la “modestia sugerencia” a Obama de que “reflexione y no trate ahora de elaborar teorías sobre la política cubana”.
Sobre los planteamientos del inquilino de la Casa Blanca en Cuba y “sus almibaradas palabras” en pro un futuro esperanzador para los cubanos al decir “Es hora ya de olvidarnos del pasado, dejemos el pasado, miremos el futuro, mirémoslo juntos, un futuro de esperanza. Y no va a ser fácil, va a haber retos, y a esos vamos a darle tiempo; pero mi estadía aquí me da más esperanzas de lo que podemos hacer juntos como amigos, como familia, como vecinos, juntos”, Fidel ironiza y resta importancia “Se supone que cada uno de nosotros corría el riesgo de un infarto al escuchar estas palabras del Presidente de Estados Unidos. Tras un bloqueo despiadado que ha durado ya casi 60 años, ¿y los que han muerto en los ataques mercenarios a barcos y puertos cubanos, un avión de línea repleto de pasajeros hecho estallar en pleno vuelo, invasiones mercenarias, múltiples actos de violencia y de fuerza?”
Se supone que cada uno de nosotros corría el riesgo de un infarto al escuchar estas palabras del Presidente de Estados Unidos. Tras un bloqueo despiadado que ha durado ya casi 60 años, ¿y los que han muerto en los ataques mercenarios a barcos y puertos cubanos, un avión de línea repleto de pasajeros hecho estallar en pleno vuelo, invasiones mercenarias, múltiples actos de violencia y de fuerza?
Y cabe preguntarse ¿Y los que han muerto en el mar, ciudadanos cubanos de las más diversas procedencias, edades y creencias? ¿Los que lo han hecho huyendo de ese sistema de tantos logros vendidos y tanta sublime historia repetida? ¿Acaso esos no merecen formar parte también de los recuentos sobre la historia de Cuba, su pasado y también - tristemente- su presente? ¿Acaso no debería ser hora de reconocer las muchas y repetidas omisiones de los propios discursos oficiales cubanos? ¿Si le exigimos a un mandatario foráneo conocimiento de la historia propia, no deberíamos estar en igual posición moral para exigirle a los nacionales que dejen de omitir episodios y sucesos de su presente?
Nadie se haga la ilusión de que el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la gloria y los derechos, y a la riqueza espiritual que ha ganado con el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura
“Nadie se haga la ilusión de que el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la gloria y los derechos, y a la riqueza espiritual que ha ganado con el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura”, continúa Castro, en clara evidencia de no querer entender hacia dónde se encamina la nueva política de la administración de Obama hacia Cuba y en clara indicación a los ciudadanos de la Isla, de que pese a los aplausos arrancados por el discurso de Obama y pese a sus mensajes de cooperación, de respeto y de entendimiento, es decisión de las autoridades cubanas no modificar las férreas posturas de décadas, ni escuchar voces de fuera alentadoras de cambios.
Pareciera como si la militancia oficialista cubana y sus máximos y entrenados representantes estuvieran asistiendo a un proceso histórico diferente al que percibe el mundo entero, y como si quisieran hacer de la resistencia al cambio -motor principal del progreso- bandera y estandarte de políticas fallidas y desactualizadas, escudo protector ante el cambio y el tan repetido empoderamiento de los cubanos.
Advierto además que somos capaces de producir los alimentos y las riquezas materiales que necesitamos con el esfuerzo y la inteligencia de nuestro pueblo
“Advierto además que somos capaces de producir los alimentos y las riquezas materiales que necesitamos con el esfuerzo y la inteligencia de nuestro pueblo. No necesitamos que el imperio nos regale nada”, culmina Fidel. Quizás leyéndolo muchas veces o repitiéndolo hasta el cansancio se conseguirá que los comensales cubanos vean más productos en su mesa y quizás así podría desvanecerse la triste euforia nacional por la reciente llegada de papas a los puntos de distribución en la Isla.
Seguramente al discurso del compañero Fidel le seguirán horas y horas de debate en mesas redondas, mensajes de apoyos de personalidades cubanas de las más diversas esferas del oficialismo en la Isla y recursos -humanos y materiales- que intentarán desesperadamente minimizar el peso y trascendencia de las palabras y la propia visita de Obama a Cuba, borrar los peligrosos fantasmas del cambio y acallar, así, las esperanzas despertadas en los cubanos de ser activos protagonistas y decisores de sus destinos y del futuro de su nación.
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