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En catorce minutos del documental Últimos días de una casa, la realizadora cubana Lourdes de los Santos denuncia poéticamente, apoyada en el hermoso texto del famoso poema, el estado ruinoso de la casa donde la escritora cubana Dulce María Loynaz escribió sus mejores poemas y la novela Jardín.
Según las palabras de la también escritora y poetisa Marilyn Bobes, en un artículo para Altercine, “Últimos días de una casa (el documental) refleja la desidia, el abandono y también la historia de toda una época de la literatura cubana, en la imagen y la voz de personalidades como la propia Dulce María, el historiador Eusebio Leal y el novelista Alejo Carpentier, quienes ofrecen al espectador el testimonio de los valores patrimoniales inmateriales de la vivienda ubicada en Línea y 14, en el Vedado, que es hoy un sitio dejado de la mano de Dios por la indolencia de los que debieron preservarla”.
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Últimos días de una casa (el documental) refleja la desidia, el abandono y también la historia de toda una época de la literatura cubana, en la imagen y la voz de personalidades como la propia Dulce María, el historiador Eusebio Leal y el novelista Alejo Carpentier, quienes ofrecen al espectador el testimonio de los valores patrimoniales inmateriales de la vivienda ubicada en Línea y 14, en el Vedado, que es hoy un sitio dejado de la mano de Dios por la indolencia de los que debieron preservarla
En este mismo texto de Marilyn Bobes se dice finalmente que el documental funciona "como un llamado de alerta, pero también como un sentido homenaje a quien es, sin lugar a dudas, una de las más grandes mujeres de la literatura cubana de todos los tiempos. Gracias entonces a Lourdes de los Santos por esta evocación sencilla, pero pletórica de encanto”.
Para la realizadora, muy interesada desde siempre en potenciar a través del documental el patrimonio cultural cubano, esta nueva obra intenta cobrar conciencia de los valores y recuerdos que encierran esos muros, y de ese modo, insiste en la impostergable labor de restauración que requiere ese inmueble, donde transcurrieron infancia, adolescencia y juventud de una de las más famosas y reconocidas autoras de Cuba.
La familia Loynaz se mudó a esta casa en 1904, antes que Dulce María Loynaz cumpliera los dos años de edad, cuando la falta de espacio provocó la expansión de los aristócratas habaneros fuera de lo que hoy constituye el Centro Histórico de la ciudad. En el documental aparecen testimonios de la propia escritora, de Eusebio Leal y Alejo Carpentier, sobre sus visitas a la mansión, mientras que también se hace referencia a otros huéspedes ilustres como Federico García Lorca y Gabriela Mistral.
En los restos de la vetusta mansión van desapareciendo, gradualmente, todos los vestigios de su antiguo esplendor: se destrozaron estatuas, habitaciones, crece la mala yerba y abundan los derrumbes parciales, o abundan las cercas instaladas por quienes ocuparon ilegalmente el lugar. Y todo ello se muestra en el documental en imágenes que alternan con las entrevistas de archivo y los versos premonitorios de Dulce María Loynaz en el poema homónimo.
En un fragmento de aquel poema se lee: “Soy una casa vieja, lo comprendo. / Poco a poco —sumida en estupor— he visto desaparecer/ a casi todas mis hermanas, / y en su lugar alzarse a las intrusas, / poderosos los flancos, / alta y desafiadora la cerviz. / Una a una, a su turno, / ellas me han ido rodeando/ a manera de ejército victorioso que invade/ los antiguos espacios de verdura, / desencaja los árboles, las verjas, / pisotea las flores.”
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