Crítico cubano Enrique Colina protesta contra la censura en el arte

“Sobre la censura y sus demonios” se titula el texto de Enrique Colina que circula por correos electrónicos y en las redes sociales

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Este artículo es de hace 9 años

Por toda Cuba, y fuera de la Isla, circula por correos electrónicos y redes sociales un escrito del crítico y cineasta cubano Enrique Colina en contra de la censura practicada en Cuba a diversas obras de arte, y en particular la prohibición aplicada contra el también cineasta y director de escena Juan Carlos Cremata. A continuación, se reproducen fragmentos del texto de Colina:

“La censura artística practicada en Cuba durante estos 56 años contra obras y creadores de la cultura, en favor de una supuesta defensa de la Revolución ha derivado paradójicamente en un boomerang contra el prestigio político del proceso revolucionario, el mismo que fomentó y desarrolló desde su inicio las diversas expresiones artísticas que hoy sustentan y refuerzan nuestra identidad nacional y garantizan la continuidad del legado positivo de esta etapa de nuestra historia”. (…)


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“Recientemente y en contradicción con la apelación hecha por la más alta instancia de gobierno de asumir la realidad con sentido crítico, honestidad y compromiso ético, reconociendo que la unanimidad de criterios es una falacia de simulación, se han lanzado ataques contra un escritor cuya obra literaria y periodística es ejemplo de seriedad y sinceridad en el reconocimiento de nuestras actuales carencias materiales y espirituales, además de ser un genuino exponente de una comprometida y auténtica cubanía. Hablo de Padura y refiero también la estúpida prohibición de la película inspirada en su novela, Regreso a Ítaca, que meses más tarde fue exhibida durante una semana de cine francés, más para guardar las apariencias que como reconocimiento del error de soberbia cometido”. (…)

“Así llego finalmente al punto de partida que me ha motivado a escribir estas líneas: la prohibición de la obra teatral de Juan Carlos Cremata y la suspensión de su ejercicio como director teatral. Por ahí me viene en el recuerdo aquellos años en que el teatro cubano que había alcanzado su esplendor con el triunfo revolucionario sufrió aquella “parametración” purificadora cuyos prejuicios aberrantes y represivos resultaron en frustración, ostracismo y exilio para creadores y artistas que sólo estaban enriqueciendo con su arte ese patrimonio cultural que sabemos constituye el soporte y sostén de nuestra identidad nacional. (…)

Tampoco voy a detenerme a polemizar acerca de la obra en cuestión con la que puede uno estar de acuerdo o no, gustarle o no su puesta en escena… no, sólo quiero señalar que considero improcedente que algunos –que no son artistas ni han aportado nada a la cultura nacional- se erijan nuevamente en jueces inquisidores y que, uncidos de una autoridad efímera, decidan frustrar el destino de un artista, de un creador cuya obra en el cine y en el teatro es ya patrimonio de nuestra cultura”. (…)

“El caso Cremata entra dentro del debate ideológico que ha marcado el destino de un proceso que necesita mantener despierta la memoria histórica de su quehacer cultural para no seguir cometiendo y soportando errores que vulneran ese valioso tesoro cultural, termómetro crítico que ninguna censura logrará desconectar mientras seamos capaces de actuar en consecuencia y compromiso con nuestro deber ciudadano”.

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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.


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