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Lo que durante mucho tiempo fue un remedo, añoranza del pasado o utopía silenciosa de unos pocos, es ya hoy una realidad aprobada. Las cuatro primeras compañías de viajes en ferry norteamericanas han recibido aprobación por parte del Departamento del Tesoro de Estados Unidos para efectuar viajes a Cuba. Esta, junto con la propuesta de excluir a la mayor de las Antillas de la lista de países patrocinadores del terrorismo, es el segundo paso en firme para un estrechamiento en las relaciones de ambos países vecinos.
Baja Ferries USA, Havana Ferry Partners, United Caribbean Lines y Airline Brokers serán las compañías pioneras encargadas de inaugurar la ansiada ruta. Unas tres horas de viaje, unas condiciones de confort, mayor capacidad de equipaje y unos precios que rondarán según ha trascendido los poco menos de trescientos dólares, hacen de esta opción una muy atractiva nueva vía de conexión entre Florida y la Habana que cambiará el panorama turístico de la Isla caribeña y hasta la propia fisonomía de sus puertos.
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Con respecto a quiénes tendrán autorización para efectuar los viajes en ferry entre Estados Unidos y Cuba, el Departamento del Tesoro, en su página web detalla: cubanos o ciudadanos de terceros países con visado válido de entrada a Estados Unidos, personas que efectúen viajes de negocios, representantes de países u organizaciones intergubernamentales de las cuales los Estados Unidos tengan calidad de miembro u observador, se incluyen, además, todas las personas cuyo documento de viaje sea un pasaporte diplomático y los familiares más allegados que los acompañen.
Aunque aún no es posible que los norteamericanos efectúen libremente viajes de turismo a la Isla, pues para ello debería levantarse el vigente embargo a Cuba, la existencia de esta nueva alternativa de comunicación dibuja un horizonte más halagüeño en las recientemente restablecidas relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
Si a todo lo anterior, agregamos la ampliación de nuevas rutas aéreas entre Estados Unidos y Cuba, es más que evidente la inyección de capital, económico y hasta de contacto humano, que presumiblemente tendrá la sociedad cubana. La rapidez con la que se escribe la historia impide, en ocasiones, el distanciamiento necesario como para calibrar y sopesar la trascendencia de los acontecimientos vividos, pero sin dudas, que La Habana (y Cuba) vuelva a estar nuevamente cerca de Estados Unidos es algo que muchos cubanos no soñaron ver y que con independencia de los posicionamientos ideológicos y hasta de los trasfondos que pueda haber, será algo provechoso para la tan necesitada economía cubana.
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