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La muerte de Oswaldo Payá deja un «vacío de liderazgo» en la oposición cubana, excluida de toda actividad política por el régimen comunista y debilitada por sus propias divisiones. «La muerte es un gran golpe para la oposición. Payá diseñó una senda para un cambio político anclado en la sociedad», asegura Michael Schifter, presidente de Diálogo Interamericano, un centro de estudios de Washington. «Realmente es una pérdida irreparable. Fue un incansable luchador por la unidad de la oposición. No se ha logrado, pero Payá demostró con sus proyectos cívicos que es posible», afirma la líder de las Damas de Blanco, Berta Soler. Payá alcanzó notoriedad en mayo de 2002 cuando entregó al Parlamento cubano 11.020 firmas en respaldo a una iniciativa llamada «Proyecto Varela». «Su mérito estaba en haber estructurado una agenda moderada basada en demandas salidas de la calle, para retar al Gobierno a partir de su propio orden constitucional», afirma el analista cubano Arturo López Levy, profesor de la Universidad de Denver. «Su muerte deja un vacío de liderazgo en la diezmada oposición cubana», que «se debate entre erráticas declaraciones hostiles a las gestiones mediadoras de la Iglesia Católica y una falta de hoja de ruta», escribe en un artículo publicado en el portal Infolatam. Levy agrega que «a diferencia de la oposición bloguera que sueña con las revoluciones de Twitter y Facebook, Payá sabía que para retar al Partido Comunista, la clave estaba en la organización, la organización y la organización». El «Proyecto Varela» exigía un referendo para aprobar reformas políticas y libertades civiles y económicas. La respuesta del entonces presidente Fidel Castro fue doble: convocó su propia consulta, que declaró «irrevocable» el socialismo en Cuba, y desató una ola represiva contra los seguidores de Payá. En marzo del 2003, el Gobierno «arrestó a la crema y nata de los cuadros intermedios del Movimiento Cristiano Liberación (MCL), que había fundado, dejando a Payá cual general sin capitanes. El MCL nunca se recuperó», recuerda López Levy. Payá no fue tocado; de hecho jamás estuvo preso, salvo breves arrestos y un período de tres años de trabajo obligatorio en lugar del servicio militar que él calificó de «trabajo forzado». Tras la redada, las esposas e hijas de los detenidos crearon las Damas de Blanco, que se han convertido en el grupo más visible de la oposición interna. Sin embargo, ni las Damas de Blanco ni ningún otro grupo ha logrado cohesionar a tantos disidentes como hiciera Payá hace una década. Él «logró movilizar y cohesionar a la oposición en Cuba con sus proyectos», dijo Guillermo Fariñas. Es tremendo que la última vez que se vio junta a la dividida resistencia al castrismo fuese en su funeral. Fuente: La Voz de Galicia.es
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