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Por guarosa, generosa y cariñosa Olga Tañón conquistó La Habana

En un concierto de casi dos horas la boricua Olga Tañón demostró su clase estelar, y lo mucho que tiene en común con sus amigos cubanos.

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Este artículo es de hace 8 años

Con las imprecisiones en los tiros de cámara y los problemas de audio típicos de este tipo de espectáculos en Cuba, transcurrió cálidamente el concierto de Olga Tañón en la Tribuna Antimperialista titulado Promesa cumplida, en tanto la artista había expresado con firmeza su voluntad de venir a Cuba para cantar de gratis, para el pueblo, y así lo hizo.

El concierto fue piedra al canto de las profundas afinidades cubano-boricuas, hasta resultar difícil distinguir a unos de otros en los numerosos coristas y bailarines que acompañaron a la cantante en diversos momentos de la presentación, como para “tirarle un cabo” cuando le fallaba la voz, o en los momentos en que la solista se tomaba un “break” hidratante.

Además de la plena compaginación entre boricuas y cubanos (que alcanzó su cúspide cuando Descemer Bueno y Qva Libre la acompañaron en Tú eres la razón, y pusieron a bailar a la concurrencia) el concierto destacó por la indudable religiosidad de la cantante, que comenzó a cantar con la célebre y mística Aleluya, de Leonard Cohen, para luego reiterar, en varias ocasiones, su agradecimiento a Dios y a la Caridad del Cobre.

También hubo un momento oficial, cuando le otorgaron a la artista la llave de La Habana, luego de leer un comunicado que resultaba bastante inoportuno. La entrega de las llaves estuvo bien, la lectura de un comunicado es impensable en un concierto bailable.

Aparte de sus alusiones religiosas, y de frases de un misticismo ambiguo como “la fe no te la quita nadie”, Olga también celebró, indirectamente, el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos con un breve discurso sobre la necesidad de perdón y olvido, y de seguir pa’lante, mirando al futuro. En otro momento, expresó su deseo de que todos los cubanos del mundo se puedan abrazar.

La famosa merenguera tuvo también numerosas frases de elogio para los músicos cubanos (Joaquín Betancour fue el director artístico del espectáculo, y la acompañaron, entre otros, el Coro Diminuto, el saxofonista César López y el tresero Pancho Amat) y hacia el final del concierto aseguró que se iba a elaborar un DVD con esas imágenes y los dividendos serían donados a las escuelas de arte y las de enseñanza especial que ella decidió amadrinar.

Todo el tiempo dicharachera y retozona, fiel a su imagen de mujer empoderada, Olga Tañón demostró su clase estelar y su dominio de la escena, a pesar de los contratiempos, de los vacíos o “baches”, del audio, de los tiros erráticos de cámara que se iban a panorámica cuando hacía falta un primer plano, y se quedaban con el primer plano cuando era imprescindible la panorámica. Además, Cuba es el único país del mundo donde los camarógrafos entienden que deben olvidarse de los solistas, y de las primeras figuras, y si suena el piano, enfocan al pianista independientemente de su relevancia.

Cuando el concierto fue concluyendo, luego de casi dos horas, y Olga se unió a Kiko Ruiz para interpretar un popurrí de temas clásicos cubanos como Lágrimas negras o Guantanamera, quedó en los espectadores la sensación de algo más que una promesa cumplida, se trataba mejor del regreso de una amiga fiel, alegre, agradecida, generosa y gozona. ¿Quién no necesita una amiga con tantos atributos?

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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.


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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.