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Sobre la historia del tabaco en Cuba

Las características del tabaco cubano hicieron que se le reconociese como el mejor del mundo y ese reconocimiento situó a este producto en la meta de todo buen fumador.


Este artículo es de hace 14 años

Las características del tabaco cubano hicieron que se le reconociese como el mejor del mundo y ese reconocimiento situó a este producto en la meta de todo buen fumador.

La falsificación del habano cubano comenzó temprano. Esto hizo que los empresarios agrupados en la Unión de Fabricantes de Tabaco de La Habana obtuvieran por Real Orden de 27 de marzo de 1889 el derecho de garantizar la procedencia de sus producciones mediante una precinta cuyo uso se reservaba en exclusiva a los dueños de fábricas. Esa precinta fue sustituida el 16 de julio de 1912 por una precinta de garantía del gobierno de Cuba, creada por una ley impulsada por el parlamentario Luis Valdés Carrero, que había llegado a la Cámara de Representantes desde las filas de los tabaqueros.

De millar común

La industria tabacalera cubana se reorganizó a partir de 1827. Había entonces dos tipos de tabacos. Los llamados de «regalía», de mayor calidad y alto precio, y los «de millar común», inferiores y baratos. La reorganización de la industria hizo que los productores prestaran mayor atención a los tabacos de «regalía». Se registraron las primeras marcas para amparar el producto y empezó a prestarse especial atención al habano destinado a la exportación.

En 1810 abrió sus puertas la fábrica de Bernardino Rencurrel, en la calle Muralla esquina a Oficios que es la fábrica habanera más antigua de que se tienen noticias. Con el tiempo surgieron marcas como Partagás, H Upmann, La Corona, Por Larrañaga, El Fígaro, La Reforma, La Africana y muchas otras. En los comienzos de la industria solo existía el tabaco parejo con la perilla torcida en forma de cola de cerdo. Se le llamaba de «rabo de cochino». Esa forma de hacer subsistió hasta 1845. La sustituyó la perilla llamada de «ojo de perdiz», redonda y pegada primero con almidón, luego con engrudo de harina y finalmente con goma tragacanto.

La competencia entre las marcas y los caprichos de los fumadores propiciaron el surgimiento de distintos tipos de vitolas. Se dividieron estas en parejas y figuradas. Las primeras tienen forma cilíndrica. Las otras, llamadas también ahuevadas, adoptan ciertos abultamientos en el centro o en los extremos.

Vitolas comunes en el siglo XIX fueron las denominadas federales, novedades, imperiales, liliputanas, brevas, Londres, Reina María... Otra se denominó Victoria.

En 1900 inició sus actividades la Havana Commercial Co., entidad conformada por empresarios norteamericanos y británicos y que pronto fue conocida, popularmente, como El Trust. Otra empresa foránea comenzó a moverse asimismo en la capital de la Isla, la Cuban Land & Leaf Tobacco Co. La primera pretendía adquirir el monopolio de la manufactura del tabaco, en tanto que la otra perseguía igual propósito con los cultivos.

Esas intenciones se frustraron ante la tozuda negativa de los vegueros a vender sus tierras y de los industriales a desprenderse de sus fábricas. Con todo, las marcas de tabaco de la época se agruparon en dos bandos: las que pertenecían al Trust y las que siguieron en manos de sus propietarios, con lo que la exportación del torcido se dividió aproximadamente en dos mitades.

Las peculiaridades de cada mercado y el gusto de los fumadores hicieron que el habano, distinguido ya por su procedencia, comenzara a clasificarse a partir de la zona donde había sido cosechado. Varias zonas de cultivo existen en Cuba. La de Vuelta Abajo corresponde a la región más occidental de la provincia de Pinar del Río. Parte de una línea imaginaria, trazada de norte a sur, desde Consolación hasta Río Hondo, pasando por Herradura, y la conforman Consolación del Norte, Mantua, Pinar del Río, Viñales, Guane, San Juan y Martínez, San Luis y Consolación del Sur. Este territorio se subdivide a su vez en cinco subzonas: Costa Norte, Lomas, Llano, Remates-Guane y Costa Sur. Los términos de San Juan y Martínez y San Luis corresponden al Llano, y allí se encuentran las más afamadas vegas de tabaco del mundo.

La zona de Semi Vuelta se ubica asimismo en la provincia pinareña, desde Herradura hasta Las Martinas, en tanto que la zona de Partido se localiza en La Habana. Forman parte de ella los territorios de Alquízar, Bejucal, Caimito del Guayabal, Güines, Güira de Melena, La Salud, Madruga, San Antonio de los Baños y Santiago de las Vegas y también los de Guanajay y Artemisa.

La zona tabacalera más extensa es la de Vuelta Arriba o Remedios. Se extiende por regiones de las tres provincias centrales y llega a Ciego de Ávila y Camagüey. A la zona de Oriente corresponden las áreas de Alto Songo, Bayamo, Jiguaní, Mayarí y Sagua de Tánamo.

El tabaco cosechado en cada una de esas zonas tiene sus peculiaridades. En Vuelta Abajo se obtienen las capas más finas para las vitolas de alta calidad. La Semi Vuelta produce buenos capotes. Las producciones de la Vuelta Arriba, muy solicitadas por el mercado norteamericano antes de la implantación del bloqueo, siguen teniendo demanda en el exterior y en el comercio nacional, al igual que las cosechas de la zona de Oriente.

Aparece el cigarrillo

Al extenderse por el mundo el hábito del tabaco, las preferencias establecieron modalidades diversas para su consumo. El rapé y la pipa predominaron en los primeros tiempos. Más tarde, el tabaco torcido. Hubo momentos en que estuvo muy en boga la costumbre de masticar las hojas, bien en su estado natural o en forma de rollos o tabletas llamadas andullo, que no era otra cosa que hojas de tabaco prensadas a la que se añadía alguna que otra sustancia. Sería el cigarrillo el último hijo del tabaco en hacer su aparición.

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