El régimen cubano, a través de su Ministerio de Relaciones Exteriores, emitió un comunicado condenando enérgicamente los recientes ataques aéreos de Israel en Líbano y Siria, incluyendo bombardeos en áreas cercanas a las sedes diplomáticas cubanas en Beirut y Damasco.
La declaración denuncia las acciones israelíes como una "flagrante violación del Derecho Internacional y el Derecho Internacional Humanitario".
El comunicado subraya su rechazo particular al ataque aéreo realizado el pasado 14 de noviembre contra el barrio residencial de Mezzeh, en Damasco, que alberga oficinas de Naciones Unidas y misiones diplomáticas, incluyendo la representación cubana.
Asimismo, critica los bombardeos diarios en el suburbio sur de Beirut, en proximidad al área de Hazmieh, donde también opera una sede diplomática cubana.
La Cancillería cubana solicitó al Secretario General de la ONU y al Consejo de Seguridad que asuman su "responsabilidad principal en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales".
Además, llamó a la Asamblea General de la ONU a intensificar los esfuerzos para un alto al fuego inmediato y evitar una mayor escalada del conflicto.
El gobierno cubano no solo condenó las operaciones militares israelíes, sino que reiteró su narrativa tradicional contra Israel, calificándolo como una "Potencia Ocupante" que, con el respaldo de Estados Unidos, perpetra un "genocidio contra el pueblo palestino" y desestabiliza Oriente Medio.
Acusó a Washington de proporcionar apoyo militar, político y logístico, fomentando una "peligrosa escalada que compromete la estabilidad regional e internacional".
En línea con su política exterior, el régimen cubano reafirmó su solidaridad con las naciones "agredidas" y respaldó la creación de un Estado Palestino independiente con fronteras previas a 1967 y Jerusalén Oriental como capital. Además, instó a la admisión de Palestina como miembro pleno de la ONU.
Esta postura no sorprende, dado el apoyo histórico del régimen cubano a grupos como Hamás y Hezbolá, así como su estrecha alianza con Irán, principal patrocinador de estos actores en la región.
A finales de septiembre, el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel lamentó la muerte del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, ocurrido tras un ataque aéreo israelí en Beirut.
De igual forma, a finales de julio, Díaz-Canel transmitió sus condolencias por la muerte del líder de Hamás, Ismail Haniyeh, durante un ataque ocurrido en Teherán, adonde el connotado terrorista se desplazó para asistir a la ceremonia de investidura del nuevo presidente iraní, Masoud Pezeshkian.
Cuba, que no condenó los ataques de Hamás del pasado 7 de octubre, mantiene una retórica que respalda a actores enfrentados con Israel y Estados Unidos, considerados enemigos estratégicos.
El comunicado, cargado de acusaciones contra Israel, se enmarca en una estrategia política del régimen que busca reforzar sus alianzas con países y organizaciones opuestas a la influencia occidental en Oriente Medio, consolidando su posición en un entorno geopolítico polarizado.
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