El Vedado, en La Habana, se encuentra devastado tras el paso del huracán Rafael, que esta semana dejó una estela de daños significativos en la capital cubana.
Las ráfagas de viento, que superaron los 150 kilómetros por hora, arrancaron árboles de raíz y desprendieron techos y planchas de aluminio de viviendas y edificios.
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Las calles amanecieron bloqueadas por escombros y ramas caídas, mientras que las fachadas de varias construcciones emblemáticas muestran daños evidentes.
El impacto en la infraestructura ha sido igualmente severo, con postes eléctricos derribados y sistemas de drenaje colapsados, generando inundaciones y dificultando los trabajos de recuperación.
A estos daños se suma la crisis eléctrica que enfrenta Cuba, exacerbada tras el huracán. Los vecinos de Nuevo Vedado y El Vedado han salido a protestar contra los prolongados apagones.
Muchos llevan hasta 60 horas sin electricidad, lo que ha generado cacerolazos y manifestaciones espontáneas para exigir soluciones inmediatas.
Las autoridades han reconocido que las reparaciones del sistema eléctrico podrían tomar tiempo debido a los daños extensivos, lo que aumenta la frustración de los habaneros, quienes ya enfrentaban una crisis energética prolongada.
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