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La casi increíble historia de Hershey, un pueblo "fantasma" en Santa Cruz del Norte, siempre me ha intrigado. Movida por la curiosidad, decidí visitarlo personalmente y documentar su estado a través de fotografías.
La mística que envuelve a muchos asentamientos en Cuba, ya sean urbanos o rurales, surge del abandono que sufren por parte de las autoridades. Este olvido los sume en el tiempo y los transforma en reductos de una reclusión voluntaria que atrae poderosamente la atención de visitantes y curiosos.
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Para llegar a Hershey, tomé la lanchita cruzando la Bahía de La Habana y desembarqué en Casablanca. Desde allí, me dirigí a la estación de tren eléctrico para embarcarme en un viaje hacia el pasado.
El tren, que parecía haber quedado estancado medio siglo atrás, estaba lleno de vida. Gente con maletines, jabas y niños pequeños compartían espacio, creando una atmósfera de comunidad en movimiento.
“¿Vas a ‘Jersi’? Pero si allí no hay nada”, me preguntó un anciano al lado mío. Le expliqué sobre las ruinas del antiguo central azucarero, donde se producía el chocolate más exquisito del mundo. Su risa y la mención de Milton Hershey llenaron de vida nuestro diálogo.
Mr. Hershey, quien llegó a Cuba en 1916, compró plantaciones de caña y refinerías para mantener su producción de chocolate en Pennsylvania. Inspirado por su pueblo modelo en Estados Unidos, creó uno similar en Cuba para el bienestar de sus trabajadores, lo que incluía viviendas, centros médicos y educativos, áreas recreativas y hasta un ferrocarril.
Hoy, Hershey es una sombra de su pasado próspero. Al bajar del tren, lo primero que vi fueron los edificios prefabricados que emergieron con las reformas revolucionarias. Adentrándome más, descubrí suburbios que parecían congelados en los años 50, con casas idénticas y jardines meticulosamente cuidados.
Sin embargo, el encanto de Hershey se desvanece al explorar más profundamente. La mayoría de los edificios de la época están en ruinas y el famoso central se erige como un relicario arqueológico. Lo que fue un vibrante parque infantil ahora es solo un amasijo de hierros entre la vegetación densa.
Las ruinas del central, vendido por Hershey en 1946 y nacionalizado tras 1959, cuentan la historia de un auge y declive económico que refleja los desafíos de toda una nación.
Este viaje a Hershey no solo fue una exploración física, sino un viaje a través de la historia de Cuba, un recordatorio de lo que fue y lo que podría haber sido.
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