Imágenes recientes del emblemático Parque Lenin de La Habana reflejan el descuido gubernamental y la falta de opciones recreativas para los niños en Cuba.
En un video publicado por Cubanet, se pueden ver las atracciones del parque detenidas, oxidadas, y rodeadas de maleza, como en una película de miedo.
El Parque Lenin, que era considerado el corazón verde de La Habana y símbolo de la felicidad infantil en la década de 1980, es ahora una dolorosa muestra del abandono institucional en Cuba.
Esta área recreativa, que en sus mejores años fue un lugar de diversiones, cultura y naturaleza, se encuentra en un deplorable estado de deterioro, fruto de la desidia del régimen y la crisis económica que oprime al país.
En sus orígenes el Parque Lenin fue un espacio que intentó garantizar entretenimiento para los niños y las familias cubanas. Se creó a partir de un ambicioso proyecto de reforestación con miles de árboles, y ofrecía a los habitantes de La Habana un oasis donde disfrutar de la naturaleza, la cultura y la gastronomía.
Tenía restaurantes, cafeterías, centros culturales y una gama de ofertas recreativas, que iba desde paseos en pony, rodeos, recorrido en tren hasta lo más grandioso era el parque de diversiones, con atracciones como la estrella, el deslizador acuático y la montaña rusa.
El Parque Lenin era la joya de la corona de los espacios públicos de la ciudad, pero de eso no queda nada, desde hace años.
En 2022 se organizó su reapertura para celebrar el 50 aniversario, con apenas unas ocho atracciones infantiles, pero en menos de un años se fueron apagando una a una.
El gobierno cubano ha demostrado su incapacidad para proporcionar espacios de esparcimiento que sean seguros y atractivos para la infancia cubana. No son capaces de conservar ni siquiera los proyectos creados por los líderes comunistas.
El deterioro del Parque Lenin es también un reflejo de la problemática más amplia que se cierne sobre la isla, la crisis económica.
La escasez de combustible y los continuos apagones anulan la posibilidad de sustentar proyectos de este calibre. Sin inversión ni mantenimiento, el emblemático parque se asoma al precipicio de la irrelevancia, engullido por la vegetación y el olvido, un eco sombrío de su anterior gloria.
Es esta penosa realidad la que invita a meditar sobre las prioridades de un gobierno que parece haber olvidado a su gente, y en especial, a sus niños, privándoles de la alegría y el bienestar que espacios como el Parque Lenin solían garantizar, sobre todo porque no existe otro parque de diversiones de tal magnitud en Cuba.
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