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“La vida es dura, pero la única salida es la revolución y el socialismo”, dijo el miércoles en la Mesa Redonda el ministro de Economía y Planificación de Cuba, Alejandro Gil Fernández tras anunciar las medidas adoptadas por el régimen para encarar la grave crisis que sacude el país.
Al día siguiente, los espirituanos que pudieron leer el periódico oficialista Escambray, se tropezaron con la noticia de que -ante el déficit de combustible, las afectaciones con el servicio eléctrico y la falta de materias primas- la Empresa Provincial de la Industria Alimentaria en esa provincia restó 20 gramos a la ración de pan que reciben por la libreta desde hace días.
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Manuel Hung Varela, director de Producción en dicha entidad explicó al citado medio que “desde hace algún tiempo”, la empresa enfrenta “carencias de materias primas como la harina de trigo, azúcar, huevos y otras, que resultan determinantes en la formulación de diversos alimentos”.
Por ello, las autoridades provinciales acordaron restar 20 gramos de pan a la ración diaria que reciben los cubanos por la canasta, quedando en 60 gramos y a un precio de 0.75 centavos.
Los residentes de la cabecera provincial seguirán recibiendo 80 gramos (lo habitual), pero los residentes de los otros siete municipios de Sancti Spíritus verán esfumarse 20 gramos de pan, “hasta tanto se estabilice el arribo de harina de trigo al país en los niveles requeridos”.
Con vistas a garantizar las producciones básicas, dijo Hung Varela a Escambray, permanecerán paralizadas otras empresas de la Industria Alimentaria, como las fábricas de galletas dulces y saladas, la de barquillos, las de conservas, las unidades que solo producen repostería, además de las de raspaduras, caramelo, pastas alimenticias y otras.
Además, “en momentos de contingencia como este se incrementa el uso de la tracción animal para el traslado del pan hasta las bodegas y demás establecimientos, bajo el cumplimiento de las medidas higiénico-sanitarias establecidas”.
Adentrándose en la hambruna con “resistencia creativa”, el régimen cubano ordenó la paralización temporal de todas aquellas empresas espirituanas que dependen de la energía eléctrica, el combustible o que consumen materias primas deficitarias para la elaboración de alimentos.
Hasta las raspaduras y los caramelos, que básicamente requieren de azúcar para su elaboración, están desaparecidas de la oferta de alimentos. Cuba, histórico productor azucarero, no cuenta con azúcar suficiente para la población en tiempos de “continuidad”.
En su discurso en la clausura de X Congreso de los CDR, el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel reconoció que el déficit de combustible trae problemas en “la distribución de alimentos”, entre otros.
“Todo esto se ha analizado, lo estamos enfrentando creativamente, con decisión, sin miedo. Con coraje y con optimismo, y también por qué no decirlo con guapería cubana porque aquí no se rinde nadie”, dijo el líder de la “continuidad”.
El mismo que, junto a destacadas figuras de su ejecutivo, prometió que el 2023 sería un año mejor y, a falta de tres meses para acabar el año, los cubanos hacen balance y llegan a la conclusión de que están todavía peor que antes… y sin perspectivas esperanzadoras a corto plazo.
A comienzos de septiembre, las familias de Ciego de Ávila empezaron a recibir un pan normado de solo 50 gramos, en lugar de los 80 acostumbrados, debido a la escasez de harina que se padece en Cuba.
El funcionario Yadiel Pérez Téllez, coordinador de Programas y Objetivos en el gobierno provincial, explicó a la prensa local que no sabían cuando podrían volver a producir un pan dentro de “la normalidad”, aunque aseguró que “en la medida en que arribe la harina necesaria a Cuba y tengamos la seguridad plena de que podamos restablecer su cobertura, volveríamos al habitual, es decir, al de 80 gramos”.
La carestía de pan provoca largas colas en todo el país frente a las panaderías y establecimientos de venta de alimentos, como la que reportó el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) a comienzos de septiembre en Santiago de Cuba, denunciando además su pésima calidad.
Este miércoles, Gil Fernández admitió las dificultades y carencia de créditos para garantizar los alimentos de la canasta básica normada de la población, y reconoció que “la vida es dura, pero la única salida es la revolución y el socialismo”.
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