El humorista cubano Limay Blanco donará las ganancias de un espectáculo humorístico que ofrecerá este sábado para comprarle una vivienda a una familia necesitada en La Habana.
El popular comediante llamó a sus seguidores a que vayan esta noche a verlo actuar en el Café Cristal del Cotorro, donde todo el dinero que se recaude se destinará a comprar la vivienda número 21, de un plan de 100 que él se ha propuesto entregar a personas necesitadas.
"Reserva tu mesa al 76823333, te espero, esto es por una buena causa", pidió.
La intención de Limay es darle esa casa a una mujer que vive hacinada con sus tres hijos en un cuarto "prestado", sin medios básicos, al punto que tuvo que vender su pelo para poder comprarles comida a los niños.
El actor se conmovió tanto con su situación, que decidió darle una sorpresa por el Día de las Madres: envió un taxi a recogerla en su casa para llevarla a una peluquería particular donde le pusieron unas extensiones y le hicieron la manicura, todo de forma gratuita.
También compartió el momento en que pudieron entregarle un refrigerador y un televisor a la mujer, ya que no disponía de un electrodoméstico donde conservar los alimentos, y el único que tenía, roto, fue convertido en clóset.
A través de su proyecto humanitario "Cristo Cambia Vidas", sostenido gracias a las donaciones de personas generosas, Limay Blanco ha logrado entregar varias viviendas a familias vulnerables.
A comienzos de abril, hizo entrega formal de una casa ya amueblada a una madre que vivía con sus tres hijos en pésimas condiciones. La vivienda número 19 de su proyecto humanitario posee dos cuartos y está ubicada en el reparto Mantilla, en el municipio Arroyo Naranjo, La Habana.
La semana pasada, el humorista y filántropo se conmovió al encontrarse con tres niños de Pinar del Río que le pidieron dinero para comprar comida y que sobreviven vendiendo latas como materia prima.
"Qué triste, qué está pasando, por qué hemos llegado a esto, qué nos pasó", cuestionó.
Después de eso, los invitó a comer en una paladar y cuando terminaron de saciar su hambre, se llevaron para sus casas lo que quedó.
Blanco confesó que tenía ganas de llorar con la historia de estos tres niños, y lamentó no poder hacer más por ellos.
"Estos tres niños deberían estar en sus casas, viendo los muñequitos o jugando con sus juguetes, pero les tocó esta vida" acotó.
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