La desigualdad preocupa al régimen cubano, sobre todo porque constituye “un gran detonante de la irritación popular”, y porque las causas de esa irritación –la crisis en Cuba– “no se van a resolver a corto plazo”.
Así lo presentó en la Televisión Cubana el vocero del régimen y conductor del programa Con Filo en su emisión de este martes, en la que abordó las protestas desatadas el pasado sábado en Caimanera, con su particular enfoque manipulador de “realidades y distorsiones”.
“Esas desigualdades nos deben preocupar y seguir ocupando, porque son un gran detonante de la irritación popular, porque hay personas que pueden llegar a sentirse relegadas y, en esa condición, cualquier chispa puede iniciar el fuego; ese fuego que, oportunistas, nuestros enemigos tratarán de avivar por todos los medios”, dijo el presentador Michel Torres Corona.
El Partido Comunista de Cuba, asistido por los cerebros de la Contrainteligencia, busca cómo trasladar a los cubanos una idea impensable en los tiempos del “socialismo real”: la de que en la sociedad cubana conviven ricos y pobres en un ecosistema desigual, que les preocupa solo en tanto pueda amenazar el statu quo y su permanencia en el poder.
Culpando a Estados Unidos y su embargo de la situación económica de Cuba –un argumento cada vez más desvalorizado en la sociedad–, el régimen busca la manera de trasladar a la población una imagen de gobierno preocupado y disgustado por la existencia de desigualdades, pero atado de pies y manos con “el bloqueo” para solucionarlas.
“En la sociedad que hoy tenemos se han reproducido desigualdades en las que una persona gana 3,000 pesos al mes y otra puede gastarse 300,000 en una noche en un concierto de reggaetón”, dijo Torres Corona, expresando una realidad lacerante de manera caricaturesca, como si las habilidades crematísticas de las personas fueran la causa de la desigualdad, en vez de las erradas políticas económicas y monetarias implementadas por el régimen.
En su afán de desviar la atención de sus responsabilidades en la crisis de Cuba, del fracaso de sus políticas económicas y de su incapacidad para implementar aquellas que destraben las fuerzas productivas y dinamicen la producción y el consumo, el régimen cubano se muestra inconforme con la realidad que ha construido y declara su voluntad de perseguir sus consecuencias (la desigualdad) y no sus causas (el capitalismo de Estado socialista que implementa por y para el interés de sus élites).
Con el monopolio de la violencia ejercido de manera dictatorial, y llevando al extremo el control totalitario de la sociedad, dichas élites ejercen un terrorismo de Estado que impide la libre expresión y la articulación de la sociedad civil en torno a propuestas y visiones de país alternativas.
Sin embargo, el Palacio de la Revolución tiene miedo. Tiembla el gobernante Miguel Díaz-Canel y su séquito cada vez que se enciende un foco espontáneo de protestas populares. Manda a sus legiones de voceros a regar la “matriz de opinión” de que todo es culpa del “bloqueo”, de la CIA, de “la manipulación mediática” y esos “odiadores” del exilio a los que solo quieren enviando remesas a Cuba en silencio.
“La situación en Cuba hoy, que puede ser más complicada fuera de los municipios capitales, es caldo de cultivo para ese tipo de protestas. Hay escasez, apagones, dificultades que tributan a la irritación”, reconoció el presentador de Con Filo, un individuo que ya ha conocido el grado de aceptación que tiene entre los cubanos que no pueden ver otra televisión que la del Estado, en poder del régimen que les maltrata y ningunea, entre otras vías, por la del adoctrinamiento y propaganda de programas como el suyo.
En sintonía con la “nueva narrativa del régimen”, que en estos días se declara impotente para resolver la crisis del combustible, los apagones o el deterioro de los servicios públicos, como la salud y la educación, Torres Corona dejó caer el mantra que repite ahora la “continuidad”.
“A corto plazo no podemos resolver esos problemas. En tanto siga habiendo crisis puede haber protestas; es inevitable. Tenemos que ver cómo lidiamos con ellas, cómo entablamos un diálogo con aquellos que se sienten abrumados, sin paciencia ya”, dijo el presentador.
Buscando el camino discursivo para la normalización de una situación (protestas por irritación popular) que no puede solucionar y que erosionan la supuesta base de “legitimidad popular” de la que el régimen siempre presumió, Torres Corona terminó reconociendo con la boca pequeña que, más allá del “bloqueo”, las protestas que protagonizan los cubanos son indicador de que “algo no estamos haciendo bien”.
Curiosa conclusión de un personaje y el andamiaje que le sostiene en prime time, cuando en su propio programa dedicó las tres cuartas partes a restar importancia y significado a las protestas de Caimanera, proyectando infestos materiales propagandísticos de Cubainformacion y otros fragmentos que no pretenden otra cosa que seguir manipulando a un pueblo cansado de desigualdades, pero también de mentiras.
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