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Un anciano con hambre se desmayó en plena calle Aguilera, de la ciudad de Holguín, y recibió ayuda de transeúntes que pasaban por el lugar.
La escena fue presenciada por varias personas que esperaban en una parada de autobús en la acera opuesta, según informó la agencia de noticias independiente CubaNet.
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Un hombre lo reconoció como "Chino" y trató de ayudarlo a incorporarse, pero el anciano no volvió en sí. En un pequeño vaso plástico, el individuo puso dos billetes de 10 pesos que, al parecer, el anciano había recibido como limosna.
Esta situación alarmó a una mujer que gritaba pidiendo ayuda para el anciano, indicando que era un ser humano y que pasaba hambre y necesidad.
Los transeúntes presentes en el lugar prestaron ayuda en lo que esperaban una atención médica inmediata, que nunca llegó.
El anciano, sin camisa, con un pantalón sucio y sin zapatos, permaneció en el suelo, y sufrió un hematoma en la cabeza, tras el impacto con el asfalto.
Según algunas personas presentes en el lugar, el hombre vive en una cuartería y tiene una chequera, pero no es suficiente para cubrir sus necesidades básicas.
En Cuba, casi el 20 por ciento de la población tiene 60 años o más, y las pensiones que reciben las personas jubiladas son ínfimas y no cubren las necesidades básicas de los adultos mayores. Esto se agrava aún más con la galopante inflación tras la puesta en marcha de la llamada Tarea Ordenamiento, que ha disparado exponencialmente los precios de los alimentos.
La situación del anciano desmayado en plena calle es una muestra del grave problema que enfrentan los adultos mayores en Cuba, quienes viven en condiciones precarias y con dificultades para cubrir sus necesidades básicas. La necesidad de ayuda gubernamental y comunitaria para atender a esta población vulnerable es cada vez más apremiante.
En 2021 otro anciano cubano se desmayó mientras hacía una cola para comprar alimentos en La Habana, y ante la falta de ambulancia, lo trasladaron en un bicitaxi.
Un año después, otro hombre mayor de edad falleció mientras hacía una cola en las oficinas del carnet de identidad, de Guanabacoa, pero su cadáver estuvo en el lugar durante horas, a la espera de un carro funerario que lo recogiera.
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