Un bodeguero de La Habana se robó los alimentos de sus consumidores, los vendió y luego se fue del país.
El hecho ocurrió en octubre pasado, pero fue dado a conocer el martes por una de las afectadas, quien hasta el momento no ha podido adquirir sus productos.
Ana Ivis Galán García, residente en el municipio Diez de Octubre, debe comprar sus alimentos normados en la bodega sita en la calle Destrampes, entre Freyre Andrade y Aranguren, en el reparto Sevillano.
En octubre, ella y sus vecinos se enteraron del robo y posterior fuga del bodeguero, algo que no le sorprendió demasiado, pues según refiere, en ese establecimiento roban con frecuencia o los propios dependientes venden los productos para saldar sus deudas.
Dos meses después, Galán García, periodista de profesión, sigue sin poder comprar los artículos correspondientes a ese mes.
El 24 de diciembre, cuando fue a otra bodega que le asignaron -más lejos que la habitual- el bodeguero le dijo que su libreta de abastecimientos no había sido censada, no aparecía en el "torpedo" que supuestamente debe llevar el control de los clientes que fueron despachados antes del robo y cuáles no.
"El compañero que ayudaba al atento bodeguero, con su frescura en la cara nos dice que no puede despacharnos porque él mismo fue a la bodega, hizo el censo de las libretas 'afectadas' y la nuestra no aparece", relató en su muro de Facebook.
"Otros roban, estafan, venden lo que no es suyo, se llevan el dinero y nosotros, los 'bobos' pagamos. Si nosotros trabajamos, y trabajamos bien duro y sin descanso, que ni tiempo pa' mirarnos la cara en un espejo tenemos, ¿cuándo diablos voy a ese dichoso censo, en que tiempo, en que momento?", cuestionó.
Al regresar a su bodega de origen para reclamar, pero su bodeguera no pudo darle una respuesta.
Por último, Ana Ivis optó por dejarle su libreta a una vecina que le aseguró que ella sí había dado el número de su libreta a la persona que elaboró la lista de núcleos familiares afectados por el robo.
"Me sentí tan molesta, burlada, robada, ofendida por todos: desde el bodeguero, hasta las funcionarias de Comercio del municipio, de la provincia y hasta por la Ministra de Comercio Interior. ¿O es que cada quien es un feudo y las orientaciones de arriba no las escuchan, no les interesan, no tienen que ver con ellos?", criticó.
¿Pa' qué tanto censo, tanto torpedo, tanto papel, si al final no hay control exacto de nada y te tumban donde quiera? ¿Por dónde andan mis mandados? ¿Por fin quién se los robó?", concluyó.
Independientemente del robo de los alimentos por parte del bodeguero, llama la atención todo el mecanismo burocrático implantado por el gobierno para que alguien que ha sido víctima de un delito pueda acceder a sus alimentos, dos meses después del hecho.
El régimen no es capaz de garantizar a sus ciudadanos una alimentación digna, pero sí es experto en crear un engranaje enredado que solo sirve para complicarle la vida a la gente.
Recientemente varios cubanos criticaron el nuevo y complejo sistema para la venta de cinco productos básicos liberados: pollo, picadillo, salchicha, aceite y detergente, diseñado supuestamente para evitar colas tras el fracaso de los llamados anticoleros.
En medio de la escasez generalizada en Cuba, las autoridades exigen ahora la libreta de abastecimientos, el ticket, el carné de identidad y hasta la firma para adquirir el módulo de artículos en las tiendas de La Habana.
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