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La madre del preso político cubano del 11J, Juan Enrique Pérez Sánchez, llegó a Estados Unidos luego de sufrir vigilancia, amenazas y acoso por parte de la Seguridad del Estado en Cuba.
“Mi casa estaba vigilada, acosada. No me dejaban vivir… Me infiltraron personas en la casa, sin yo saber, pensando que eran amistades de mi hijo”, relató este viernes la cubana Daisy Sánchez a América TeVe.
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A los 60 años, la madre de Pérez Sánchez, de 41, tuvo que tomar la difícil decisión de emigrar a Estados Unidos, dejando a su hijo encarcelado en Cuba, sentenciado a ocho años de prisión por su participación en las históricas protestas del 11J en el poblado Vegas, provincia de Mayabeque.
“Hasta los pocos mandados que dan en la bodega, quitaron los de mi hijo. Entonces, cómo iba a subirle yo la ‘jaba’ a mi hijo. Lo poco que daban. Si no tenía con qué”, denunció esta madre que, como cientos de cubanas, sufren por el injusto encarcelamiento de sus hijos que solo ejercieron su derecho a la libre expresión y manifestación.
Sánchez llegó a Estados Unidos tras cruzar la frontera sur, adonde llegó después de volar desde Cuba a Nicaragua. Recorrió territorio centroamericano como decenas de miles de cubanos desde que el régimen de Daniel Ortega eliminó el requisito de visado, el pasado 22 de noviembre.
De momento se encuentra con su otro hijo José Melany, que vive en Phoenix, Arizona. El hermano del preso político insistió a su madre que abandonara la isla luego de que esta soportara la vigilancia, el acoso y la intimidación de los represores del régimen cubano.
“Era una situación muy dura. Mi mamá apenas podía decirme nada, los teléfonos estaban pinchados”, refirió el hijo de Sánchez al citado medio.
A su vez, la madre consideró que podía haber personas que la juzgaran mal por haberse ido del país. “Se fue y dejó a su hijo, dirán. Pero yo no lo metí preso. Fueron ellos; 8 años. Me lo golpearon impunemente, le partieron una costilla, le arrancaron un piercing de la lengua y lo dejaron sangrando”, dijo.
En su travesía hacia Estados Unidos, Sánchez pensó que no saldría viva en un trayecto por México, el país donde más difícil le resultó su paso. “Fui secuestrada, asaltada. Pasé momentos muy duros. Me metieron en casas en condiciones deplorables, con 40 o 50 personas encerradas en un cuarto, con mal olor… hasta chinches había”, describió la mujer.
“Todo el que pueda salir de esa isla, que salga, porque aquello no da más. Cada día será peor”, dijo la mujer en un mensaje a sus compatriotas.
Pérez Sánchez, fue trasladado en marzo de la prisión Melena II, en Güines, a la de Quivicán, mientras mantenía una huelga de hambre iniciada el 26 de febrero.
Su esposa, Dayana Aranda Batista, explicó que el preso político seguía plantado en huelga de hambre en reclamo de su liberación, y por las pésimas condiciones imperantes en el centro penitenciario.
“Ven a buscarme Canel… porque a mí no hay que callarme… a mí lo que hay es que matarme”, dijo el preso político antes de iniciar la huelga de hambre, según su pareja.
Tras conocer en octubre de 2021 la condena de 12 años de prisión que solicitaba la Fiscalía contra Pérez Sánchez, su pareja afirmó haber perdido el temor que la paralizaba y haberse decidido a alzar la voz para reclamar justicia y la liberación de su esposo. Finalmente, su condena se quedó en 8 años, por los presuntos delitos de sabotaje y desorden público.
"Me siento más fuerte que nunca, aunque mi cuerpo no aguante mucho, pero tengo mi mente clara. Va a haber lucha, (...) no pierdo la fe y la esperanza de que algo bueno suceda en este país", destacó el preso político en una carta enviada a finales de julio, escrita desde una celda de aislamiento y con fiebre de 38º C.
A finales de agosto, Aranda Batista dijo que hacía dos meses no podía visitar a Pérez Sánchez en castigo por negarse a una "rehabilitación ideológica" y a cambiar su postura contra el gobierno de la isla.
“Se mantiene en su posición, se niega a seguir usando la ropa de preso común. Le restringieron todas sus llamadas y visitas, le quitaron todos los privilegios para reclusos, y lo mantienen en el mismo destacamento con asesinos que cumplen hasta de 40 años por asesinato”, indicó la joven a Radio Televisión Martí.
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