El gobernante Miguel Díaz-Canel aseguró en la Asamblea Nacional del Poder Popular que los cubanos tienen “dignidad humana y seguridad para vivir”, a pesar de las privaciones y carencias que definen su existencia cotidiana.
Ante los diputados reunidos previo al IX Periodo Ordinario de Sesiones del órgano legislativo, el también primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) se preguntó cómo enfrentar “la asfixia económica”.
Achacando la crisis sistémica del régimen cubano a una supuesta “asfixia económica” provocada por agentes externos, Díaz-Canel aseguró que “lo que queremos hacer, es salvando el socialismo, no vendiéndolo ni privatizándolo”.
“Ahora tenemos privaciones y carencias, pero tenemos dignidad humana y seguridad para vivir”, consideró el gobernante haciendo una valoración de la realidad que le aleja de la percepción generalizada entre los cubanos.
Con los servicios públicos destruidos por la falta de inversión -mientras hoteles y otros sectores dolarizados de la economía en poder de los militares manejan grandes presupuestos de manera opaca-, Díaz-Canel pretende que los cubanos se sientan protegidos por el Estado e investidos de una dignidad que desmienten la represión, la falta de derechos y libertades, y la creciente desigualdad.
Reunidos en el Palacio de Convenciones para analizar “temas de alto impacto” para la población, los diputados cubanos fueron informados de que el gobierno destinó 3,066 17 mil millones de pesos al proceso de vacunación a la población contra la COVID-19.
Además, el Presupuesto estatal “posibilitó respaldar acciones de transformación y atención a problemáticas sociales y materiales en 600 barrios”, de las cuales “se beneficiaron más de 175 mil personas”.
Ante semejante ejercicio de “transparencia” y gestión de la riqueza nacional, “varios diputados insistieron en sus intervenciones en la necesidad de que el pueblo entienda que el Presupuesto del Estado es de todos”.
“Cuando se comprenda de verdad ese concepto, podremos realizar un verdadero control popular”, subrayaron. Por su parte, Díaz-Canel indicó que “la Asamblea Nacional se tiene que parecer cada vez más a Cuba y sus problemas, porque así podremos encontrar soluciones y construir consensos”.
La construcción de consensos en un régimen político unipartidista, cuyos gobernantes proclaman el sistema socialista irrevocable en una Constitución de dudosa legitimidad popular, se antoja todo un desafío; mucho más cuando la disidencia política sigue siendo reprimida con violencia y la libertad de expresión perseguida.
El espacio que pretende abrir la sociedad civil con sus acciones pacíficas sigue siendo calificado por Díaz-Canel como “estrategia de subversión ideológica del imperialismo”. Partiendo de esa premisa, es de suponer que el consenso del que habla el gobernante es entre “revolucionarios” y “compañeros de viaje”.
¿Cómo enfrentar esa estrategia?, se preguntó este miércoles Díaz-Canel ante los diputados. “Y manifestó con total convencimiento que para lograrlo es imprescindible una mayor articulación revolucionaria”.
“Las acciones de nuestro Gobierno siempre están encaminadas a lograr más democracia y justicia social”, aseguró el heredero del poder en Cuba por obra y gracia del dictador Raúl Castro, afirmando que los diputados cubanos “se eligen por su honradez, decencia y disposición de trabajar para la gente”.
Con la capacidad de influencia internacional cada vez más irrelevante, con el oportunismo y la mediocridad cada vez más evidentes de los “cuadros”, con los problemas de los cubanos de a pie cada vez más distantes de sus dirigentes, Díaz-Canel va de un palacio al otro mirando desde su Mercedes Benz cómo resplandece la “dignidad humana” por las calles de un país en ruinas.
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