La escasez de preservativos y otros métodos anticonceptivos en Cuba ha disparado la demanda de test de embarazos entre las mujeres, según un reporte de la prensa oficialista que indagó en las causas del interés de la población por adquirir estas pruebas diagnósticas a través de páginas de compraventa utilizadas por usuarios cubanos de redes sociales.
“Test de embarazo: ni ‘perdidos’ ni suficientes”, tituló Granma un artículo publicado este domingo en el que reconoció que la demanda de test de embarazos en el país supera la oferta, aunque se haya mantenido estable la producción de las pruebas de embarazo a lo largo de este año.
Pero, aunque al órgano oficial del Partido Comunista de Cuba le parezca contradictorio, la estabilidad en la producción no es sinónimo de satisfacción de las necesidades del mercado. Y aunque la producción y distribución de este producto farmacológico se haya mantenido estable, la demanda ha crecido por déficit de otros, como los anticonceptivos.
Precisamente por ello, las páginas de compraventa que frecuentan los internautas cubanos incluyen las pruebas diagnósticas de embarazos entre los productos anunciados: porque existe una demanda insatisfecha, aunque se cumplan y sobre cumplan los planes de producción de las empresas estatales.
Los test de embarazos cubanos HeberFast Line y MaternitiTest II son producidos por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) en la provincia de Sancti Spíritus. Su costo en las farmacias alcanza los 60 pesos (CUP), pero Granma reconoce que su presencia en los dispensarios es “intermitente”.
Pero los ciclos de ovulación de las mujeres y el proceso de fecundación no están sincronizados con los ciclos de producción y distribución de estas pruebas diagnósticas, con lo cual puede ser frecuente el caso de una mujer cubana que desee saber si está embarazada pero no encuentre el test en las farmacias.
En ese caso, la cubana tendrá que recurrir a la oferta de los mercados informales en redes sociales, donde dichas pruebas alcanzan precios entre los 80 y los 200 pesos.
“¿Qué perspectivas productivas existen para dar respuesta a una demanda insatisfecha, y con ello, cerrarle las puertas a un comercio especulativo que lucra con la necesidad real de miles de mujeres en el país?”, se preguntó Granma, calificando de "especulación" un movimiento del mercado que responde a una “demanda insatisfecha”, como bien reconoce el propio diario.
“El propósito es lograr que en las farmacias haya test de embarazo, para que las personas no tengan que comprarlo en otro sitio”, explicó al citado medio Omar Reinaldo Blanco Águila, jefe del Departamento de Producción del CIGB.
En lo que se cumple el propósito de igualar la oferta a la demanda, algo que puede resultar muy difícil en economías comunistas refractarias al libre mercado, el directivo dijo que la entidad “ha adoptado como estrategia la realización de controles estrictos para evitar ilegalidades”.
También han realizado “un monitoreo a las publicaciones en redes sociales, lo que les ha permitido confirmar que la mayoría de las tiras propuestas son importadas”, lo cual es contraproducente, ya que se “corre el riesgo de un posible deterioro del producto, pues los test deben ser resguardados sin exponerlos a altas temperaturas”.
¿Preocupan los riesgos y las ilegalidades a las autoridades cubanas, o les preocupa el “lucro” de quienes llenan el vacío de oferta de ese producto? Si la preocupación es el bienestar de la mujer cubana, bien podrían empezar por atender las causas del aumento de la demanda de estas pruebas diagnósticas.
Según Alenna Rodríguez Almeida, comercial de la empresa provincial de Farmacias y Ópticas de Granma, “la situación se ha complejizado a raíz del prolongado déficit de preservativos, y de la inestabilidad en la entrada de los métodos anticonceptivos orales e inyectables, lo que ha traído como consecuencia que se dispare el número de mujeres interesadas en adquirir esas tiras diagnósticas para detectar, a tiempo, embarazos no deseados”.
En vez de perseguir a la “competencia”, las autoridades cubanas deberían buscar la forma de suplir la demanda de estos productos, aumentando la producción y consiguiendo precios competitivos. Pero, tanto para producir como para subvencionar estos productos, el Estado necesita de una fuerte inversión, y ahí está el problema que callan responsables y prensa oficialista.
No hay acaparamiento ni especulación con los test de embarazo en Cuba; sencillamente, no hay oferta suficiente, pero sí una planificación centralizada, rígida y desligada de las fluctuaciones del mercado. Los propios especialistas del CIGB indicaron que no tiene sentido comprar un test a un revendedor si en las farmacias hay disponibles.
La traducción de Granma a esta sencilla observación de la realidad es que “la ruta de las soluciones apunta hacia el crecimiento en la producción nacional de estas pruebas y su control en las cadenas de distribución, en lo que se perfilan otras alternativas para resolver la falta de preservativos y anticonceptivos”.
A la prensa oficialista cubana le convendría dejarse “preñar” por nuevas ideas que contribuyan a la recuperación de la economía y la transformación de la sociedad, en vez de seguir dando vueltas en la misma noria de la propaganda comunista en la que lleva sesenta años.
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