Washington y La Habana siguen sin explicar las razones de reincluir a Cayo Largo del Sur y Cayo Coco, dentro de los nueve aeropuertos autorizados para operar vuelos directos entre ambos países, según el anuncio oficial de mediados de mayo; que no prevé turismo norteamericano a la isla, mantiene sancionada a Gesa y a Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo.
En ninguno de los dos cayos viven cubanos que, durante muchos años, tuvieron prohibido el acceso a ambos sitios; circunstancia que imposibilita la existencia de emigrados que hayan residido anteriormente allí; circunstancias que descartan los viajes familiares; aunque en el caso de Coco, podría ser usado como aeropuerto alterno a Ciego de Ávila, que no fue incluida en la lista de vuelos autorizados.
El alivio parcial de las sanciones Trump, emprendido por la administración Biden, sigue limitando los viajes de norteamericanos a Cuba a razones educativas y culturales, reuniones profesionales y de investigación; mediante la ampliación de los viajes de grupos para contactos pueblo a pueblo, sin otorgar licencias para viajes individuales persona a persona.
Los cayos Largo del Sur y Coco son destinos exclusivos turísticos y, de momento, no está prevista la llegada de vacacionistas norteamericanos a Cuba ni la autorización de cruceros, vetada en el propio anuncio del gobierno estadounidense, que mantiene a Gaesa, gestora del 48% del turismo cubano, y empresas subordinadas en su lista de entidades sancionadas y al gobierno cubano en la lista de patrocinadores del terrorismo.
En 2019, la administración Trump, limitó los vuelos a La Habana, aunque autorizó carga aérea humanitaria a aeropuertos de localidades del interior que, en ningún caso, incluyó a los cayos Coco y Largo del Sur.
Cayo Largo del Sur
Esta semana, el gobierno cubano y el consorcio internacional Sunwing Travel Group, con sede en Toronto, Canadá, firmaron un acuerdo para que el grupo empresarial Gran Caribe y la cadena hotelera Blue Diamond Resorts asuman la gestión conjunta de todas las instalaciones hoteleras; con 1.348 habitaciones, y extrahoteleras de Cayo Largo del Sur, durante diez años, y renombrando los alojamientos con las bandera Blue Diamond, incluidos Grand Memories, Sanctuary at Grand Memories, Memories y Starfish.
La ejecución del acuerdo está prevista para la próxima temporada alta del turismo en Cuba que, tradicionalmente, transcurre de octubre a junio, y se hará de forma gradual, según Blue Diamond Resort vaya calificando hoteles e instalaciones, en correspondencia con sus estándares y reglas; aunque la estrategia tendrá que adaptarse a las nuevas tendencias del turismo mundial, como pronosticó recientemente el experto cubano José Luis Perelló.
Al no tener conexión terrestre con Cuba ni Isla de la Juventud, Cayo Largo del Sur afronta problemas de desabastecimiento, que deberán ser solventados por los nuevos explotadores, con medios navales o aéreos, circunstancia que eleva sus costes de explotación y deberán prever el posible impacto de ciclones y huracanes, que impedirían, temporalmente, la llegada de barcos y aviones.
Ambas partes reconocieron que sus planes exigirán ampliaciones y remodelaciones del aeropuerto internacional "Vilo Acuña", con una capacidad limitada a 300 pasajeros por hora y una terminal pequeña, y que ya opera vuelos con Argentina, Canadá e Italia; los trabajos de mejora de la infraestructura turística, incluirán también a la marina Marlin, uno de sus principales atractivos de Cayo Largo del Sur, según la evaluación de los socios extranjeros.
El Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) ejecuta estudios previos a labores de dragado en las inmediaciones de los hoteles, donde deberá inyectarse arena para detener su paulatina erosión; tras cuarenta años de explotación turística.
Cayo Largo del Sur fue refugio temporal del fugitivo norteamericano Robert Vesco, que acabó condenado a 20 años, de los que cumplió 13, por un tribunal cubano, por los delitos de estafa y negocios fallidos, y murió en La Habana, a finales de 2007.
Cayo Coco
Cayo Coco fue elegido, en 2016 -bajo el embullo Obama- como el cuarto destino preferido por turistas norteamericanos que viajaron a Cuba; según un estudio sobre el flujo de viajeros, realizado por el periódico Los Angeles Times, basado en datos de agencias y webs turísticas. Siendo Varadero y La Habana, los dos primeros de la lista, en la que también aparecieron Cayo Santa María y Holguín; sin mención alguna a Cayo Largo del Sur, que también tendrá la opción de vuelos directos con Estados Unidos.
La empresa española Meliá tiene una fuerte presencia en Cayo Coco, donde administra cuatro hoteles de diferentes categorías, bajo sus marcas Gran Meliá, Sol y Tryp que; privados de turistas norteamericanos, alojan a viajeros canadienses, rusos, españoles, argentinos y emigrados cubanos con sus familias, que también suelen pagar estancias cortas y/o celebraciones de sus parientes.
En 2020, el grupo Meliá Hotels International renunció a la gestión de tres de sus 35 hoteles en Cuba, el Sol Cayo Guillermo, el Meliá Cayo Guillermo y el Sol Cayo Largo; alegando sus "escasas oportunidades comerciales" y tras el desplome de la actividad turística por la pandemia de coronavirus; maniobra que centró la presencia de la empresa española en La Habana, Varadero, Cayo Coco y Holguín.
Cayo Coco está conectado con la provincia de Ciego de Ávila por un pedraplén de 35 kilómetros de largo, conexión que facilita la logística y el traslado de los trabajadores. muchos de los cuales viajan diariamente entre Turiguanó y el islote, perteneciente al archipiélago Sabana - Camagüey, del que ocupa su porción este.
El islote, situado al centro norte de Cuba, tiene aeropuerto internacional propio "Jardines del Rey", inaugurado en 2002, cogestionado con la empresa Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea, S. A. (AENA), y que cuenta con una única terminal y una pista asfaltada de 3.000 metros de largo por 45 de ancho; y que también recibe a viajeros con destino al vecino Cayo Guillermo, conocido por su magnífica playa Pilar.
Las aguas en torno a Cayo Coco fueron navegadas profusamente por el escritor norteamericano y premio Nobel de Literatura, Ernest Hemingway, a bordo de su yate Pilar, con el que realizó extensas pesquerías, algunas recreadas en su novela "El Viejo y el Mar".
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