El padre cubano Edgar Pérez denunció una plaga de mosquitos en el círculo infantil de su hijo, en La Habana, que tiene al pequeño lleno de picadas en todo el cuerpo y lo obliga a usar ropa de invierno para resguardarse la piel.
Se trata del círculo infantil "Niños de Lídice" ubicado en calle 122 entre 71 y 69, Marianao, La Habana, al que el padre se refiere como “el del basurero en la esquina” para dar de referencia de localización la loma de deshechos sólidos que se acumulan a la salida.
Tras reconocer que el centro educativo para niños “cuenta con buenas seños, directora y trabajadoras en general muy amables y educadas”, lamentó la existencia de “un enjambre de mosquitos”. “Y literalmente estoy hablando de olas de mosquitos”, dijo este miércoles en su perfil de Facebook.
Desde que su hijo comenzó el proceso de adaptación en mayo pasado, el padre se percató de otros problemas además de la basura de la esquina.
“El aula no contaba ni siquiera con un ventilador por falta de electricidad, problema que solucioné hablando con la directora y colocando en alto desde afuera del aula un cable para que llegara al menos para conectar un ventilador”, agregó, aunque aclaró que la opción “no solucionó el ‘ataque vampiro’ los pequeños”.
“Al niño hay que llevarlo cubierto con pantalón largo y mangas largas a pesar del calor, aún así -explicó una de las seños- cuando lo ponen a hacer pipí o caca los mosquitos atacan”, argumentó.
Pérez cuenta que los padres han recurrido a las autoridades locales de salud, pero solo reciben excusas ante la falta de recursos para erradicar la plaga.
“Ya hemos ido al policlínico a pedir una fumigación: No hay para fumigar, según nos explicaron [por] el recrudecimiento del bloqueo, etcétera. Y mientras los mosquitos siguen dándose gusto con los pequeños”, precisó.
También en reuniones de padres han planteado el problema, y una de las educadoras sugirió aplicar repelente para mosquitos en los niños, producto que también escasea en la red de comercio interior.
“¿Dónde hay repelente? Pero además, la solución no debe ser bañar diariamente al niño con un producto químico, ese remedio puede ser peor”, razona el padre y añade que “el niño tuvo dengue hace poco”, enfermedad que pasó sin mayores complicaciones.
La Habana es la segunda ciudad de Cuba con mayor incidencia de dengue, según datos del MINSAP correspondientes a 2021, año en el que se reportó el mayor número de focos de Aedes Aegypti en los últimos tres lustros.
“Me duele dejarlo a diario de plato fuerte” para los mosquitos, lamenta el cubano quien ha contemplado la posibilidad de pedir un traslado a otro circulo infantil, como última opción y se pregunta: “¿existirá el mismo problema en el otro círculo?”.
En una publicación anterior, el padre había expuesto la situación de la recogida de basura y de agua empozada en las calles del centro educativo.
“Se roban los latones de basura para usar las ruedas y el plástico, y entonces la basura se apodera de la calle, como aquí en 122 y 71 frente a un círculo infantil, donde vemos a la basura cruzando a punto de llegar al otro contén. El olor desagradable nos inunda conjuntamente con las moscas”, lamentó.
No solo se trata de las moscas y los mosquitos que generan la acumulación de desperdicios en la calle y que pueden traer enfermedades como el Dengue -que ya padeció el hijo de Pérez y actualmente padecen otros tantos cubanos- o enfermedades diarreicas. También, la presencia de roedores puede ocasionar otras enfermedades como la leptospirosis.
Todas estas patologías, derivadas de las pobres condiciones higiénico-sanitarias, pudieran complicarse ante la crisis de medicamentos e insumos médicos por la que atraviesa el sistema de salud pública.
Abundan las denuncias y pedidos de medicinas en redes sociales y en la prensa independiente por parte de padres que no pueden encontrar lo que necesitan en la red de farmacias del país ni en los hospitales.
Últimamente, los propios doctores cubanos, carentes hasta de talonarios de recetas médicas y modelos para diagnósticos, han recurrido a la práctica cada vez más extendida de sugerir a los enfermos que pidan los medicamentos a algún familiar fuera de Cuba.
Mientras tanto, situaciones como la del niño de Pérez se repiten por toda Cuba sin que las autoridades hagan mucho más que dar excusas y culpar al embargo de Estados Unidos.
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