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Canadiense preso en Cuba advierte a viajeros: No hay funcionarios canadienses ni británicos en La Habana

“La gente tiene que saber cuán seria es la situación", dijo el abogado canadiense preso en Cuba, Benjamin Tomlin.

Benjamin Tomlin, abogado canadiense preso en Cuba © Cortesía de familiares
Benjamin Tomlin, abogado canadiense preso en Cuba Foto © Cortesía de familiares

Este artículo es de hace 1 año

El abogado canadiense prisionero en Cuba, Benjamin Tomlin, denunció que no hay funcionarios canadienses ni británicos en La Habana para brindar ayuda consular a sus ciudadanos, en especial, aquellos en situación más vulnerable, y advirtió a los interesados en viajar a la isla de los inconvenientes que esto pueda traer.

Nuevos problemas de salud y trabas para acceder a un médico, lo llevaron a hacer uso de su doble ciudadanía e intentar comunicarse, sin éxito, con funcionarios canadienses e ingleses en sus respectivas embajadas en Cuba.

En días recientes, el prisionero -trasladado el verano pasado de la prisión para extranjeros La Condesa al Combinado de Este- comenzó a sufrir de un fuerte dolor de oídos y pidió insistentemente a los guardias que lo llevaran al médico.

“Mi oído se ponía peor, me dolía, me picaba”, dijo Benjamin a CiberCuba, quien describió la sensación en el oído como si tuviera un insecto caminando dentro. A medida que pasaban los días el dolor era más insoportable, y finalmente fue llevado a la enfermería de la prisión.

El prisionero asumió que, una vez en la enfermería, sería examinado por un médico con un otoscopio, instrumento con un haz de luz que ayuda a visualizar y examinar la condición del canal auditivo y del tímpano, y que puede revelar la causa de algunos síntomas. Sin embargo, lo único que le ofrecieron fue una inyección, probablemente un analgésico, aunque a día de hoy el canadiense asegura desconocer qué contenía.

Similar a lo sucedido durante la inmunización contra el coronavirus, el abogado detectó que el personal de la enfermería quería administrarle la inyección con “una aguja desechable de uso” y agregó que “eso no se hace en ninguna parte”.

Finalmente logró, como la vez anterior, que trajeran agujas nuevas y solo entonces accedió a recibir la inyección. Sin embargo, precisó que enfermarse los fines de semana es un problema porque no hay personal médico en la prisión. En general, la asistencia sanitaria es muy pobre, a juzgar por sus declaraciones: “No están dando más atención de salud aquí y no sé por qué”.

Días más tarde, le fueron administradas unas gotas para el malestar de oídos y ahora, momentáneamente, se siente mejor; pero de acuerdo con su testimonio, cuando más lo necesitó, no contó con la ayuda oportuna de sus gobiernos en la isla.

Buscando apoyo de sus representantes consulares, con un dolor de oído “desesperante”, llamó a dos sedes consulares en La Habana. Siendo ciudadano canadiense y británico, es de suponer que no le falte la asistencia consular, no obstante, el abogado no ha podido comunicarse con funcionarios canadienses ni británicos en Cuba.

“He llamado unas 60 o 70 veces a la embajada -dijo en referencia a la de Canadá- y ni siquiera puedo hablar con ellos cuando llamo. Me han dejado en espera y no ha habido ningún [oficial] canadiense disponible”, aseguró.

La semana pasada fue informado por el reeducador que tendría visita de un representante del gobierno canadiense, pero nunca apareció. “Se suponía que vinieran la semana pasada pero no vinieron y no tengo explicación de por qué nunca vinieron. Es la primera vez que esto sucede”, advirtió el abogado, y aclaró que ciudadanos bahameses con quienes comparte cautiverio en el Combinado sí recibieron a sus representantes y, con ellos, avituallamiento y alimentos que, de otro modo, es complejo adquirir al no tener familiares en Cuba.

El prisionero insistió en que el gobierno de su país “no puede permitir que los canadienses vayan a Cuba si no van a tener asistencia consular”.

Por si fuera poco, ahora la embajada de Reino Unido en La Habana se encuentra cerrada y “tampoco está ofreciendo asistencia consular, ni la australiana”, reveló.

CiberCuba realizó dos llamadas a dicha sede consular y, en efecto, recibió un mensaje automático avisando del cierre, sin más explicación ni limite de fecha. Por tanto, no es posible establecer si se trata de un cierre temporal o indefinido, así como tampoco se conocen los motivos del impasse.

Al marcar el número de la embajada británica, la voz metálica brinda la opción de marcar una extensión para asistencia consular y una funcionaria afable, del otro lado del Atlántico, en Londres, responde en caso de que se trate de una emergencia. Al parecer, no hay funcionarios británicos en Cuba para brindar apoyo consular a sus ciudadanos en la isla.

Para CiberCuba, la atención se limitó a un recordatorio de la política de protección de datos de terceros, que impidió a la funcionaria responder nuestras preguntas sobre la atención consular a Tomlin que, según el propio reo, ha sido prácticamente nula. Similar argumento han esgrimido las autoridades canadienses en cada comunicación con este medio.

Para Tomlin, una serie de preguntas personales le hicieron pensar que estaba “en un interrogatorio”, dijo, aunque reconoció que ha existido una intención de ayuda por parte de quienes responden las llamadas en representación de las autoridades británicas.

El temor de no poder acceder a un tratamiento oportuno, la experiencia de las complicaciones de salud que tuvo por una hernia inguinal que solo fue operada cuando comprometió otros órganos y su propia vida, de acuerdo a su testimonio entonces, es lo que impulsa al canadiense a denunciar el aislamiento en el que se encuentra.

Sabe que hay consecuencias para los que exponen las condiciones deplorables de las prisiones y la atención médica en Cuba, pero no está dispuesto a callar, a pesar de las represalias que probablemente le esperan y que ya ha sufrido.

Solo ahora CiberCuba conoció que tras la publicación del artículo sobre la huelga de hambre de reos hispanos en La Condesa en julio pasado, los guardias se ensañaron con el abogado y lo enviaron a una celda de castigo durante semanas, en franca violación con los 14 días, máximo, de confinamiento de acuerdo con las leyes cubanas.

“El artículo salió el 27 en la mañana y ellos me sacaron y pusieron en [confinamiento] solitario sin acceso a llamadas por semanas y sin poder hablar con nadie. Después, cuando me sacaron de mi celda en septiembre de 2021, fue que pude hablar con el cónsul”, dijo el reo.

En aquel momento, este medio conoció que ni siquiera los familiares de Tomlin sabían de su paradero. Desde julio hasta septiembre el abogado se esfumó de La Condesa y apareció luego trasladado al Combinado del Este, con la excusa de que recibiría finalmente la cirugía que necesitaba entonces.

Sin embargo, tuvieron que pasar cinco meses para que fuera operado, no sin que mediaran varias denuncias de su parte que CiberCuba documentó en su momento. Su estado de salud comenzó a deteriorase de tal forma que el abogado llegó a pensar que las autoridades cubanas y canadienses esperaban a que muriera para, con él, enterrar los errores cometidos en el manejo de su caso.

Por todo lo anterior, siente que su integridad física corre peligro. Incluso, es imposible que todo lo que ha pasado no impacte de forma negativa en su salud mental, por más fuerte que pudiera ser, especialmente porque siempre se ha declarado inocente de los cargos que se le imputan.

Benjamin Tomlin fue detenido en La Habana en 2018 y acusado por corrupción de menores, mientras se desempeñaba como abogado de la compañía Canada Development Investment Corporation. Durante el juicio, la supuesta víctima, una niña de 15 años, declaró que nunca lo había visto en su vida. A pesar de que el jurado no pudo probar relación alguna, el canadiense fue sentenciado a 10 años de privación de libertad, de los cuales ha cumplido la mitad, de acuerdo con el tiempo servido en régimen penitenciario.

En estos cuatro años ha solicitado traslado y expulsión a Canadá, así como libertad condicional. Todas sus peticiones han sido denegadas por las autoridades cubanas.

“La gente tiene que saber cuán seria es la situación. Saben que cuando los diplomáticos canadienses regresaron a Canadá demandaron al gobierno canadiense por encubrir las cosas”, dijo Tomlin en alusión a las secuelas que sufrieron varios funcionarios por el llamado “síndrome de La Habana”, también conocido como “ataques sónicos”.

“Y ellos son diplomáticos, que se supone son las personas más protegidas aquí. Tienen las conexiones, tienen el poder y tienen el estatus diplomático. Entonces, ¿qué será de nosotros? Piensen cuán mal estarán las cosas para nosotros”, sentenció.

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Annarella Grimal

Annarella O'Mahony (o Grimal). Aprendiz de ciudadana, con un título de Máster otorgado por la Universidad de Limerick (Irlanda). Ya tuvo hijos, adoptó una mascota, plantó un árbol, y publicó un libro.


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