El prolongado secuestro de médicos cubanos en Somalia mantiene angustiados a sus familiares y evidencia la debilidad del gobierno para resolver una crisis, de la que es corresponsable por su descuido de Inteligencia para abortar el rapto y garantizar la seguridad de los desplazados, pese a evidentes indicios de actividad terrorista en la zona; y por su mermada influencia en el convulso Cuerno de África, donde carece de embajada en Mogadiscio.
El gobierno y los familiares de Orlando Landy Rodríguez Hernández y Assel Herrera Correa comparten una postura de parquedad, habitual en temas espinosos para el ejecutivo, pero tres años es demasiado tiempo sin que haya al menos una explicación razonada de la situación y no meras palabras de acompañamiento, incluso si habría un acuerdo para que los cautivos presten servicios médicos a secuestradores y población cercana, debe comunicarse a la opinión pública, tras informar a sus familias.
El azar burocrático hizo coincidir el balance anual del Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX) con el trienio del secuestro de los médicos cubanos, que no deben ser prioridad en la agenda gubernamental, pues ni los mencionó en la reunión; aunque -al margen del evento- el presidente Miguel Díaz-Canel hizo mención de ambos en twitter, nuevo boomerang de la revolución.
Mientras Cuba se hunde y refuerza su condición de cárcel hambrienta y en éxodo casi perpetuo, las prioridades del MINREX son el levantamiento del embargo norteamericano, el matraqueo de agentes de influencia de La Habana y gusañeros repartidos por el mundo, alianza selectiva con gobiernos latinoamericanos, una ofensiva de comunicación en redes sociales y preparar a las nuevas generaciones diplomáticas, definió el canciller Bruno Rodríguez en la reunión, que tampoco aludió a la situación de los secuestrados, pese a que es asunto de su directa incumbencia.
La política también son gestos y sensibilidad, sobre todo, cuando atañe a personas desplazadas de su ámbito vital, que asumen determinados riesgos a cambio de mejorar su estatus material y el de sus familias.
El presidente Díaz-Canel, aprovechó la reunión del MINREX para desvariar, como acostumbra en temas que exigirían reposo y nunca improvisación, pero sigue sin hacer el duelo por el 11J y, concentrado en matar el inning, sobrevive cautivo de una galopante incoherencia y sonambulismo político.
El mandatario pidió "articular emociones e inteligencia con acción revolucionaria", Don Miguel, la diplomacia, como decía el rescabucheador de Guanabo, es cerebro, nada más. ¿Imagina usted cómo estarán las emociones de los familiares de Landy y Assel? ¿Si han fracasado las gestiones diplomáticas, incluido el pago de un rescate de un millón y medio dólares norteamericanos, para que sean liberados, cuál sería la acción revolucionaria más adecuada?
El tardocastrismo quiere imponer la matriz de un gobierno bondadoso, cercano a los jóvenes y sensibilizado ante los barrios empobrecidos y desiguales, que pidieron libertad y riqueza el 11J porque alguien les pagó desde Estados Unidos y los mensajes corrieron como la pólvora en los teléfonos móviles y redes sociales; una guayaba que no se traga ni el bobo de la moringa, la yuca sigue acomplejada y tensa.
Vayamos por parte, la ofensiva enemiga puede decir lo que estime oportuno, incluso con talento y gracia, pero no suplanta a la realidad; ¿considera usted, señor presidente, que los cubanos -tras 63 años de revolución triunfante- son tan fáciles de manipular? ¿podría, si no le molesta, mencionar alguna conquista revolucionaria atribuible a su mandato o anterior, pero conservada en su ejercicio?
Pero no saciado, Díaz-Canel lanzó la siguiente piedra contra su propio tejado: El mundo sufre al atizamiento de guerras, la promoción del egoísmo y el acrecentamiento de la desigualdad; exacto diagnóstico del tardocastrismo, aliado de Putin en su invasión a Ucrania, egoísta hasta el extremo que usurpa el 75 del salario de los médicos alquilados al extranjero y desigual hasta los enormes muros que custodian las mansiones de Luis A. Rodríguez López-Calleja y de Manuel Cruz en Siboney, donde se sientan los viejos, donde se sientan los pobres.
La estrategia ideológica del partido comunista -apuntó Díaz-Canel- se basa en la continuidad, es decir, en la consolidación del desastre; de unidad, imposible entre ricos y pobres; la cultura, degradada con tantos creadores presos, desterrados y silenciados por un ministro quemado políticamente; el Derecho, utopía en medio de flagrantes injusticias como los juicios del 11J; la ética, que brilla por su ausencia en un gobierno jinetero de remesas e instigador de éxodo masivo; y la solidaridad, ¿cuál la de los banquetes lezamianos, mientras se somete al pueblo trabajador una dieta de tripas, clarias y cáscara de inexistentes patatas?
El día que Fidel Castro lanzó su legado político, redefiniendo el concepto de revolución, tras tener que tragarse las incomodidades de sus limitadas reformas, Díaz-Canel debió estar muy ocupado porque nunca repara en ese parteaguas; aunque podría valerse del grupo de asesores adultos con memoria, que colocó Raúl en presidencia.
El primer ministro Manuel Marrero refrendó la necedad que padece y lanzó la ocurrencia suicida de mostrar a todos los visitantes la realidad y potencialidades de Cuba; no hace falta pisar suelo cubano para apreciar el desastre, pero si la clave pasa por mostrarlo a los huésped, podría ser la inauguración de la diplomacia de ruinas, que podría extenderse al decaído turismo: ¡Bienvenidos, pasen y vean nuestra incapacidad para generar libertad y riqueza!
Marrero Cruz -que tampoco evocó a los desdichados Landy y Assel- pidió superar la matriz de opinión que ha generado en redes sociales la imagen de "un país fracasado, de un país malvado".
¿En qué ha triunfado Cuba desde que usted y Díaz-Canel son las máximas autoridades gubernamentales? ¿Dónde radica la maldad; en contar que miles de cubanos murieron por coronavirus y asfixiados por falta de oxígeno, o en insultar a médicos y personal sanitario, en el peor momento de la pandemia? ¿Cuáles fueron sus éxitos en el Ministerio de Turismo?
El vicecanciller Carlos Fernández de Cossío avisó de la ofensiva que realiza su departamento -en la que desea involucrar a otros organismos oficiales- para acrecentar los vínculos con la sociedad norteamericana, en los ámbitos de las artes, el deporte, o las ciencias; soslayando la hostilidad de Inteligencia contra Washington, la inamistosa estampida migratoria actual y el frente alimentario, vital para la supervivencia del régimen.
La viceministra Anayansi Rodríguez Camejo puso el dedo en llagas de la diplomacia cubana, obligada a asumir una visión renovada, proactiva -aseguró- en un intento por recuperar peso en el movimiento multilateral, aunque la funcionaria estaba nerudiana y habló de países del sur, una licencia poética inexacta porque Australia, Mauricio, Seychelles y Nueva Zelanda son meridionales y Cuba, como Estados Unidos o Barbados, es septentrional.
Tenemos que ser innovadores –insistió Rodríguez–, que abogó por trabajar con calidad; definiendo a las embajadas como espacios claves, desde los que ascender a un escalón diplomático superior y no meras tramitadoras de instrucciones; solo faltó apuntar la inmensa alegría de los tramitadores cubanos en el extranjero, lejos de la OFICODA y la resistencia creativa.
Ernesto Soberón Guzmán, director general de Asuntos Consulares y Cubanos Residentes en el Exterior, pretende diseñar modelos de gestión para los emigrados, que posibiliten afianzar intercambios y una implicación auténtica y permanente entre aquellos elementos obedientes de la diáspora y el régimen que los expulsó de su tierra natal, aunque no tuvo valor para lanzar la consigna: ¡Remesas vía Gaesa o muerte!
Josefina Vidal, que sabe más por analista que por embajadora vitalicia, apostó por una mayor vinculación con la academia y el uso de la tecnología para resolver desafíos, reto que habrá sorprendido a propios y cercanos porque la academia cubana lleva años en terapia intensiva y la tecnología es solo una herramienta; salvo que la proponente tenga ya un programa informático para diseñar el rescate de los médicos secuestrados en Somalia.
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