La sesión sabatina del segundo pleno del Comité Central del gobernante partido comunista dejó claro que la reforma del Poder Popular, enésimo simulacro de serpentinas para las glorietas, estará basada en las prédicas de Fidel y Raúl Castro; aunque reafirmó la incapacidad constitucional y democrática del primer secretario Miguel Díaz-Canel, rodeado por las maldiciones del 11J y el venidero 15N por todas partes.
El mismo día y a la misma hora que el tardocastrismo anunciaba una revolución del Poder Popular a ritmo de contingente; el poder atropellaba procedimientos para imponer la elección del general de división Luis Alberto Rodríguez López-Calleja como diputado por el municipio de Remedios, con el que no tiene vinculación alguna; como ocurrió con el fusilado Arnaldo Ochoa por La Lisa, el fallecido Alfredo Guevara por Ranchuelo y la vicepremier Inés Chapman por Candelaria.
La elección de diputados por circunscripciones ajenas a su lugar de residencia es legal en sistemas políticos pluripartidistas, como el español, que también prevé la designación de Senadores autonómicos, pero es un derecho excepcional y alcanza a todo el arco parlamentario y no solo al partido gobernante.
¿Cuál era la urgencia excepcional de elegir a López-Calleja como diputado? encarrilarlo como posible vicepresidente y protegerlo de probables acciones de Estados Unidos y la emigración cubana por sus prácticas empresariales-militares de explotación de cubanos.
Mal comienzo para la anunciada reforma del Poder Popular, que fracasará porque el partido comunista no quiere diputados y delegados que tengan iniciativa propia en defensa de los intereses de sus vecinos y electores; aunque tampoco hay que escandalizarse porque ni un solo diputado ha propuesto la comparecencia en la Asamblea Nacional de lo ministros de las FAR y el MININT para rendir cuenta por la muerte de un vecino de La Güinera y la represión desatada tras el 11J, y su incapacidad para prever la rebelión del 11 de julio.
¿Qué diputado o delegado ha pedido al ministro de Justicia, Silvera Martínez, que explique los fundamentos jurídicos de las desproporcionadas condenas a cubanos participantes en la protesta del 11J?, pese a que los condenados son vecinos y electores suyos.
Tampoco ha habido pronunciamientos de diputados y delegados para que el parlamento, unicameral y unipartidista, convoque a López-Calleja y Díaz-Canel para que expliquen la decisión de anteponer la construcción de hoteles de lujo a la salud de los cubanos y mantenerlos cerrados, pese al colapso de hospitales y centros de observación epidemiológica; inventándose la figura de ingresos domiciliarios.
El primer ministro Marrero Cruz no ha sido interpelado por la Asamblea Nacional por su ataque injusto e innecesario a la profesión médica en el peor momento de la pandemia de coronavirus; el titular de Cultura tampoco ha tenido que comparecer siquiera en la Comisión de Cultura parlamentaria para explicar su desatino manoteador del 27 de noviembre.
El ministro de Salud Pública, Portal Miranda, responsable directo de la muerte de miles de cubanos por coronavirus y por no haber descubierto que la principal planta productora de oxígeno medicinal llevaba 18 años rota, no ha sido cuestionado por diputado o delegado alguno, pese a la gravedad de la tragedia sanitaria; ahora escamoteada con la realización de menos test para dar apariencia de bajada de cara a la reapertura turística.
El ministro de Economía, Gil Fernández, responsable de la brutal inflación que golpea a los cubanos empobrecidos, no ha sido requerido por el poder legislativo para que explique porqué una libra de tomates supera los cien pesos cubanos y la de carne de cerdo se aproxima a los 200.
El titular de Energía, Arronte Cruz, no ha sido ni molestado por patlamentario alguno para que explique el desastre energético de tan molestos apagones y el retraso en el programa de energías alternativas, pese a que han muerto cubanos por falta de fluido eléctrico en hospitales y familias han tenido que botar alimentos descompuestos por falta de refrigeración.
Pero el tardocastrismo tiene la desfachatez de lanzar otra consigna vacía: El pueblo al centro de todo; insultando la inteligencia de millones de cubanos empobrecidos y furiosos por lo privilegios de la casta verde oliva y enguayberada, salpicando a la guara y la subguara con migajas para que sigan apoyando la perversión del delirio.
Como tampoco ha habido iniciativa alguna para que Raúl Castro explique cómo ha pagado la dacha de Mayarí y las casas que repartió entre sus hijos y nietos con sucesivas reformas decorativas; en medio de la crisis económica que sigue aplastando a los cubanos.
La Asamblea Nacional tampoco ha sugerido el establecimiento de una residencia oficial, como Los Pinos en México, que permita el uso al presidente, sin necesidad de otorgar una mansión a cada dirigente, acorde con su responsabilidad; el socialismo no tiene que ser igualitario, pero si decente y la piñata de reparto de viviendas de lujo es una afrenta a los cubanos sin techo y en precario.
La reciente disertación de Díaz-Canel, un ignorante constitucional, sobre la conveniencia de la agrupación de poderes para proteger sus intereses y de quienes lo designaron presidente de una parte y no de todos los cubanos, hartos de tanta desidia e insensibilidad, confirma la naturaleza totalitaria del consejero-delegado de la multinacional Birán, S.A.
Los cubanos muertos por coronavirus, quienes padecen hambre de comida y medicinas, los vecinos de La Güinera, la Corea y La Timba -entre otros barrios insalubres- no se sienten identificados con quienes el poder designó para la pantomima de representarlos; aunque aprovechen cada papalote en almíbar de Díaz-Canel para aliviar su pobreza crónica.
La imagen de esa negra madura y empobrecida, recién salida de la peluquería por cuenta propia, emocionando a Díaz-Canel, comparándolo con el comandante en jefe, realza el naufragio de Cuba, con un presidente que -a diferencia de Fidel Castro- cree en la simulación y el entusiasmo que las víctimas escenifican ante el blanco dadivoso con dinero ajeno y oportunista simplón.
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