La Italia de Roberto Mancini siguió rompiendo monte en la Eurocopa y acaba de dejar en la cuneta a Bélgica, uno de los principales candidatos precontienda, en vibrante partido escenificado en la Arena Munich.
A Italia nunca se le han dado muy bien las Eurocopas. Tanto es así, que sus vitrinas guardan cuatro Copas del Mundo pero solo un trofeo continental, que ganó en el lejano 1968. Así que esta versión atacante y dinámica llegaba al encuentro impulsada por los sueños de una legión de tiffosi, y entró al campo entusiasmada por el regreso del capitán Giorgio Chiellini y la titularidad de Enrico Chiesa.
Lo que ocurre es que enfrente tendría al número uno del ranking de la FIFA, que aunque no había podido recuperar a Eden Hazard -renqueante todo el año- sí contaría con el talento insuperable de Kevin de Bruyne. Con su velocidad irresistible, Doku ocuparía la vacante del jugador del Real Madrid.
Bélgica arrancó a más revoluciones que la Azzurra y Donnarumma tuvo que lucirse ante disparos de los dos grandes rivales sobre el césped, De Bruyne y Lukaku. Menos enchufada, a la tropa transalpina le costaba meterse en el partido, pero un gol en fuera de juego de Bonucci pareció sacudirla del letargo.
Fue al minuto 31 que los hombres de Mancini se pusieron delante, después de que Verratti colocara un pase interceptado a los pies de Barella, y este se zafara de tres elementos para lograr un disparo violento e imposible para Thibaut Courtois.
A Bélgica, entonces, le tocaba llevar el ritmo del partido, que es lo que más suele costarle. Y por eso los Diablos Rojos empezaron a sufrir, y por eso recibieron un nuevo castigo al 44’ con un golazo marca de la casa de Lorenzo Insigne, que soltó un formidable tiro con rosca y abierto al segundo palo.
A esas alturas mucha gente habrá pensado que el juego estaba liquidado. Mas no. Tres minutos después, un discutible penal sobre Doku fue cobrado con acierto por Lukaku, que metió en el score a los suyos unos suspiros antes del descanso.
Quedaban 45 minutos, los suficientes para que en Bélgica creyeran en la remontada y el triunfo posterior que luego llevara a lo más alto a su brillante generación de futbolistas. No obstante, Italia cerró filas, maniató como pudo a Lukaku, y a la postre se convirtió en rival de España para el duelo de semifinales, señalado para el 6 de julio.
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