Migrantes de Cuba y Venezuela presos en Estados Unidos denuncian irregularidades

Cuarenta y ocho migrantes recluidos en la Allen Parish Jail, de Oberlin, Luisiana, aseguran a CiberCuba que no se están cumpliendo los protocolos COVID-19 en la prisión y que tienen problemas para recibir atención médica y asistencia jurídica.


Este artículo es de hace 3 años

Cuarenta y ocho migrantes de siete países, entre ellos 24 cubanos y 10 venezolanos, recluidos en la Allen Parish Jail, una cárcel ubicada en Oberlin, Luisiana (Estados Unidos), denuncian irregularidades en esa prisión.

En entrevista concedida a CiberCuba desde la prisión donde han sido encerrados por entrar ilegalmente a Estados Unidos cruzando el Río Bravo, el periodista venezolano Carlos Juárez-Hernández aseguró están sufriendo hacinamiento, que se incumplen los protocolos de prevención de contagio del coronavirus y que tienen problemas para recibir asistencia médica y jurídica.


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"Hay muchas irregularidades que están transcurriendo por muchísimas cárceles por las que hemos transitado", dijo Juárez-Hernández y señaló especialmente la "mala o ninguna atención médica".

Esto afecta especialmente a los cubanos, muchos de ellos asmáticos y procedentes de La Habana, Las Tunas y Camagüey, a los que se les niegan los inhaladores de salbutamol para combatir las crisis de asma.

"Hay muchísimos cubanos que tienen esta enfermedad y no pueden acceder a sus inhaladores porque se los han quitado. Y la atención médica para ellos ha sido absolutamente nula o ineficiente a pesar de que han tenido crisis asmáticas", añadió Juárez-Hernández.

También están teniendo problemas con las personas hipertensas que ven agravado su padecimiento debido a situaciones de "estrés, a la mala alimentación. También al maltrato verbal y psicológico hace que a muchísimas personas se les suba la presión arterial aunque no sean hipertensos", añadió.

Juárez-Hernández citó el caso de un cubano de 73 años, que responde al nombre de Teodoro Gonzalo, que fue puesto en libertad después de pasar tres semanas con crisis de hipertensión "bajo ningún protocolo de seguridad".

Según explica, a Gonzalo lo dejaron libre y lo dejaron a merced de su suerte "a las tres de la tarde, en plena llovizna; sin notificar a su familia y tuvo que caminar varios kilómetros desde la Allen County Correctional Center, de Mississippi, hasta la carretera principal para poder pedir un taxi que lo llevara a un hotel y le permitiera hablar con sus familiares en Miami", dijo.

El periodista venezolano denuncia también la desaparición de informes médicos. Le ha ocurrido a un cubano de 46 años, que tiene un tumor desde 2017.

"Él trajo un informe de una tomografía y necesita hacerse pruebas específicas para comprobar si su tumor se puede convertir en un cáncer maligno. Acá lo pidió porque el centro donde nos encontramos le quitó toda la documentación. Lo solicitó para entregárselo a su abogado y ese documento que es una evidencia para su proceso de asilo había desaparecido", insistió.

Finalmente, Carlos Juárez-Hernández envió un mensaje a Alejandro Mayorkas, responsable de Seguridad Nacional de Estados Unidos, y a la vicepresidenta Kamala Harris a quienes recordó que son hijos de migrantes y que han podido llegar tan lejos en sus respectivas carreras gracias a la oportunidad que les dio Estados Unidos. Esa es la misma oportunidad que ellos están reclamando ahora.

En este sentido les pidió que tuvieran en consideración que entre los migrantes detenidos no hay delincuentes sino ingenieros, periodistas y gente trabajadora dispuesta a comenzar una nueva vida en EE.UU.

"Por favor, tengan consideración con todos los venezolanos, cubanos y ciudadanos de países que están en dictadura porque nadie quiere salir de su país; nadie quiere tener un asilo político, que nos prohíbe regresar a nuestro país. Nadie quiere estar en una cárcel de inmigración porque ninguno de los que estamos aquí somos delincuentes", recalcó el periodista venezolano.

Entre los 48 migrantes recluidos en Luisiana por entrar ilegalmente en Estados Unidos hay además de los 24 cubanos, 1 persona de Bangladesh, una de Sudán del Norte, 2 de Haití, 7 brasileños, 3 nicaragüenses y 10 venezolanos.

Marcos Álvarez, del Cerro (La Habana)

Marcos Álvarez Muñoz es uno de los cubanos recluido en la Allen Parish Jail, de Oberlin, Luisiana. Fue trasladado a esta prisión tras cruzar el Río Bravo este 10 de abril. Inmediatamente fue envido a un centro de atención de la Border Patrol (Patrulla Fronteriza); de ahí al centro correccional de Misssissippi, donde le hicieron la entrevista de miedo creíble hace mes y medio. Luego lo mandaron a Oberlin, Luisiana, desde donde habló con CiberCuba.

Estando en esta última cárcel recibió una notificación positiva de que había sido aceptada su prueba de miedo creíble. "De ahí en adelante, no me han dado respuestas, nadie me dice nada y estoy esperando y no sé si voy a ser liberado para terminar mi caso de asilo en la casa de mis familiares", apuntó.

Él ha conseguido comunicarse con su familia de Cuba aunque hace 15 días que no los llama porque las llamadas son caras. Si bien en la prisión les dan la posibilidad de hacer llamadas gratuitas, no es suficiente.

Marcos Álvarez comentó a CiberCuba que tienen problemas con los protocolos COVID porque los funcionarios de la prisión no usan mascarillas y esto les preocupa. Temen que pese a que los funcionarios están vacunados puedan ser transmisores de la enfermedad.

Ellos creen que al estar tantos presos juntos, en un espacio limitado y cerrado, obligatoriamente tienen que estar "todos con todos". Así, por ejemplo, tienen que compartir cuatro inodoros, cuatro duchas y tres teléfonos entre 50 personas.

"Si una persona lo tiene, todos lo tenemos (el coronavirus). No estamos vacunados y tenemos miedo. En Mississippi pasó. Nos hicieron una prueba de COVID que dio negativo y en apenas 15 días prácticamente todos nos contagiamos. Tenemos miedo de eso", añadió.

Álvarez Muñoz mandó un mensaje a las familias de Cuba en nombre de todos los cubanos presos en la Allen Parish Jail, de Luisiana. "Le mandamos a decir a nuestras familias que no se preocupen, que estamos bien a pesar de las cosas que pasan; que los queremos mucho y que a pesar de que no nos podemos comunicar, los tenemos presentes. Muchos tienen hijos y los extrañan mucho y los quieren y se sienten muy afligidos porque desgraciadamente tenemos que huir y lo hacemos por ellos, para que no los maltraten por nosotros no estar de acuerdo con la dictadura que azota a nuestro país y a los venezolanos también", concluyó.

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Tania Costa

(La Habana, 1973) vive en España. Ha dirigido el periódico español El Faro de Melilla y FaroTV Melilla. Fue jefa de la edición murciana de 20 minutos y asesora de Comunicación de la Vicepresidencia del Gobierno de Murcia (España)


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