La más reciente emisión de El Francotirador contó con la presencia del estelar baloncestista villaclareño Yudi Abreu, uno de los nombres más recordados de la brillante generación cubana de los años noventa.
El ‘5’ recordó la categoría de los equipos y jugadores que enfrentó por entonces en la arena internacional, como el Dream Team de Michael Jordan, la Argentina de Manu Ginobili y el Puerto Rico de Piculín Ortiz, y estimó que esa generación no llegó más lejos debido a la conjugación de varios factores, donde la partida de varios jugadores clave tuvo un papel fundamental.
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Se autodefinió como un jugador “de trabajo y esfuerzo más que un atleta de un baloncesto bonito”, aceptó que carecía de un buen lanzamiento largo y que “en Cuba me costaba hacer 20 puntos por juego”, pero dijo que en el extranjero “la competitividad hacía que saliera Yudi Abreu”.
Efectivo como pocos en el trabajo cerca del tablero, evocó las altas temperaturas a que se jugaba la Liga Superior de Baloncesto, ponderó las multitudes que asistían a las salas de juego y recordó que todo eso ocurría en medio de pésimas condiciones de entrenamiento y vida de los atletas.
“No sé cómo los dirigentes deportivos no se daban cuenta de eso”, resumió.
Más adelante, Abreu se sinceró: “Yo era muy pesado en la cancha. Era odioso. Me gustaba ser agresivo en defensa e ir al choque”.
El villaclareño también estimó que las selecciones cubanas, por el interés de resolver problemas domésticos en el exterior, se desconcentran a menudo en los partidos. “¿Cómo te vas a concentrar si todavía te quedan dos cajas de tabaco por vender y al otro día regresas a Cuba?”, preguntó.
Seguidamente relató que a los jugadores que asistieron al Mundial de 1994 les pagaron 24 dólares para todo el campeonato, y entendió que eso debió haber incidido en que Richard Matienzo y Augusto Duquesne decidieran abandonar aquella delegación nacional.
Por último, confesó sentirse muy feliz en Chile, el país que lo acogió desde hace más de una década y donde ha dirigido exitosamente a selecciones de distintos niveles, edades y sexos.
A punto de cerrar el diálogo, la interrogante sobre la posibilidad hipotética de que un día pusiera sus conocimientos como técnico al servicio del básquet nacional lo hizo apuntar que “lo haría con todo amor, pero con mis condiciones personales”.
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