Poeta Marcelo Morales sobre futuro de Cuba: Lo que veo es la estampida y la desilusión

“Muchas veces tuve esperanzas para Cuba. La tuve cuando Obama y Raúl, la tuve la noche en que soltaron a Luis Manuel (en huelga de hambre [y sed] de nuevo hoy...)”, escribió Morales en Facebook.

Marcelo Morales / La Habana © Facebook / Marcelo Morales
Marcelo Morales / La Habana Foto © Facebook / Marcelo Morales

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Este artículo es de hace 3 años

El poeta Marcelo Morales afirmó que tuvo esperanzas para Cuba durante el deshielo entre Washington y La Habana y cuando la liberación del artista Luis Manuel Otero a inicios de 2020, pero que ahora solo ve “la estampida y la desilusión”.

En un copioso post de Facebook, el escritor evocó el viernes ese instante tantas veces repetido en que “alguien se va de Cuba”, esa “tristeza” y esos “fantasmas”: “Un día, de repente, me había quedado prácticamente solo aquí. Casi todas las tardes salgo a dar vueltas por ahí y es muy raro porque la ciudad está casi siempre, más allá de las colas, vacía, vacía como un dibujo técnico”, escribió.


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Tales reflexiones suelen llegar “en medio de ese set de película distópica que es Labana derrumbada y pandémica”: “Muchas veces tuve esperanzas para Cuba. La tuve cuando [la normalización de relaciones bilaterales con Barack] Obama y Raúl [Castro], la tuve la noche en que soltaron a Luis Manuel (en huelga de hambre [y sed] de nuevo hoy, después de que se metieran en su casa de la manera en que se metieron y le llevaran sus obras)”.

“Ese día pensé que algo había cambiado para bien, porque el poder había rectificado y cedido a la presión. En otro momento no habrían cedido y, como a[l poeta Heberto] Padilla, lo habrían humillado o al menos intentado humillar”, dijo Morales, pero el hecho de que Otero esté otra vez, desde hace una semana, en huelga contra la represión confirman lo ilusorio de aquel diagnóstico optimista.

“La última vez que vi a Luis Manuel [ Otero, coordinador del Movimiento San Isidro] tuvimos una conversación que habría sido tensa con cualquier otra persona, pero no con él; para mi sorpresa, no se molestó con ninguna de las cosas que le dije o cuestioné”, prosiguió Morales. “Hablamos de la relación de la disidencia con los Estados Unidos, hablamos de[l rapero Denis] Solís”.

“En un momento le dije: 'Asere yo estuve noches sin dormir con una perra angustia por la huelga. ¿Tú hiciste la huelga [en noviembre de 2020]?', fue la pregunta del autor de poemarios como Materia (2009) y El mundo como objeto (2007): me dijo mirándome a los ojos: 'La hice, yo hice esa huelga de principio a fin'. Pudimos uno y otro hablar con franqueza de las cosas en las que teníamos diferentes puntos de vista, a camisa quitá y sin lío. Eso es algo que siempre voy a admirar en él”.

Morales dijo sentir hoy “esa misma angustia que sentí entonces y más”, perdidas también las esperanzas que emergieron “por unos días luego de la noche del 27 de noviembre”: “Esperanzas de cambio, de diálogo abierto, de replanteo de políticas, de respeto a la diversidad y a la libertad de expresión artística independiente, a la pluralidad de voces”.

“Hoy lo que veo es la estampida, una vez más. La estampida y la desilusión”, confesó, y más adelante opinó: “Fuera de Cuba, muchas veces, la realidad de la Isla se distorsiona. La distorsionan la distancia, el dolor, el resentimiento. La indignación. El poder que el estado sigue teniendo sobre ti. No creo que vaya a cambiar, más allá de una nueva consciencia cívica que veo surgir en los más jóvenes. No creo que vaya a cambiar, al menos no en los próximos años”.

“No creo que vaya a cambiar ni el partido único ni la política de los Estados Unidos”, continuó el autor, nacido en La Habana hace 44 años. “Mi vida en un tornillo de banco”.

“Por un lado”, dijo, “el capricho irracional del bloqueo norteamericano, el edulcoramiento de figuras como las de Machado y Batista. El discurso maniqueo de los indios y los cowboys, el de un paraíso perdido sin ningún tipo de problema o injusticia social en la Cuba de antes del 59”.

“Y por otro”, siguió el poeta con su retrato de una Cuba bipolar, “la represión burda, los mítines de repudio, las palabras a los intelectuales y la persistencia de caprichos personales que parecieran estar escritos en la piedra y en nombre de un socialismo cada vez más lejano y ficticio”.

“Y vamos por ahí, perdidos adentro y afuera del archipiélago, con esta enfermedad que es Cuba, con esa nostalgia que es, con este amor que es. Lo que ha sido y lo que habríamos soñado que fuera”, insistió Morales antes de declarar: “Yo los quería y los quiero. Los necesito a casi todos. Algunos son fidelistas, algunos son 'gusanos', algunos apolíticos. Camino por ahí y me digo, aquí vivía fulana, aquí mi amigo mengano, la ciudad era distinta con ellos. La ciudad con ellos era otra”.

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