Desde el comienzo de la Tarea Ordenamiento, Murillo, ahora ausente de los principales órganos dirigentes del Partido, no se ha cansado de difundir en redes sociales y en varias comparecencias en Mesa Redonda que el hecho de que más de 95.000 personas hayan aceptado un empleo en estos primeros meses del año es un éxito de su implementación.
¿Pero estamos realmente ante un éxito o un fracaso? Si se quiere interpretar este dato con rigor, conviene atender a la información presentada en el Cuadro 1 y Gráfico 1.
En el Cuadro 1 se observa que la población activa en Cuba descendió intensamente entre 2014 y 2019, pasando de 5.105.100 efectivos a comienzos del período a 4.642.300 en 2019, después de haber registrado el mínimo de estos años en 2017, con poco más de 4.550.000 personas. Un claro desánimo entre los cubanos en edad laboral, que se alejan del mundo del trabajo por las condiciones muy desfavorables que presenta.
El descenso acumulado entre 2014 y 2019 fue de 463.200 personas, algo así como un 9% de la cifra que había a comienzos del período. Casi medio millón de cubanos abandonaron el mundo del trabajo en el curso de estos años, una situación que no se corresponde con la evolución de la población en edad laboral que, si bien creció apenas un 0,3% en el período, se mantuvo relativamente estable acusando los efectos del envejecimiento de la población general.
Conviene tener en cuenta que los datos de 2020, con la pandemia campando a sus anchas por la debilitada economía cubana, no han sido ofrecidos por la ONEI, que ha saltado al primer trimestre de 2021 para informar sobre los “éxitos de la Tarea Ordenamiento” en materia de empleo.
Cuadro 1.- Tendencias de la población activa y tasa de actividad 2014-2019
Para tener una idea aproximada de lo que significa el “éxito” de Murillo en el primer trimestre de 2021, hay que reconocer que durante los seis años del período para el que se dispone de datos, la población activa descendió, en promedio, unas 77.200 personas cada año. Se advierte, además, que, en los años 2015, 2016 y 2017 hubo descensos de la población activa, incluso superiores, estimados en unas 185.000 personas en promedio al año.
Después, en 2018 se recuperó en una cifra modesta, 9.100 personas y en 2019 se acreditaron, pero para todo el ejercicio, 83.200 personas. Se desconoce el dato de 2020, pero teniendo en cuenta los efectos de la pandemia y la crisis general y sectorial de la economía, no parece que el dato haya sido significativo. Lo que conviene despejar en este punto es que las 95.000 personas que declara Murillo en este primer trimestre de 2021 tienen muy poco que ver con lo que ha sido la evolución del mercado laboral en años anteriores, y que, con la que está cayendo en términos de inflación, descontrol monetario y caída generalizada de la oferta, parece que tiene poco sentido interpretar el dato del aumento de la población activa como algo “positivo”, como un “éxito de la Tarea Ordenamiento”.
Más bien todo lo contrario. Con rigor en el análisis, cabría interpretar ese aumento, si es que realmente ha tenido lugar, como una salida desesperada de la población al mercado laboral para encontrar un empleo en las condiciones que sean, para poder así capear la dureza del temporal económico provocado por la Tarea Ordenamiento. Esto es, de soslayo, lo que ocurre cuando se aplican las “terapias de choque” que detestan los dirigentes comunistas de otros países, pero que cuando están en el poder, no tienen menor reparo en disponer.
Gráfico 1.- Variaciones anuales de la población activa (en miles)
Lo curioso del Gráfico 1 es que, si el año 2021 acabase ya, el resultado de incremento de la población activa obtenido en estos tres meses es el mejor desde 2014 y, además, como señala Murillo, con una composición prometedora: un 32% son menores de 35 años y el 36% son mujeres. Además, el 71% de los incorporados al sector estatal se han vinculado al sistema empresarial.
Es cuestionable interpretar este aumento de la población activa como un “efecto positivo de la implementación de la Tarea Ordenamiento”, promoviendo un interés creciente por la actividad laboral. La pregunta vendría a ser entonces, ¿por qué en años anteriores no existía ese interés y la población activa no hacía más que descender? Acaso, hay que creer que los cambios en marcha que se están produciendo en la economía cubana como parte de la implementación de los Lineamientos para la actualización de su modelo económico y social, han frenado el desánimo general de años anteriores y están logrando realmente ese efecto sobre la población trabajadora.
Hay dudas sobre si este proceso puede estar incidiendo de forma positiva en la generación de ingresos y el desarrollo económico del país, sobre todo si se tiene en cuenta que el sector privado, que es el que ha registrado un mayor aumento del empleo, se encuentra colapsado en la mayor parte de sus actividades como consecuencia de la pandemia.
Todo el empleo se está canalizando hacia el sector estatal, que registra los más bajos niveles de productividad, acompañados de salarios más bajos. Volverán las plantillas abultadas, el desempleo estructural en las empresas y un ambiente de ineficiencia general en el mundo laboral, que no tiene que ver con mejora alguna de la economía.
Además, las autoridades son conscientes de que la Tarea Ordenamiento, con sus efectos negativos sobre costes y precios de venta al público, ha provocado un deterioro importante de las cuentas de numerosas empresas, arrastrándolas a situaciones de insolvencia que ponen en peligro su viabilidad. Culpan una y otra vez al embargo de las consecuencias de la incapacidad de gestión pública de la economía, pero este argumento es cada vez menos creíble. No parece que estas empresas insolventes se dediquen a crear empleo. Sería pan para hoy y hambre para mañana.
Los datos de población activa no deben servir para ocultar la verdadera realidad de una economía descontrolada, con una inflación en el entorno del 500%, déficit público por encima del 20%, escasez estructural de oferta de alimentos, ausencia de divisas e impago de la deuda externa. De este cuadro, el único responsable es el gobierno comunista, y andar lanzando campanas al vuelo sobre los datos de población activa es una grave irresponsabilidad.
El ordenamiento monetario también está provocando daños irreparables en la conexión entre actividad privada y estatal, los datos no dejan lugar a dudas. Muchos de los que incrementan la población activa han perdidos sus empleos posiblemente en el sector privado y quieren “salir” de las asignaciones a que fueron enviados por el gobierno durante la pandemia. La gente necesita empleos y salarios dignos porque no llegan a fin de mes, y las privaciones van en aumento. El peor clima laboral posible.
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