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Hace unos años ya, conversando con un especialista del voleibol cubano, éste me enseñó una extensa lista de jugadores, mujeres y hombres, que se encontraban compitiendo en clubes profesionales.
Había conocidísimas figuras como Melissa Vargas, Yoana Palacios, Nancy Carrillo, Rosil Calderón, Wilfredo León, Osmany Juantorena, Roberlandy Simón, entre una relación con la se que podrían integrar 6 equipos CUBA de uno y otros sexos.
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Entre los menos conocidos en Cuba y que ha alcanzado un sólido prestigio internacional se halla mi entrevistado de hoy, un cienfueguero amante de su terruño, nacido en 1991, Yosvany Hernández Cardonell, un espigado voleibolista de 2 metros 1 centímetro y 100 kilos de peso.
¿Dónde te encuentras en estos momentos, qué haces?
Vivo hace ocho años en Loreto, Italia, me gusta el lugar, es muy tranquilo, al lado del mar. Los cienfuegueros amamos el mar. Tengo un yate y lo disfruto mucho junto a mi bella esposa Verónica, una italiana que es estilista y con la que tengo a nuestro pequeño Lorenzo.
En cuanto a mi profesión en agosto próximo me presentaré en mi nuevo club: Guaguas de Palmas de Islas Canarias, lo cual es algo muy positivo para mi carrera porque interviene en la Champions League. Anteriormente formaba parte del Korean Air Jumbo, perteneciente a la liga de Corea del Sur; con él gané el título hace unas semanas.
Yosvany sabes que la política en cuanto a jugadores cubanos en el extranjero poder integrar los equipos CUBA ha cambiado. Si te llama la Federación Cubana ¿tú aceptarías representar las Cuatro Letras en eventos internacionales?
Yo hace años olvidé ese sueño; primero, porque amo mis tres meses de vacaciones que comparto con mi familia en Cienfuegos, estar con ellos el verano es algo supremo para mí.
Segundo, porque Cuba abandona a sus jugadores. Conozco a muchos que tras ser leales y comprometidos a su equipo, dejaron salud, trabajo, esfuerzo y regresaron a sus provincias sin ningún apoyo estatal. Ya no me sirves, no te reconozco más.
No existe apoyo del país hacia ti. Imagínate un jugador que lo ha dado todo en el equipo nacional, alejado de su familia, esforzándose para hacer la nómina por lo que representa poder viajar y después se retira ¿y? un gladiolo, un diploma y calabaza calabaza… cada uno para su casa.
En tu provincia lo mismo vendes frituras que eres un profesor de Educación Física de escuela primaria porque si eras de un deporte que no ganaba medallas en Mundiales, Juegos Olímpicos, Panamericanos… despídete de estímulos monetarios ¿voy a apoyar eso?
Ahora, al menos existe la posibilidad de que los deportistas se integren en ligas profesionales por Cubadeportes. Nosotros no tuvimos esa oportunidad. Nosotros si nos íbamos a buscar otro futuro éramos mal vistos.
Opino, además, que teniendo en cuenta que Cuba es una fuente inagotable de talentos, no solo de voleibolistas, se debe invertir más en todos los deportes, en el mío por ejemplo, la Escuela Nacional de lo que era a lo que es…¡Por favor! Está hecha un desastre.
Hay fotos que demuestran que el tabloncillo dejó de serlo, las pesas se hacen sobre el mismo tabloncillo porque desapareció el gimnasio. La Escuela Nacional que yo conocí no existe.
Diez años, ese era un verdadero centro de entrenamiento de alto rendimiento. El Mondoflex (cancha sintética de la marca Mondo), los gimnasios, la alimentación, la ropa… todo era perfecto; como debe ser. El deterioro ahora es palpable.
Y de ahí salieron grandes como Wilfredo León, Robertlandy Simón, Osmany Juantorena, Oriol Camejo y otros que como yo hemos adquirido un nivel sin ser de la gran élite, Yarian Escobar, Fernando Hernández, Raydel Hierrezuelo. Salieron y siguen saliendo, merecen las atenciones mínimas.
Palabras muy fuertes las de mi entrevistado. De mi experiencia puedo decir que en mis tiempos de periodista activa, la Escuela funcionaba cabalmente, aunque ya se notaba que las condiciones no eran las mismas a las de sus inicios. En general, la tríada médica responde, los entrenadores guían además de que ahora los jugadores pueden contratarse sin tener que abandonar el país.
¿Tú crees que nosotros hubiésemos abandonado Cuba si nos hubieran permitido contratarnos en clubes profesionales, ganar el sustento de nuestras familias y honrosamente representar las Cuatro Letras? Nadie se hubiera ido, créemelo. Se han tenido que desangrar para darse cuenta.
Fuéramos los líderes mundiales, al menos tenemos tres equipos Cuba de uno y otro sexos de primerísimo nivel, regados por el mundo. Es hora de que sean profesionales y les mejoren las condiciones, se las adecuen a sus potencialidades y clase.
Yo soy cubano; si muero y puedo escoger, vuelvo a nacer en Cuba, pero como un ser humano respetado, como un ser humano nada más. Aunque vivo en Italia, me tomo mi buen ron, bailo mi buen son; soy cubano, lo llevo en el corazón.
Prácticamente eres un desconocido para la afición cubana; sin embargo, has sobresalido en varias ligas europeas, árabes y asiáticas ¿qué te parece si echamos la vista atrás y averiguamos quién eres? Para empezar ¿provienes de una familia deportista?
De alto rendimiento no, pero tanto mi mamá como mi papá practicaron mucho deporte, baloncesto ella y béisbol y boxeo él, al igual que mi hermana mayor, voly, por lo que nunca pusieron objeción a que yo fuera deportista.
¿Cuándo fuiste captado?
No te lo vas a creer. Yo soy del reparto Junco Sur y allí llegó un grupo de técnicos en búsqueda de talentos y nada menos que con cinco años llamé su atención. A los seis empecé en la escuela Mariana Grajales y ahí empezó el sacrificio de mis padres para poder llevarme la merienda al cole porque el deporte exigía mucho.
Yo los veía ir día tras día como podían, en lo que encontraran, porque la escuela quedaba lejos de mi casa. ¿Y puedes creerme?, toda mi vida los he tenido presente. Cualquier sacrificio que he podido hacer en mi vida por ellos es poco.
¿Primer entrenador?
Jaime Luis Echevarría. Me enseñó el ABC del voly, los primeros pasos, las primeras técnicas. De ahí pasé a la EIDE, donde era seguido muy de cerca por los técnicos de la selección nacional. Mis esfuerzos se redoblaban, la meta de alcanzar el equipo grande cada vez estaba más cerca.
¿A qué edad alcanzas tu propósito?
Con catorce años integré la preselección nacional cadetes en La Habana. Fue durísimo para mí alejarme de mi familia; para otros, era normal. Para mí no, pero no había otra forma si quería ser un gran jugador de voleibol. Los 2 primeros años fueron muy duros, pero por suerte hice amigos. Mi vida empezó a cambiar. La persona pueblerina que llegó de Cienfuegos fue cambiando.
En La Habana supe que mi futuro estaba ahí y dio un giro de 180 grados aunque seguí siendo respetuoso, modesto, esforzado, amable y sobre todo humilde, características que tengo desde mi cuna, lección muy bien aprendida de mis padres.
En cadetes estuve bajo la égida de Pavel Pimienta y Rodolfo Sánchez y al año pasé a juveniles con Juan Carlos Gala y Marquitos. Ellos decían que tenía talento. Fue así que los ojos de los entrenadores del elenco mayor, Orlando Samuels e Idalberto Valdés se posaron sobre mí, lo que me ofrecía una mayor motivación, me impulsaba a trabajar más fuerte aún, pero… ¿Y por qué siempre tiene que haber un pero?, siempre me lesionaba antes de las competencias.
¿Cómo es eso? ¿Siempre?
Siempre. Cuando se avizoraba un evento, un mes antes a veces dos, me lesionaba. No me lo podía creer. Yo quería ser un grande y para mí eso fue una desgracia. Ahora considero que Dios me tenía reservado otro camino, en el que por cierto me ha ido muy bien.
¿Y qué pasó?
Lo que tenía que pasar, no iba a ningún lado; apenas tuve participación internacional. Pero yo seguí insistiendo, amaba y amo el voly y no me iba a dar por vencido. Cumplía con las indicaciones médicas, hacía al pie de la letra mi fisioterapia, me comía la cancha cuando me recuperaba. Siempre ahí, listo para lograr mis sueños.
Fue muy difícil. Con mi talento y yo veía a mis compañeros viajando, jugando importantes eventos y yo me quedaba. Así llegué a mayores, me lesionaba menos e hice en varias ocasiones la nómina de 16 jugadores para la Liga Mundial pero, estando en perfecto estado de salud, Samuels nunca me dio la oportunidad. Se la dio a voleibolistas más pequeños, con menos condiciones, pero a mí nunca. ¿Por qué yo no? Nunca pude jugar ni en Ligas Mundiales ni Campeonatos del Orbe ni en juegos múltiples. Ahí me di cuenta de que estaba de más, cambió mi mentalidad; ya no era el CUBA mi primer anhelo. Veía a mi padre ya mayor, que seguía sosteniendo a la familia. Mi salario de 10 cuc ¿de qué servía? Siete años en la preselección nacional y nada. Así las cosas, decidí solicitar mi baja en diciembre de 2010.
¿En qué pensabas?
En mi mente estaba salir del país para jugar voly como profesional y poder ayudar a mi familia. Estaba en Cienfuegos cuando me contacta el mánager Eddy Quiñones Vera y me pregunta que qué estaba haciendo tras la baja y qué pensaba hacer.
Mi respuesta fue única: ¡esperando para salir a jugar en el exterior! y quién te dice que el 14 de junio de 2011 salgo para Moscú a cumplir mi sueño, bueno, dar inicio a mi sueño: ser un grande del voly mundial y ayudar a mis padres y hermanos.
¿Qué sucede en Rusia?
Llegué a Anapa, una ciudad ubicada al sur de ese país, donde entrené a prueba cinco meses sin sueldo. Sólo desayuno, almuerzo y comida y una cama. Sin saber el idioma, todo por señas, ni por el inglés nos entendíamos. Oye, te cuento y me erizo. ¡Qué comienzos más difíciles!
Poco a poco yo fui aprendiendo el ruso y, lo mejor, me fui desarrollando como jugador. Crecí como voleibolista. De ahí me fui a Bielorrusia, una nación hermosa, donde en dos años, gané dos Copas y dos Ligas. La parte más bonita era que ¡al fin! podía ayudar a mi familia: mandaba dinero mensualmente, mi papá pudo dejar de trabajar, pudo descansar; las condiciones de vida de mi casa mejoraron. Compraron equipos electrodomésticos, ropa, comida… Tenían zapatos decentes.
Quiero decirte algo. Cuando salí de Cuba dejé detrás mis creencias religiosas, o sea la santería. Sólo puse mi fe en Dios; tenía un solo objetivo… ¡triunfar! Y con el Señor Jesús como guía mi fe aumentando por día, avancé y fui superando etapas y así llegar a donde estoy.
Claro, me di cuenta de que para ser alguien tenía que invertir en mí ¿qué es eso? Pues jugar con los grandes, en ligas mayores, pero cobrando poco, así estuve 3 o 4 años. Aprendí de los mejores, subía de nivel porque la materia prima que era mi talento, la tenía; lo demás era aprender y de hecho lo hice. Fue así que decidí jugar en las ligas árabes.
¿Cómo te fue por los países árabes y su voly?
De inicio sabes que esas ligas pagan muy bien, lo que no sólo redundó en mí sino en mi gente en Cienfuegos. Jugué en Arabia Saudita, Dubái y Egipto. No puede compararse el nivel competitivo con el voly europeo, pero hay dinero y eso era lo que yo necesitaba, te hablo en español clarísimo.
En Egipto jugué en el equipo militar, ganando la Copa y la Liga y fui seleccionado el jugador más destacado; iguales resultados tuve en Arabia Saudita con el club Hilal y con el Baniyas de Dubái.
Después de mi paso por las ligas árabes participé en una convocatoria a través de la cual se escogerían voleibolistas para jugar en Corea del Sur y de 50, eligieron siete y entre ellos, yo.
¿De tu última experiencia en Corea del Sur qué nos puedes decir?
Muy alto nivel. Me sentí muy bien pero no me creo cosas; sencillamente, entrenaba, jugaba, ganaba. Yo he integrado las filas de 3 conjuntos: Savings Bank, no pude ganar; Hyundai capital, me lesioné la rodilla (me operaron en Brasil) y el Korean Air Jumbo, con el que gané el campeonato.
En Corea del Sur el club te respeta, te apoya, te cuida, te da tus condiciones. Tu única preocupación es entrenar y jugar. Las relaciones inter personales se basan en el respeto. Es la cultura asiática: el menor respeta al mayor. No existen las malas palabras, no hay malas intenciones, siempre las acciones son positivas. En tres años en Corea del Sur no he visto una pelea, una agresión. El respeto se impone.
Quizás hubieses podido jugar en Italia, Rusia, Polonia donde hay voleibol de primerísimo nivel ¿por qué te decidiste por ligas árabes y asiáticas?
Una cuenta rápida: yo no necesito probarme más, yo necesito mantener a mi familia en Cuba y vivir con relativa comodidad con la que he creado en Italia, tener un futuro asegurado. Ahí tienes la respuesta.
Cambiando de tema ¿voleibolistas cubanos más sobresalientes de todos los tiempos?
Para mí uno que lleva mi nombre, o bueno, yo el de él, Ihosvany Hernández, uno de los mejores centrales que han visto las canchas del planeta. Siempre lo admiré, me identifiqué con él, quería ser como él.
Otro es Robertlandy Simón quien juega como las bestias y no es peyorativa mi afirmación. Pero más allá de su desempeño en el tabloncillo está su modestia, su humildad. Si él tiene 5 euros y tú necesitas 4, te los da sin pensar.
Otros grandes son Osvaldo Hernández, Joel Despaigne, Raúl Diago, Pavel Pimienta, Rodolfo Sánchez, Yoandry Leal… Son muchos, imposible mencionarlos a todos. Para mí es un orgullo que esas leyendas del voly universal sean cubanos.
Te he visto de opuesto y auxiliar ¿qué posición te gusta más? ¿Quién es el pasador con que mejor te has llevado?
Yo me desempeño indistintamente en ambas posiciones; en Cuba jugué las dos, me siento cómodo en las dos, pero me inclino más por ser auxiliar. En cuanto a pasadores, imagínate he sido compañero de muchos pero prefiero al cubano Yoandry Díaz.
Para concluir ¿cómo retoma Cuba su posición en el voly mundial?
Hay un primer paso muy positivo: haber permitido que los cubanos jueguen en ligas foráneas; lo otro, lo que ya te dije, mayor apoyo, invertir en el deporte, en las condiciones de vida, de entrenamiento; una cosa viene de la mano de la otra.
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