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En los días previos al 8vo congreso del PCC el ejecutivo hizo un sprint para reencauzar la agricultura cubana; había que recomponer rápidamente el desbarajuste causado por la implementación de la Tarea Ordenamiento.
Para solucionar tal emergencia y aplacar el enorme disgusto de los productores, una comisión presidida por el vicepresidente Tapia recorrió los campos escuchando las demandas de estos y paralelamente se organizó un grupo de expertos y científicos para que propusieran vías para “resolver el problema de la producción de alimentos en Cuba”, según enfatizó Díaz-Canel.
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Todo ello culminó en un cónclave donde el presidente, frente a los expertos y científicos, más mil trescientos agricultores y ganaderos destacados, dio a conocer las medidas acordadas
Engañosa o estúpidamente -puede ser esto último teniendo en cuenta su analfabetismo económico- Díaz-Canel presentó estas medidas como si fuese lo mismo resolver la situación puntual que había alterado al campesinado como solucionar el problema inveterado de la agricultura cubana.
Pero aunque el presidente-designado no lo sepa, son cosas totalmente diferentes: el problema de los productores es simplemente volver a obtener ganancias, ganancias que se esfumaron porque Marino Murillo -al que esfumaron ahora del Comité Central del PCC- en la Tarea Ordenamiento aprobó subir el coste de los insumos agrícolas mucho más de lo que se subió lo que se les paga a los agricultores por sus producciones; resolver el tema de los agricultores es tan sencillo como invertir tal cosa.
Solo hay que fijarse en las medidas tomadas para comprender que lo que se está rectificando es la cuestión puntual del bolsillo de los agricultores: se bajan las tarifas eléctricas y de agua, así como el precio de los piensos nacionales y los bioproductos, y se permite la comercialización de carne bovina después de cumplir el compromiso estatal, todo lo cual repercute en una disminución del costo de hacer producir la tierra y más beneficio para el productor.
Pero ni una sola medida de esas está encaminada a corregir el problema de la agricultura cubana, que es su improductividad.
El truco actual del gobierno es el siguiente: crea un problema poniendo en números rojos a los agricultores para inmediatamente venir y presentar unas medidas que solucionan el problema puntual que acaba de crear, pero presentando estas medidas como si fueran la solución no solo a ese problema, sino del problema mayor de la carencia de comida que hay en el país, que nunca ha resuelto.
Han hecho creer a la gente, al pueblo todo, que con estas medidas mejorará la agricultura, cuando en el mejor de los casos, lo que se hará es regresar a la improductividad que existía antes de la Tarea Ordenamiento.
Pero han ganado tiempo, y sobre todo, han logrado no solo corregir su propio error, sino vender el problema, ellos mismos, como si fueran la solución.
La diferencia con homólogas situaciones anteriores es que esta vez sabemos cuánto exactamente le costará al pueblo el jueguito propagandístico del Gobierno, pues la ministra de Finanzas y Precios ventiló cuánto se gastará del erario público para cubrir los gastos de las medidas con que subvencionarán la improductiva agricultura castrista: 3 mil 400 millones de pesos, 300 pesos más que le quitan a cada cubano.
Y es que no es buen negocio para el Gobierno totalitario que haya suficiente comida en Cuba; hoy los cubanos dedican la mitad de sus ingresos a alimentarse, eso por no hablar del tiempo que dedican a hacer las colas para comprar aquello con lo que se alimentan, es decir, de una forma u otra, la idea de la mera sobrevivencia es una idea constante en la mente popular, y eso es mucho mejor a que piensen en el Movimiento San Isidro, la UNPACU o el carro nuevo de Humberto López.
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