“Yo vivía en un solar con mi esposa embarazada, pedí miles de veces un apartamento y siempre me decían que ‘para la próxima vuelta’. Por eso decidí que ‘hasta aquí’ y me quedé. Nunca me dieron nada, nunca se ocuparon de mí, y en vez de eso se pasaban el tiempo vigilándome”.
Así resumió en El Francotirador el ex baloncestista Richard Matienzo las razones de su decisión de abandonar la delegación cubana en el Campeonato del Mundo de 1994, cuando era una de las figuras más importantes de ese deporte en el país.
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En la charla de casi una hora, el jugador más espectacular de aquella época (principios de los noventa) en que la Liga Superior se convirtió en el principal espectáculo de Cuba, aceptó que un año antes había pensado dar ese paso durante el Centrobásquet efectuado en tierra boricua, pero que se había sentido atado por todo lo que dejaba atrás: madre, hermanos, esposa embarazada, un hijo...
“Yo sí conozco la necesidad y no le tengo miedo”, expuso. “En mi casa no había refrigerador ni baño, imagínate”.
Matienzo recordó anécdotas de sus regresos a casa a pie luego de partidos de la Liga, y evocó la ocasión en que, ya en Canadá, se echó a llorar en una tienda cuando vio las montañas de calcetines para hombres altos. “En Cuba solo podía comprar uno”, dijo.
Sorprendentemente, confesó que no ve la NBA ni siente nostalgia por el baloncesto. “Mis deportes preferidos siempre fueron los de combate”, reveló, y agregó que su única frustración es la de no haber podido ser cantante, algo que adora y para lo cual posee dotes naturales, como demostró.
Más adelante, el otrora ala-pivot que lideró a Capitalinos y a la selección nacional refirió interioridades del partido que sostuvo en el Preolímpico de Portland, año 1992, frente al Dream Team de Michael Jordan, Larry Bird, Magic Johnson y compañía, y también habló de su paso por campeonatos de Puerto Rico, República Dominicana y Uruguay, entre otros países.
Vea mañana la entrevista completa en CiberCuba.
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