Frank Calzón: "Ya la revolución se acabó, ahí lo que queda es la dictadura"

Hasta las fotos de los dirigentes de la dictadura van en su contra, son unos ancianos, octogenarios, blancos en su mayoría, militares, herederos de un fracaso criminal. Mire la foto de los del movimiento San Isidro, son jóvenes, hombres, mujeres, blancos, negros, mulatos, artistas, gente religiosa, ateos, homosexuales: un reflejo de la sociedad cubana.

Frank Calzón, ex director ejecutivo del Centro para una Cuba Libre © Frank Calzón vía Cubanet
Frank Calzón, ex director ejecutivo del Centro para una Cuba Libre Foto © Frank Calzón vía Cubanet

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Este artículo es de hace 3 años

Los cubanos, sobre todo dentro de la Isla, enfrentan el dilema político de una propuesta de diálogo con la dictadura. Tras 62 años de sufrir la intransigencia y la manipulación del régimen, no es sorprendente que una parte de la oposición lo considere entre la ingenuidad y la traición.

Acudimos a Frank Calzón, cubano de nacimiento y condición, politólogo, graduado en la Universidad de Georgetown, reconocido luchador por los derechos humanos y la democracia, y estudioso de la teoría y la práctica del marxismo.


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¿Qué nos dice la historia, y especialmente usted, que ha conversado sobre el tema con líderes como Lech Walesa, Vaclav Havel, Ronald Reagan, George W. Bush y William Clinton, sobre el diálogo con dictadores totalitarios?

Comencemos con aclarar que existe una diferencia fundamental entre el llamado “diálogo” auspiciado por Fidel Castro con los exiliados que invitó a La Habana décadas atrás para apoyar el levantamiento del embargo, y el diálogo que proponen los jóvenes opositores para exigir el cese de la represión y devolverles la libertad a todos los cubanos. El monólogo de Fidel y la actual propuesta de la oposición, valorando experiencias como las de Polonia y Checoslovaquia, no es lo mismo ni se escribe igual.

Con George H. W. Bush en La Casa Blanca / Cortesía del entrevistado

Pero en los tres casos, estamos frente a los comunistas, ¿cuál es la diferencia?

Efectivamente, son tres casos de tiranías marxistas sustentadas por la mentira y la represión. En Polonia gobernaba el general Jaruzelski, puesto allí por los soviéticos. La capital daba nombre, significativamente al Pacto de Varsovia, la alianza militar de la Unión Soviética con sus satélites centroeuropeos.

Jaruzelski, ante el despertar de la sociedad civil, había declarado la ley marcial, con una fuerte censura, prohibiendo reuniones, controlando los teléfonos, mientras la Iglesia y los jóvenes cuestionaban la situación. Inclusive, dentro de la burocracia y las fuerzas armadas, había objeciones al hambre y la represión.

¿Qué papel jugó el sindicato obrero polaco Solidaridad?

Solidaridad fue fundamental para la liberación de Polonia. El sindicato organizó una serie de huelgas, lideradas por Lech Walesa en el astillero de Gdansk, y la Iglesia las apoyaba. La crisis empeoraba y Jaruselski, que había encarcelado a Walesa, lo mandó a buscar. El obrero electricista aceptó el diálogo, fue criticado por los que decían que hablar con el régimen era perder el tiempo y hasta traición, pero Walesa exigió que liberaran a los presos políticos, permitieran los sindicatos libres, y celebraran elecciones libres. Aunque el régimen totalitario accedió a votar libremente solo el 35 % de los escaños parlamentarios, el abrumador apoyo a Solidaridad y demás opositores, determinó el fin del sistema comunista.

Frank en el centro, a la derecha Lech Walesa, expresidente de Polonia / Cortesía del entrevistado

Sucede que la realidad desborda muchas veces las expectativas. A propósito, en nuestro caso viene a colación el problema de una demanda de justicia, algunos la califican de justa venganza, en fin, que no escapen los asesinos.

Jaruzelski y Walesa consiguieron un acuerdo que terminó con el comunismo polaco y con los crímenes de la Seguridad y estableció el Imperio de la ley, que había estado ausente desde 1939, cuando Stalin y Hitler conquistaron el país, a pesar de la heroica resistencia popular. Walesa fue electo presidente, el general dictador se jubiló y vivió tranquilamente el resto de sus días en su país.

Fue un precio difícil de aceptar para muchos polacos que querían castigar a los culpables.

La historia nos lleva a Checoslovaquia, donde la transición fue el resultado de un movimiento liderado por artistas jóvenes, como los del Movimiento San Isidro y el 27N en Cuba, protagonistas frente a la dictadura.

En Praga los líderes del movimiento anticomunista eran artistas, músicos, gente de teatro que se reunían con Vaclav Havel, dramaturgo y ex preso político en el Teatro Linterna Verde. La censura contra las artes era constante. Los rockeros eran perseguidos y su música únicamente podía disfrutarse en el clandestinaje. Havel barría las calles, violentados sus derechos profesionales. No había internet, pero si transmisiones de Radio Europa Libre, apoyo de sus amigos alrededor del mundo y la disidencia distribuía por el país fotos de las protestas y de la represión policiaca.

El paralelo con el Movimiento San Isidro, 27N y la canción Patria y Vida es difícil de ignorar.

Hablando al estilo de Luis Manuel Otero, Anamely, Ileana, José Daniel Ferrer, Eliécer Ávila, Rosa María Payá y otros opositores reconocidos, digamos, “estamos conectados”. Se trata de la solidaridad ciudadana, creciente en la Cuba de hoy.

En el caso checo, los irreverentes, los opositores, fueron construyendo una red de amigos, de gente solidaria con los presos políticos. Había manifestaciones, fueron creciendo hasta que un día se llevaron a Havel en hombros hasta el castillo de los Habsburgo, sede del gobierno. El dramaturgo se convirtió en presidente y el drama del derrocamiento de la tiranía y el renacimiento de la democracia sin derramamientos de sangre, culminó con la bien llamada “revolución de terciopelo”, aunque algunos lamentaron que a muchos culpables no les sucedió nada.

Con el presidente Václav Havel, Acto de solidaridad con Cuba en la embajada checa en Washington / Cortesía del entrevistado

También hay experiencia de cómo afrontar el asunto de la justicia merecida y exigida contra los torturadores, los asesinos y demás genocidas.

En Europa Central y en la Unión Soviética se abrieron los archivos del gobierno y se conoció la identidad de víctimas y victimarios. En Suráfrica Mandela acordó una amnistía para todos los crímenes políticos, la peculiaridad era que los culpables, cumpliendo un plazo de tiempo estrictamente acordado, hicieran voluntariamente una declaración jurada confesándolos. Cualquier crimen no confesado podía ser objeto de un juicio ante los tribunales.

Cruzando el océano, en nuestro archipiélago tropical, ¿qué nos dice la historia?

Mira, hubo ya un intento de diálogo en tiempos del dictador Batista. El veterano de las guerras mambisas, Coronel Cosme de la Torriente, junto a otros líderes cívicos, auspiciaron un diálogo en busca de una solución sin sangre a la crisis política que vivía el país. Pero ni Fidel ni Batista dejaron a un lado sus ambiciones personales, la propuesta fracasó, desembocando en la tragedia por todos conocida.

Fidel, que había sido amnistiado por Batista de una condena por el ataque al Cuartel Moncada, regresó de México en el Granma, en tanto Washington impuso un embargo a la venta de armas y repuestos militares a Batista. Aquel embargo fue bien recibido en la Sierra Maestra.

Y Batista murió tranquilamente en el exilio...

Sí, en muchos casos los grandes culpables escapan. Hoy la dinámica cubana ha cambiado, los que piden el diálogo no son dialogueros, ni agentes del castrismo, no van a blanquearle la cara al régimen; no han sido escogidos por el régimen, se han plantado como el MSI y los que fueron a protestar al ministerio de cultura.

Al mismo tiempo el régimen cuenta con un grupo de los verdaderos “dialogueros” que no le cuestionan mientras reclaman al Presidente Biden la concesión de todo lo que quiere la dictadura. Digan lo que digan, el diálogo ha comenzado en las colas, donde unos les dicen a otros: usted no ve el pollo congelado, viene de los Estados Unidos, dígame dónde está el dichoso bloqueo.

Hay otro diálogo entre los agricultores que quieren libertad para producir y vender y el fin del acopio estatal, y en las comunidades religiosas, y las páginas de la prensa independiente. No tengo una bola de cristal, pero los días del régimen están contados.

Se valora hasta de una tragedia, un baño de sangre, ¿Qué nos caracteriza mirando hacia la geografía?

Un baño de sangre conllevaría inexorablemente a una intervención militar extranjera. Cuba no es China, y mirar a la geografía es reconocer que el Estrecho de La Florida no es el Estrecho de Formosa y los que están de este lado es la democracia norteamericana y dos millones de cubanos americanos con sus recursos y su potencial político, que no han olvidado a los cubanos en servidumbre a 90 millas.

¿Se atreve usted a una valoración, de lo que, en una entrevista anterior, llamó “el comienzo del fin”?

Ya la revolución se acabó, ahí lo que queda es la dictadura. Hasta las fotos de los dirigentes de la dictadura van en su contra, son unos ancianos, octogenarios, blancos en su mayoría, militares, herederos de un fracaso criminal. Mire la foto de los del Movimiento San Isidro, son jóvenes, hombres, mujeres, blancos, negros, mulatos, artistas, gente religiosa, ateos, homosexuales; un reflejo de la sociedad cubana.

La foto ya es contrarrevolucionaria. La realidad es contrarrevolucionaria en Cuba.

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