Ha transcurrido un año y diez meses desde que Eddy hiciera la denuncia en la estación de policía de Matanzas. A la justicia socialista le ha tomado 637 días para absolver a un posible pederasta, en un proceso jurídico plagado de absurdos e incompetencia que Eddy ha debido sortear, mientras intenta lidiar con la angustia y la impotencia que provocan la impunidad de un crimen.
Su prioridad, como madre, es que Aitana supere el trauma del abuso, que se haga justicia y, no menos importante, encontrar energías para sonreír como si nada pasara, como si no estuviera muriendo por dentro.
Siempre se ha dicho que lo peor que puede pasarle a una madre es sobrevivir a un hijo, pero hay otro tipo de trauma igualmente difícil de enfrentar. La pérdida de la inocencia.
El punto de no retorno
Para Eddy, la pesadilla comenzó una tarde de mayo de 2019, cuando apenas habían pasado seis meses de su mudanza de la ciudad de Matanzas a Cárdenas. Desde entonces, no hay día que no surja algún detalle, alguna pista que la ayude a desenredar la madeja de la podredumbre humana en la que su niña, hoy de 13 años, se ha visto envuelta por demasiado tiempo.
Para Aitana todo empezó mucho antes, con apenas nueve años, pero fue aquel día de mayo cuando, ya lejos de aquella casa y de aquel hombre, decidiera contarle a su madre, quien intuía que algo no andaba bien.
Su dolor no era en la rodilla, ni tenía que ver con la enfermedad de Osgood-Schlatter que padece -como erróneamente pensó Eddy entonces. Tampoco se trataba del malestar en el estómago provocado por analgésicos y antinflamatorios que debe tomar para aliviar las manifestaciones de su padecimiento. No estaba decaída, estaba deprimida.
Tras su divorcio del padre de Aitana, Eddy se vuelve a casar y en mayo de 2016 se fue a vivir con su hija a la casa de su nuevo esposo, Abel, en la ciudad de Matanzas. La vivienda ocupaba una segunda planta y en los bajos vivían su suegra Magalys, su cuñada Ilarys con el esposo, Tomás Ávila, y la hija de ambos que, por aquel entonces, tendría tres o cuatro años.
Había una tercera niña en la casa, la hija de Abel, contemporánea con Aitana. Ambas viviendas se comunicaban desde el interior lo cual hacía convivir a las dos familias. Las niñas solían subir y bajar las escaleras constantemente para jugar, recuerda Eddy.
Aitana le confesó a su madre que uno de esos días en que bajó las escaleras para jugar con sus nuevas primitas, Tomás se cargó su inocencia. La metió en la habitación donde dormía con llarys, con el pretexto del frío del aire acondicionado y con el televisor encendido con el volumen más alto de lo normal, como distracción.
Bajo esas mismas sábanas, donde probablemente Tomás había arropado a su propia hija antes de dormir, el también comercial de ETECSA violentó a la hijastra de su cuñado y la amenazó con que “habría consecuencias” si le contaba a alguien lo que él le hacía. Las vejaciones se repitieron una y otra vez, dijo Aitana a su madre, con miedo.
Cronología de una injusticia
El 30 de mayo de 2019, Eddy se dirigió a la estación de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y realizó la denuncia formal contra Tomás por el delito de abusos lascivos. El Mayor Yuniel, sin más señas, sería el instructor del caso a partir de ese momento, al menos por unos meses, hasta que fuera sustituido por el oficial Arián, también sin apellidos, quien asumió el caso tras descubrirse irregularidades del Mayor en el debido proceso.
El 5 de junio se le realizó a Aitana una exploración psicológica con un especialista de esa especialidad del Centro de Evaluación, Análisis y Orientación de Menores (CEAOM) cuya identidad se desconoce, del doctor solo se sabe que es un médico del Ministerio del Interior (MININT). Pocos días después, el caso sería archivado por falta de pruebas, pero de esto no se enteraría Eddy hasta unos meses más tarde y de manera fortuita. La desinformación y la falta de transparencia no son privativos del noticiero nacional de televisión.
El 21 de julio 2019 una evaluación psicológica en el prestigioso Centro Docente de Neurodesarrollo “Rosa Luxemburgo” cataloga como “veraces los datos aportados” por Aitana y asegura que, al no existir ningún trastorno psicopatológico ni motivación por parte de la niña ni de su familia, “existe una contextualización adecuada de las circunstancias en las que ocurrieron los hechos: manera, horarios, prácticas lascivas muy particulares propias de la sexualidad adulta, que no se justifican en esta etapa del desarrollo psicológico de la menor ni por los patrones y normas educativas empleadas por sus padres”.
El equipo de expertos evaluó además aspectos llamativos de la actitud del presunto abusador, en especial, “en situaciones sociales y reuniones familiares”, caracterizada de “indiferente y evasiva” lo cual, afirman, “es característico en estos casos”.
Sin embargo, esta evaluación fue desestimada con vistas al proceso legal. Instrucción determinó que el criterio del doctor militar anónimo del CEAOM debía prevalecer, sin otro procedimiento posterior. Esta versión dictaminaba que la menor había sido manipulada por su madre para que mintiera en detrimento del Comercial de ETECSA.
Al parecer, el doctor del CEAOM no notó la ansiedad y los trastornos de sueño, la disminución del rendimiento académico, la depresión, la baja autoestima, los sentimientos de culpa y vergüenza; todos síntomas psicológicos frecuentes en los menores víctimas de este tipo de abuso, advertidos por los psicólogos del Centro de Neurodesarrollo en su evaluación a Aitana que “confirman la veracidad de que fue víctima de abusos lascivos continuados”.
Aumento de casos de abusos a menores en Cuba
En agosto de 2019, el periódico Escambray de Sancti Spíritus informaba un aumento en los casos de abuso sexual a menores en ese territorio del centro de Cuba. Las estadísticas señalaban entonces que el 72 % de las víctimas eran niños menores de 12 años de ambos sexos, de los cuales el 22 % guardaba una relación “casi de parentesco familiar” con sus agresores.
En cuanto a esto últimos “el 83 por ciento… no poseen antecedentes penales y son personas con buena conducta social y magníficas relaciones en sus áreas de residencia, de ahí la confianza de que gozan en las relaciones con familias vecinas”, agregaba Escambray.
Antes, en 2018, el periódico Vanguardia de Villa Clara publicaba que 229 niños habían atentado contra su vida ese año tras ser víctimas de abuso sexual, y que hasta el mes de abril de 2019, 47 niñas y 14 niños de entre 5 y 18 años, habían requerido intervención psiquiátrica por el mismo motivo.
En realidad, los casos de abuso a menores se han incrementado en un 24 % desde 2016 a 2019, según el último informe sobre la prevención y enfrentamiento a la trata de personas y la protección a las víctimas, publicado en el sitio oficial del Ministerio de Relaciones de Cuba (MINREX). Entre los delitos con mayor incidencia se encuentran el abuso lascivo, la corrupción de menores y la violación como los delitos con mayor incidencia en el tema. Solo de junio de 2018 a mayo de 2019, un total de 2350 niños cubanos fueron víctimas de abusos sexuales.
Silencios, omisiones y desinformación
Gracias al apoyo del equipo del Centro Neurodesarrollo, Aitana fue capaz de explicar con más detalles la dimensión de los sucesos. Se supo entonces que el abuso no solo era lascivo, sino que incluía la pornografía, razón por la cual Eddy se dirigió una vez más a la estación de policía para realizar una ampliación de la declaración, en tanto, habían surgido nuevos elementos en el caso, en la medida que la niña los iba recordando. No obstante, estos nuevos elementos agregados a la declaración hecha con antelación se extraviaron, resultando que jamás se investigaran y fueran ignorados por el entonces instructor del caso, el Mayor Yuniel.
Casi dos meses después de la evaluación por el psicólogo sin nombre del CEAOM y sin recibir los resultados de esta exploración ni ninguna otra actualización del caso, Eddy interpuso un recurso de queja a Fiscalía de Matanzas, inconforme por la demora en la tramitación de la denuncia. El 6 de agosto de 2019 recibe una respuesta.
El ministerio fiscal había decidido devolver la denuncia a la PNR “con el objetivo de que se valide testimonio ya que el informe sobre exploración efectuada a la menor por el psicólogo del CEAOM se determinó que los elementos aportados por la menor impresionan ser inciertos”, escribe Eddy. Fue entonces cuando Eddy supo que la denuncia había sido archivada y que ya no se le estaba dando curso.
La madre de Aitana no podía entender por qué los encargados del caso habían pasado por alto el criterio del Centro de Neurodesarrollo y decidió ir a La Habana e interponer otra queja, esta vez, en la Dirección de Atención a la Ciudadanía del Ministerio del Interior, cuya respuesta la obtuvo el 28 de octubre de 2019. Más que una respuesta, para Eddy fue la confirmación de que algunos no estaban haciendo su trabajo en el caso de su hija.
Eddy aclara que no le fue entregada constancia por escrito de la investigación a su queja y que ella reprodujo en una hoja de papel a mano alzada lo que decía el documento que no quisieron entregarle.
Uno de los aspectos a resaltar es que determina, en referencia a la denuncia penal, que “ciertamente existió irregularidad en su tramitación”. También asegura que no se realizó una validación del testimonio de la niña partiendo del “carencia de veracidad” dictaminada por la exploración del CEAOM.
Igualmente, la respuesta incluye acciones no realizadas y hechos no analizados en la tramitación de la denuncia por lo que, asegura, “se procederá al análisis del caso ante el jefe del del instructor Yuniel con el objetivo de que se adopten las medidas necesarias…y se aplique el reglamento disciplinario en contra del mismo”.
Por si fuera poco, se precisa que “la denuncia se puso en curso nuevamente en la Fiscalía” por lo que era necesaria la validación del testimonio de Aitana para lo cual le piden a la madre ponerse en contacto con el nuevo instructor del caso, de nombre Arián. El desempeño de Arián superaría con creces el de su antecesor. “Fue la única persona que nos trató bien”, insiste Eddy.
Revictimización e impunidad
En total fueron cuatro validaciones de testimonio y una exploración física a las que se sometió a una niña de entre 11 y 12 años durante los 17 meses que duró el proceso de investigación. Realmente no había necesidad de exponer a la niña de esa manera, cuando ya existía la valoración del Centro de Neurodesarrollo, como le dijera la doctora en enero de 2020 en Medicina Legal en La Habana. Aitana no era la única niña allí. Había dos niños más presuntamente abusados.
“La especialista que me recibe me explica que es absolutamente innecesario exponer a la menor a ninguna entrevista, que no entendían que porque habíamos sido llevados a este instituto si ya se contaba con los resultados de la validación hecha en Mtz [Matanzas] donde especialistas de igual profesionalidad habían dejado claro la VERACIDAD DE LOS HECHOS”, escribió Eddy en su cuenta de Facebook el 2 de marzo de este 2021.
Un estudio científico publicado por penalistas cubanas en la Revista Criminalidad destaca que para la validación de testimonio en niños que han sido víctimas de abusos sexuales se debe proceder con la ayuda de expertos en el campo de la psicología. Tres puntos fundamentales de la validación son: la caracterización psicológica y social del infante, en dependencia de su edad y del medio en el que se desarrolla, identificar los factores que inciden en la versión de este niño, así como establecer criterios psicosociales para determinar si lo que dice el menor se ajusta a la verdad.
Fueron precisamente estos pasos los que siguieron los expertos en el Centro de Neurodesarrollo, mientras el informe del CEAOM no está disponible para consultar pues jamás le fue entregado a la familia de Aitana. Sin embargo, Aitana fue sometida a reiteradas entrevistas y valoraciones de testimonio cuando ya existe una, la del Centro de Neurodesarrollo.
Cabría preguntar, por qué las valoraciones del psicólogo anónimo del CEAOM y la del Centro de Neurodesarrollo arrojan resultados totalmente opuestos y por qué se favoreció una en lugar de la otra. ¿Tecnicismo o conveniencia?
En referencia a la exploración física, es cuanto menos un acto de una violencia brutal para cualquier menor en estas circunstancias. Una niña de 11 años no debe ser examinada con un espéculo vaginal, ni inducida a abrir las piernas en una camilla como si fuera una adulta en una consulta ginecológica. Eddy lloraba; la psicóloga lloraba con ella, ¿por qué revictimizar a la niña con prácticas arcaicas cuando en el resto del mundo y en algunas instituciones cubanas -como el propio Centro de Neurodesarrollo de Matanzas, por citar un ejemplo- existen profesionales capaces y técnicas no invasivas para determinar los hechos y emitir un criterio científico irrefutable?
Enfoque de género en la ley en Cuba, una deuda pendiente
Según reportes de la ONU, sólo el 25 por ciento de los países en el mundo no tienen tipificado como delito las agresiones por Violencia de Género. Cuba adolece de ese enfoque de género en su legislación y, a pesar que en el aparato jurídico se tipifica el asesinato, en sentido general, y la agresión a menores, este enfoque puede contribuir a resolver la problemática de la vulneración de los derechos de las mujeres y las niñas cubanas antes abusos por su condición de sexo.
Iniciativas ciudadanas como la Red Femenina de Cuba, la Alianza Cubana por la Inclusión, Yo Sí Te Creo Cuba y Alas tensas, entre otras, sufren invisibilización por la monopolización que del tema feminista ha hecho la Federación de mujeres cubanas (FMC).
Estas plataformas independientes denuncian el alarmante incremento de casos de feminicidio, de abusos a menores y de agresiones contra la mujer en sentido general y exigen una Ley integral contra la violencia de género que ha sido postergada para el 2028.
Las activistas en Cuba han reconocido estar "super alarmadas" con el incremento en el país de casos de abuso contra las mujeres y las niñas, y han solicitado a las instituciones estatales un diálogo para trabajar de conjunto en beneficio de los derechos de las féminas cubanas, particularmente vulneradas no solo por su condición de mujer sino por las condiciones impuestas por la pandemia.
En este sentido, el Comité de Integración Racial (CIR) define la situación en Cuba por el coronavirus como “un contexto hostil de crisis sanitaria, económica e inseguridad alimentaria”, donde el aumento de la violencia de género y, en especial, de los feminicidios, “se enmarcan en una crisis de derechos humanos y seguridad pública”.
Esperando a que se haga justicia
El caso de Aitana ha estado plagado de inconsistencias procesales. Queda por establecer si se trata de incompetencia, torpeza o existen otros intereses en juego para favorecer la imagen de un trabajador de la estatal ETECSA en detrimento de los derechos de la infancia. También abunda el absurdo; el último de todos, la absolución de Tomas Ávila por parte del Tribunal Provincial, es aún difícil de asimilar por parte de la familia.
Pero en el juicio faltaron elementos de prueba. Se desconoce por qué los únicos testigos de Aitana fueron sus padres, mientras que los de Tomás incluyeron su esposa, su madre, y hasta Lara, la hija menor de edad de Abel, ex esposo de Eddy. El testimonio de Lara desmintió que Aitana bajara las escaleras para jugar con ella y con la niña de Tomás -cosa difícil de creer para cualquier persona en cualquier parte del mundo.
Otra declaración, la de Ilarys, negó que esta se ausentara de la casa por varios días y nadie preguntó a ETECSA, donde también trabaja, si era cierto o no que sus estudios de maestría la obligaban a viajar fuera de la ciudad por periodos prolongados. Tampoco Abel fue invitado a declarar, ni ningún vecino de Tomás, ni amistades de Eddy que estuvieron presentes en momentos claves del proceso penal.
Ahora el caso está en manos del Tribunal Supremo que, efectivamente analizará todas las evidencias del caso y dará un veredicto, en algún momento de este año, supuestamente. El jurista y ex-juez del Tribunal Supremo en Cuba, Amado Calixto, afirma que “sí existe la posibilidad de que el Tribunal Supremo condene a una persona que fue absuelta por el Tribunal Provincial”, siempre y cuando, explica el letrado, “la Fiscalía, no la persona, estuviera en desacuerdo con la sentencia del Tribunal provincial”.
Esto se debe a que, en casos de abuso de menores, en Cuba la familia no puede contratar a un abogado libremente, como en el resto del mundo. La ley cubana asigna un fiscal de elección institucional para defender los derechos del niño o la niña presuntamente abusada.
En el caso de Aitana, la Fiscal pedía siete años de privación de libertad para Tomás Ávila por abusos lascivos y corrupción de menores, de los cuales Tomás no cumplirá ni uno, al menos, no por el momento.
“Tengo muchas preguntas que hacerle a la justicia, a la vida, a dios, tengo un dolor más grande que la vida”, dijo Eddy, madre de Aitana, al conocer el veredicto de absolución.
Una niña que asegura haber sido abusada, un posible agresor que conduce su auto estatal por las calles de Matanzas, un juez en busca de culpabilidad o inocencia y una madre esperando porque se imponga la ley son imágenes en flash que se repiten cada vez con más frecuencia en Cuba. Y una captura invisible: el dolor que se anida en la psiquis de una criatura inocente, en el corazón de una madre y en el alma de un país.
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