Recuerdan libro "La invasión consentida", sobre cómo Cuba se infiltró en todas las esferas del poder en Venezuela

El libro relata que después del golpe de Estado contra Chávez en 2002, se incrementó la presencia cubana en la nación sudamericana. 

Portada del libro / Fidel Castro y Hugo Chávez © Captura de pantalla / Trabajadores.cu
Portada del libro / Fidel Castro y Hugo Chávez Foto © Captura de pantalla / Trabajadores.cu

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Este artículo es de hace 3 años

Quien quiera entender la dinámica de la revolución cubana y cómo al mando de Fidel Castro esta expandió sus tentáculos hasta contaminar todas las esferas de la Venezuela del expresidente Hugo Chávez deberá leer La invasión consentida, un libro que narra la misteriosa y polémica relación entre ambos países.

Internarse en este texto, lanzado hace poco más de un año y disponible en Amazon, también arroja luces sobre la crisis venezolana de los últimos años, cuyas bases pueden explicarse a partir de la relación de subordinación de Caracas con La Habana.


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A poco más de un año de su lanzamiento, el portal Infobae publica fragmentos de esta recopilación de datos periodísticos que desentrañan “un fenómeno único, uno de los más peculiares en la historia de América Latina y de la geopolítica mundial: el de la sumisión voluntaria de una nación rica, de más de 900.000 kilómetros cuadrados y 30 millones de habitantes, a otra ocho veces más pequeña y tres veces menos poblada”.

El libro fue lanzado en octubre de 2019 y apareció firmado con el seudónimo Diego G. Maldonado, a fin de que su autor o autores pudieran escapar de la persecución y la censura del gobierno de Nicolás Maduro en Caracas, que sin dudas reaccionaría contra la osada publicación.

Con hechos y datos recopilados a lo largo de la primera década de este siglo La invasión consentida detalla cómo a partir del sometimiento psicológico de Chávez ante Castro, Venezuela sacó a Cuba de la crisis que venía padeciendo tras la caída del Campo Socialista.

Pero además, explica címo le abrió las puertas del gobierno hasta permitir que los cubanos se infiltraran en todas las esferas del país.

Especialmente después del golpe de Estado contra Chávez en 2002, se incrementó la presencia cubana en la nación sudamericana, subraya el texto.

Disfrazados de venezolanos, los cubanos podían encontrarse en el palacio presidencial cuidando al mandatario; en los ministerios, institutos y empresas estatales y desplegados en todo el territorio nacional, al frente de los principales programas sociales, e incluso decidiendo en temas de la compra de armas de uso militar, señala la publicación.

El libro destaca, sin embargo, que no se trataba de un vínculo simétrico e ideal entre dos naciones hermanas, la penetración era unidireccional ya que Venezuela no tiene ni tuvo entonces injerencia en la administración del estado cubano.

“Se trata de una integración asimétrica”, señala el libro.

La investigación revela que al menos durante la primera década del siglo el gobierno cubano conocía toda la base de datos de los venezolanos.

“Tiene pleno acceso a la oficina de identificación y migración. (…) maneja los software de la administración pública y redes de fibra óptica. Por si fuera poco, tiene un panorama detallado del sistema eléctrico nacional, de la industria petrolera y un ‘mapa muy muy completo’ de las reservas minerales del país”, según reconoció el propio Chávez en su informe de gobierno del año 2009.

La cesión de soberanía incluyó también la cuestión económica, imprescindible para la empobrecida Cuba de Castro, la cual venía saliendo del llamado Periodo Especial.

"Durante el primer año en el gobierno, Venezuela desplazará a España como primer socio comercial de la isla, con un intercambio de 912 millones de dólares y que en 2010, este se multiplicará a 13 000 millones de dólares —"en mercancía, suministro de petróleo en términos preferenciales, la contratación de servicios profesionales cubanos y la inversión directa"— según estimaciones del economista cubano Carmelo Mesa-Lago, profesor emérito de la universidad de Pittsburg".

También habla de cómo a partir de la firma del Convenio Integral de Cooperación el 30 de octubre de 2000, Cuba se encargaría de dar servicios y productos a cambio de petróleo a Caracas por un pago de 53.000 barriles diarios de crudo.

Sin embargo, para 2004 Chávez ya enviaba a La Habana 90.000 barriles diarios y años después 115.000 barriles diarios, más de lo que Cuba necesitaba, y que por tanto se dedicó a exportarlo.

Ese sobrante convirtió a Cuba en exportador de petróleo en el mercado internacional, por cifras ascendentes a 765 millones de dólares solo en 2014, detalla la investigación.

De acuerdo con el texto, el empleo de cubanos en el país superó los 220.000 trabajadores contratados bajo las polémicas misiones educativas, deportivas, de salud, etc.

“La ‘exportación de servicios profesionales’ que incluye técnicos en diversos oficios, profesiones y asesores de seguridad, se convertirá en una mina para Cuba y en su mayor fuente de ingresos”, por encima del turismo. Otro dato relevante es que todavía para 2019 se mantenían ocultos “centenares de contratos confidenciales, blindados a cualquier auditoría” entre el gobierno de Venezuela y el de Cuba.

“De pronto en Venezuela no sólo se necesitaban médicos, enfermeros, entrenadores deportivos, alfabetizadores y maestros. Hacían falta técnicos agrícolas, obreros estadísticos, trabajadores de electricidad, ingenieros, especialistas en informática, arquitectos, instructores de arte, choferes de tractor…”, dice el texto.

Finalmente, el libro indica que todo este proceso inédito en la historia política del continente encuentra forma en la seducción de Chávez por Castro.

Mientras el dictador cubano enaltecía la figura de Chávez en cada oportunidad, el joven político comenzó a verse como héroe y responsable de "salvar" la región con el petróleo venezolano. Poco a poco el vínculo se volvió familiar para Chávez que se abrazaba al linaje mítico que siempre alimentó Castro, quien le hacía creer que veía en él "su hijo".

Tras la muerte de ambos las dos naciones todavía padecen los estragos de esa relación tóxica.

Mientras el régimen de La Habana lucha por seguir succionando los pocos recursos que quedan disponibles en Venezuela, allí el gobierno de Nicolás Maduro puede sobrevivir a duras penas entre la violencia, el descontento social y la creciente pobreza.

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