En una histórica jornada de reafirmación democrática frente a la violencia, el Congreso de Estados Unidos confirmó la madrugada de este jueves al demócrata Joe Biden como el presidente 46 de la nación americana.
El vicepresidente Mike Pence anunció la certificación de Biden y de la vicepresidenta electa Kamala Harris tras reanudar la sesión conjunta del Senado y la Cámara de Representantes y cumplir el proceso de validación de los votos electorales de los 50 estados y Washington DC. El candidato demócrata recibió 306 votos por 232 el titular republicano.
La sesión concluyó a las 3:49 a.m. luego de verse interrumpida por el asalto al Capitolio de una turba de partidarios del presidente saliente Donald Trump, lo que obligó interrumpir el conteo de votos en la tarde del miércoles y evacuar a los legisladores en medio de los disturbios y el caos generado por los manifestantes.
Los legisladores decidieron reanudar la sesión en horas de la noche como desafío al amargo capítulo de vandalismo y saqueo por parte de los insurgentes, que instigados por la retórica de Trump trataron de impedir el proceso de certificación electoral y pusieron en peligro la gobernabilidad democrática de la nación.
Minutos después de conocerse la decisión del Congreso, el presidente Trump aceptó permitir una transición de poder, aunque continuó sin hacer la concesión de su derrota.
"Aunque estoy totalmente en desacuerdo con el resultado de las elecciones, y los hechos me lo confirman, sin embargo habrá una transición ordenada el 20 de enero", dijo Trump en una declaración publicada en Twitter por su director de medios sociales. Y añadió: "Aunque esto representa el final del mejor primer mandato en la historia presidencial, es solo el comienzo de nuestra lucha para hacer que América sea grande de nuevo".
Al regresar al hemiciclo del Congreso para concluir el proceso de certificación electoral, los legisladores rechazaron por mayoría de votos en ambas cámaras la objeción a los resultados del estado de Arizona, que había quedado pendiente en el momento de la interrupción, y de Pensilvania, el segundo cuestionamiento que obligó a debates por separado en las primeras horas de la madrugada.
La propuesta de Arizona fue rechazada con votación de 303-121en la Cámara y con margen de 93-6 en el Senado. Poco después de las 3 a.m. del jueves la moción sobre Pensilvania quedó descartada por oposición de los representantes de 282-138 y de los senadores, 92-7.
Ninguna de las restantes objeciones previstas a la validación de los estados de Georgia, Michigan, Nevada y Wisconsin, lograron respaldo en el Senado y, por lo tanto, fueron desestimadas de inmediato, sin necesidad de los debates de los legisladores por separado.
Cumplido el trámite de certificación, solo queda la juramentación del próximo 20 de enero para el comienzo de la presidencia Biden-Harris.
La sesión rescatada tras la hecatombe del Capitolio cobró otra connotación tras la irrupción de los insurgentes, que dejó un salto de cuatro muertos y una veintena de heridos.
Los legisladores cerraron filas en torno a la defensa de la institucionalidad y el proceso electoral, levantando un frente común ante el más artero ataque al corazón de la democracia en más de 200 años de historia americana.
"A los que causaron estragos en nuestro Capitolio hoy, no ganaron", dijo Pence, que afirmó sus deberes constitucionales en desacuerdo con las presiones de Trump para no certificar la elección. "La violencia nunca gana. La libertad gana. Y esta sigue siendo la casa del pueblo".
El saldo de la insurgencia fue sin dudas un detonador para acelerar el proceso de certificación y tomar distancia respecto al presidente Trump, que fue severamente criticado en la sesión.
El senador Mitch McConnell, hasta el momento líder de la mayoría reopublicana, consideró que la "insurrección fallida" solo había conseguido potenciar la determinacioón del Congreso.
"Intentaron perturbar nuestra democracia; fallaron", opinó MCConell, quien fue fustigado por Trump semanas atrás, cuando el senador aceptó la decisión del Colegio Electoral a favor de Biden.
La mañana del miércoles, Trump le habló a sus partidarios congregados en Washington y volvió a reiterar sus acusaciones infundadas de fraude electoral, al tiempo que los exhortó a marchar hacia el Capitolio.
"Nos reunimos debido al orgullo herido de un hombre egoísta y a la indignación de los partidarios a los que deliberadamente ha informado mal durante los dos últimos meses y ha incitado a la acción esta misma mañana", dijo Mitt Romney, senador republicano por Utah y candidato presidencial en 2012. "Lo que sucedió hoy aquí fue una insurrección incitada por el presidente de Estados Unidos".
Los legisladores coincidieron en calficar de "terrorismo doméstico" la acción perpetrada por los manifestantes, que llegaron hasta el hemiciclo congresional, rompieron ventanas, vandalizaron la oficina de la líder congresional Nancy Pelosi y llegaron a fotografiarse en el estrado donde el vicepresidente Pence estaba presidiendo la sesión.
El senador Ed Markey, demócrata por Massachusetts, lanzó dardos punzantes para Trump llamándolo mafioso y pidiendo un juicio político para encarcelarlo, pero indicó que el momento debe servir también para reflexiones profundas sobre el funcionamiento del sistema electoral en Estados Unidos.
"Hay que abolir el Colegio Electoral, que es un rezago de nuestro pasado de segregación racial, y frenar la influencia de los cabilderos en nuesto sistema político", dijo Markey.
El capellán Barry Black fue el encargado de cerrar la sesión con un llamamiento a "sanar y unificar a nuestra divida nación y el mundo".
"Deploramos que hayan mancillado el edificio del Capitoli, el derramamiento de sangre inocente, la pérdida de vidas y el caos y disfunción que amenazaron a nuestra democracia. Estas tragedias nos recordaron que las palabras tienen peso y que el poder sobre la vida y la muerte está en la lengua", manifestó Black.
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