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Las tiendas en moneda libremente convertible, es decir en dólares, no son necesarias ni constituyen una medida imprescindible de ningún tipo. Más bien, al contrario, representan una profunda injusticia social y colocan al estado comunista cubano, a la llamada “revolución”, en una posición difícil de justificar a nivel internacional.
Detrás de estas tiendas, que entraron en funcionamiento en 2019 y se han ido extendiendo a numerosas actividades, como los insumos agrícolas o las estancias en hoteles internacionales, no existe el menor interés del Gobierno en dar respuesta a una demanda solvente del mercado (los que tienen dólares). Si ello fuera así, no se estaría ante un argumento válido para una “revolución” que se identifica como defensora de los pobres, que han acabado siendo la amplia mayoría de cubanos sin acceso al dólar.
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Tiendas elitistas, bien surtidas de numerosos productos de alimentación, aseo, equipamientos, etc, a precios elevados, no representan instrumento alguno para la aplicación de la Estrategia económico-social aprobada por el país, ni tampoco garantizar al Gobierno la captación de suficientes divisas (solo por el margen comercial que queda en las operaciones de venta).
Tampoco aseguran una oferta estable de productos, porque las tensiones que están experimentando el CUC y el CUP ante su unificación inminente, suponen un escenario de incertidumbre que no es el mejor para las “aventuras” comerciales del gobierno.
No hay país alguno en el mundo en que se presente un modelo similar de ventas con la intrusión del estado en un ámbito de actuación, el comercio minorista, que no le corresponde. Ni tan siquiera vale el argumento del embargo o bloqueo para justificar algo de estas características.
La tensa situación económica no se puede afrontar con tiendas que venden en dólares, sino todo lo contrario. Su existencia es una afrenta para muchos, y no es extraño que haya cubanos que protesten abiertamente ante la imposición de tener que pagar productos que son necesarios, en su país, con una moneda que no es de curso legal, y que además ha estado proscrita durante décadas.
No, ministro. No hay justificación alguna para abrir estas tiendas con el objetivo de cortocircuitar el negocio de las personas que viajaban al exterior de país para traer consigo los mismos productos que ahora se comercializan en las tiendas en MLC. Visto en perspectiva esta iniciativa estatal parece que solo ha ido en contra de las llamadas “mulas”, para poner fin a un negocio que proporcionaba beneficios a mucha gente y que, además se venía prestando de forma más eficiente.
Cierto es que en el actual escenario de pandemia, con el cierre de fronteras, la supresión del tráfico aéreo, etc, esta actividad comercial independiente se habría visto restringida, pero en realidad las tiendas en MLC abrieron mucho antes del covid-19, por lo que en absoluto respondían a un interés del gobierno de atender una demanda social.
De todo lo expuesto, obligar a los cubanos a pagar en dólares una serie de productos, cuyo precio se fija en una moneda que no es de curso legal en el país, en una red comercial del estado, y además, tener que abrir antes una cuenta en un banco, igualmente estatal, para obtener la tarjeta de débito con la que se pagan los productos, es una afrenta que solo tiene un objetivo: recaudar divisas. Usted ministro lo ha dicho de forma expresa, al reconocer que no llegan turistas, que las remesas no alcanzan, que las exportaciones están hundidas al igual que la inversión extranjera y que los ingresos por la venta de médicos ya no aumentan. El panorama es de un estado en bancarrota, que si no está en default, es por la enorme e injustificada comprensión de sus principales acreedores del Club de París, que aceptan retrasos, impagos y todo tipo de majaderías del deudor.
Y claro, si todo responde a la ausencia de divisas, lo que debería hacer su gobierno es precisamente poner solución al problema deficitario de divisas de la economía cubana, que no es de ahora, ni mucho menos, sino que es estructural y viene motivado por esa eterna dependencia de una fuente financiera externa. Primero fue la extinta URSS, después Venezuela, que empezó a dejar de enviar petróleo en 2016 y desde entonces todo ha ido a peor, y ahora, la diáspora del exterior, a partir de remesas.
¿Es este el modelo de la Estrategia del gobierno comunista para obtener divisas y financiar la economía? ¿No sería mejor que los sectores de la economía produjeran más y mejor, a precios competitivos y que se pudiera incrementar la exportación de bienes y no solo de servicios? ¿No sería correcto permitir a todos los cubanos acceder a un modelo económico alternativo basado en la propiedad privada, la empresa y el mercado que liberase de una vez las fuerzas productivas internas?
No. De todas ustedes rechazan por motivos ideológicos las opciones basadas en la libertad, la concurrencia y el emprendimiento. Por el contrario, han elegido la vía de la centralidad comunista del control de la economía. Nada de libertades para los agentes económicos, ni siquiera los estatales suyos.
No vale engañar a la gente diciendo que las tiendas en MLC se lanzaron para evitar precios caros, desabastecimientos, apagones, porque todas esas maldades del sistema social comunista han seguido ocurriendo, y causando malestar a amplios sectores de la población, que evitan pasar por delante de las tiendas en MLC con sus hijos para que no puedan ver los productos que luego no pueden comprar.
¿Es ese el sueño de la “revolución” ministro? ¿Es este el sueño de Martí? Un país segmentado por la tenencia de dólares de EEUU. Me temo que no, que estamos ante la última pesadilla del modelo social comunista de la llamada “revolución”, que está obsoleto y no admite más un mantenimiento a la fuerza. Los cubanos se merecen algo mucho mejor, y si ustedes no lo saben conseguir, lo mejor que pueden hacer es apartarse y dejar a otros que lideren los cambios que realmente hacen falta en la economía cubana.
Justificar las tiendas en MLC para financiar los recursos que hacen falta al país es engañar a la gente. No es cierto que estas tiendas recauden suficientes recursos para atender las ofertas nacionales, ni para pagar las PCRS, o financiar gastos de electricidad y de medicamentos.
Ministro, si usted me permite, le diré que estos gastos se tienen que financiar con más actividad económica interna, que genere más recaudación para el estado. Usted quiere financiar el déficit público, absolutamente descontrolado, con la recaudación de las tiendas en MLC, pero esto es insuficiente y no lleva a ningún sitio.
Para que la economía cubana sea solvente y cubra su déficit, hay que producir más y mejor, incrementar las producciones orientadas al mercado dando libertades a los guajiros, permitiendo que el azúcar vuelva a recuperar su brío con el apoyo de la inversión extranjera, fomentar el sector industrial manufacturero para que atienda las necesidades de la población y exporte los excedentes.
Ministro, la solución de la economía cubana no está en vender en dólares en sus tiendas en MLC sino en producir más y mejor, ser más eficientes, competitivos, liberalizar los sectores productivos, eliminar los monopolios, privatizar las empresas estatales de todos los sectores, fomentar en los cubanos la libre elección y tratar de corregir los desequilibrios interno y externos. No hay otro camino.
Yo sé que usted está convencido de que las tiendas en MLC no son una decisión ideal, y que además las califica, con cierta resignación, como medida impuesta por los tiempos que toca vivir, pero aproveche para hacer algo positivo por cambiar el futuro. Usted sabe bien que los ingresos obtenidos en estas tiendas son temporales, no crean riqueza nacional, se transfieren al exterior y ese no debe ser el objetivo de una política económica racional.
Lo que hay que hacer es fortalecer el CUP, cuando quede como única moneda de curso legal, acertar con la devaluación para que estimule la competencia exterior de la economía, lo que no tiene que ser difícil dadas las condiciones actuales, e insisto, liberalizar los sectores y actividades económicas para que no sea el gasto cubano el que estimule la producción y empleo de otros, sino al revés.
Este es el enfoque, ministro, aprovechar el tirón de las economías de otros países para estimular la economía cubana y no vender lo que otros fabrican en dólares en una red de tiendas en MLC, que no es ni una estrategia económica integral ni el resultado de una decisión bien pensada, y que acabará generando malestar social. La gente se cansa, ministro. Cuando se lee en las etiquetas que el pollo comprado en las tiendas en MLC está hecho en EEUU, más de uno no lo puede entender.
Por lo tanto, si como usted ha dicho en mesa redonda, que “la estrategia no es vender en dólares, sino producir más, ser más eficientes y tener mayor control de los recursos” ya le digo que con las tiendas en MLC esos objetivos no se van a alcanzar.
Usted ha dicho en mesa redonda que “no tenemos que sentir ninguna vergüenza ni complejo por hablar de las tiendas en MLC” porque se trata de una “medida revolucionaria, que busca la equidad y la justicia” y que no es “una medida de choque como señalan los enemigos de la Revolución”.
¿De verdad se cree usted todo eso ministro?
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