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Los números que Osbek Castillo dejó en Series Nacionales impresionan poco (18-18, 3.67 PCL), pero la causa no hay que buscarla en el brazo derecho del muchacho sino en su temprana emigración hacia Estados Unidos, ese destino eterno de los peloteros insulares.
Cuando ya era una figura hecha y derecha en la pelota cubana, Castillo salió con 23 abriles en busca de otros estadios y un futuro diferente. A esas alturas apenas había intervenido en cuatro campeonatos domésticos, pero ya conocía la gloria de dos títulos en los que fue vital para la causa industrialista.
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Refresquemos la historia. En 2003, de la mano de Rey Vicente Anglada, el espigado lanzador de seis pies tres pulgadas se echó a cuestas los relevos azules con 24 salidas, 10 salvados, cuatro victorias y efectividad de 2.15. ¿Quiere un dato brutal? Baseball-Reference da cuenta de que en esa campaña solo le conectaron un cuadrangular en ¡67! entradas de faena.
Como prueba de su versatilidad, al año siguiente pasó al rol de abridor y volvió a ser pieza clave con una decena de triunfos en 14 aperturas y promedio de limpias de 3.69. La afición lo adoraba, los Leones lucían invencibles y amenazaban con repetir el éxito, pero él no era feliz del todo y dijo adiós. Mejor dicho, goodbye.
“¿Te arrepientes de no haber jugado más tiempo en las Series Nacionales?” Tal es la primera pregunta que le hago en el diálogo a distancia a este hijo de Habana del Este que fue dueño de una de las mejores curvas de pitcher derecho que se han visto en el béisbol nacional. Su respuesta, inmediata, parte el home.
-¿Que si me arrepiento? Hermano, lo que creo que debí haberme ido desde los juveniles. Pero las cuatro Series que jugué son un bonito recuerdo.
Empezaste en este deporte como jardinero. ¿Crees que sea fundamental que un pitcher pueda pensar como bateador para triunfar?
-Empecé como jardinero porque a temprana edad es muy difícil que un muchacho pueda lanzar. Y no, no creo q sea fundamental pensar como bateador para triunfar como lanzador.
¿Cuáles eran los pitchers más talentosos que encontraste en las Series Nacionales?
-Vi a muchos lanzadores con talento. Por mencionarte uno te diría que el espirituano Ifreidi Coss, quien tenía muchísimo talento y a pesar de su corta edad lucía como todo un veterano.
¿Son realmente buenos los entrenadores de pitcheo de Cuba?
-Los entrenadores de Cuba sí son buenos a pesar d los pocos recursos de que disponen. En Estados Unidos a nivel profesional ya tienes que llegar ready (como se dice aquí). No andan insistiendo mucho en los entrenamientos a no ser que seas prospecto de la organización.
Háblame de tu velocidad, repertorio, puntos fuertes y débiles.
-Nunca fui un pitcher veloz, es decir, un power pitcher. El que me vio lanzar sabe que yo me defendía con mis lanzamientos rompientes, sobre todo la curva, que era grande. Y mi punto débil fue mi descontrol.
¿Consideras que ese descontrol se debía a deficiencias en la mecánica de lanzar o a desconcentración?
-Creo que en muchas ocasiones se debió a falta de concentración.
¿Tenías supersticiones?
-Claro, como todo deportista. Cuando te va bien y usaste o hiciste algo en específico, lo repites. Puede ser una camiseta, una prenda, una comida... Tratas de seguir la rutina de ese día donde las cosas salieron como querías.
¿Qué tipo de bateadores se te hacían más complicados, y cuáles te eran más fáciles?
-Ninguno es fácil. Hay días que sales bien contra el mejor equipo ofensivamente, y a veces un equipo que no luce tan fuerte al bate puede hacerte daño. Te digo, uno tiene días en que se cree invencible.
¿Los nervios se sienten en todos los partidos? Cómo hace un pitcher para superarlos?
-No creo que la palabra sea nervios. Cada vez que uno se sube en la lomita siente esa sensación de querer hacerlo bien, y en algunas oportunidades por ejemplo no te sientes bien físicamente, pero vas caminando el partido, te recuperas y sales adelante. Para mí era mejor lanzar a estadio lleno que como es ahora, sin público por causa del Covid. Es complicado jugar sin fanáticos; siempre es bueno sentir esa vibra del público, la verdad.
En los triunfos de aquellos Industriales, ¿qué factor pesaba más: la calidad del staff de lanzadores, el bateo de sus principales figuras o la dirección de Anglada?
-Creo que en esos triunfos el factor que más pesaba era la unión que había como equipo. Éramos una familia, todos halábamos parejo y Anglada nos hizo sentir cómodos. Nos dio muchísima confianza a pesar de ser un staff de lanzadores muy jóvenes. Recuerdo en un play off mi primera aparición contra La Habana: no me fue bien y Rey me dijo ‘tú vas a seguir lanzando’. Toledo (el pinareño que jugaba con La Habana) me dio jonrón con bases llenas y yo quería que la tierra me tragara. Me venía a la mente el cartelito de ‘amarillo’ que ponen los fanáticos cuando lo haces bien en la temporada regular y te va mal en un juego de play off. Pero Rey siempre me dio la confianza, lancé en Pinar en la siguiente ronda y me fue muy bien. Otro manager a lo mejor no me hubiera puesto más y me quedaba sin la oportunidad de lanzar en los juegos buenos.
¿Crees que merecías haber hecho el equipo a los Olímpicos de Atenas 2004?
-Ese año tuve muy buenos números en la Serie Nacional y ni a la preselección me llevaron. Ahí fue donde me di cuenta de las cosas, se me abrieron los ojos y tomé la decisión de partir. Pienso que podía haber hecho esa preselección y tener la posibilidad de meter mano en los entrenamientos en busca de un puesto.
¿A qué atribuyes que no hayas podido llegar a la MLB? ¿Por qué después de lucir bien en el nivel Rookie en 2006, bajaste tanto en 2007 al pasar a AA y A+?
-Empezando, no tuve una buena firma: ya por ahí íbamos mal. En Rookie me fue muy bien, al punto que el siguiente año empecé los entrenamientos en el roster de AAA y fui invitado a un juego de Grandes Ligas. Pero luego no lo hice bien, creo que no me preparé bien y perdí mucha velocidad en mis picheos. A ese nivel hay mucha calidad.
Después de que Arizona te liberó en 2008, ¿lo seguiste intentando?
-Después que los D-backs me dejaron libre hice par de try outs con varios equipos, pero no recibí la llamada de ninguno. Entonces me fui para una liga independiente, pero ya hasta había parado de entrenar y cuando hice par de bullpens no les gusté y me mandaron para mi casa. Yo estaba en una situación difícil porque no tenía residencia y no podía salir del país, lo cual me cerraba la opción de ir a jugar en México. A partir de ese momento decidí no jugar más.
¿Dónde vives y a qué te dedicas hoy? ¿Estás vinculado a la pelota?
-Vivo en Miami y soy un trabajador más de esta sociedad. Y juego softbol los domingos. Es mi hobby: ahora mismo yo digo que esa es mi iglesia.
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