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Hoy hemos leído el ataque furibundo del Granma al Movimiento San Isidro (MSI) y me gustaría detenerme en un detalle que no por pequeño es baladí: el uso de la infancia con fines políticos.
El diario oficial del Partido Comunista de Cuba, sólo comparable en calidad e imparcialidad con las hojas parroquiales que se distribuyen sin éxito en pueblos de la España profunda, ataca a los jóvenes del MSI por "utilizar niños en sus intereses políticos". Y lo hacen en la misma edición en la que publican las fotos de tres menores de edad con el nombre de Fidel grabado en la frente.
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Puede parecer casual, pero no lo es. Responde a la filosofía del "haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago", a la que nos tienen acostumbrados los dirigentes cubanos. No los vemos haciendo colas, no los vemos comprando comida, pero les distingue su sobrepeso intentando escapar entre los botones de las guayaberas.
Nos piden sacrificios, que ellos no están dispuestos a hacer, entre otras cosas, porque no saben lo que significa la palabra sacrificio. Y lo peor de todo es que lo piden en nombre de una revolución que no existe y de un pueblo del que no forman parte.
Los comunistas se creen dueños de nuestros hijos. Ellos se arrogan el derecho a manipularlos y a adoctrinarlos en las escuelas para luego soltarlos como carneros a vivir en una sociedad que no les gusta, que no satisface sus expectativas, pero a la que deben someterse porque tienen una deuda eterna contraída con el Estado, que les autoriza hasta el aire que respiran. La prueba de ello es la expulsión de estudiantes de Medicina de la carrera por estar en desacuerdo con el pensamiento único de los comunistas cubanos.
Después de décadas de imposición ideológica en los centros de enseñanza de la Isla, es evidente que no hemos sido formados para ser ciudadanos críticos. Eso no convierte a la gente en estúpida, pero alarga el trayecto que tienen que recorrer hasta llegar a cuestionarse el discurso oficial, sus debilidades y sus injusticias. Hasta llegar a decir: basta ya.
Entrar en la escuela desde chiquiticos, cantando himnos de guerra o al grito de ¡Pioneros por el comunismo: Seremos como el Che! es un atrevimiento mayúsculo que no se permite en ninguna democracia consolidada; a ningún partido político. Los comunistas no respetan la libertad. En Cuba, desde que nos levantamos, estamos en guerra. Nuestro día a día es casi lo mismo que estar haciendo el Servicio Militar. Por Dios, basta ya.
El ejemplo de cómo los comunistas critican el uso político de la imagen de menores de edad que supuestamente hace el Movimiento San Isidro, pero a su vez se sienten legitimados para utilizar niños en la propaganda del PCC es una muestra más de cómo el Gobierno cubano ya no es capaz de defender ni siquiera su propio relato.
Nos quieren contar una historia que hace aguas por todas partes. Su discurso no aguanta la prueba del algodón e Internet ha venido a sacarles los colores.
Me pregunto ¿por qué seguimos permitiendo que los comunistas utilicen a nuestros hijos en su propaganda? ¿Por qué dejamos que los adoctrinen en las escuelas? Señores, señoras, diversos y diversas, hay que parar esto.
¿De quién son nuestros niños? ¿Quién les da derecho a adoctrinarlos? ¿En nombre de qué? ¿De la libreta de abastecimiento? ¿De las tiendas en MLC? ¿De los hospitales en ruina? ¿De los derrumbes? ¿De la escuela destartalada? Basta ya. Dejen a nuestros hijos en paz.
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